Hello
¿Cómo puedo estar feliz, si no estoy con él? ¿Cómo puedo hacer para quitármelo de la cabeza, si me lo cruzo por el camino? Mi depresión está al borde de la crisis, quiero llorar, maldecir, pero debo soportar el dolor en mi pecho y fingir que todo está genial. No puedo estudiar, ni siquiera concentrarme mientras juego, porque su rostro se refleja en mi mente.
¿Acaso es mi culpa que se separara de mí y decidiera casarse con ella? Es que no entiendo, quiero comprenderlo, pero no me es fácil, es como si quisiera destrozarme el alma y, a su vez, repararla cuando me besa. Me siento miserable, abatido, sin nada que me importe. Trato de recuperar mi vida, conocer gente nueva y no se me da. Esto me consume horriblemente y cada día es peor.
Ya quisiera que los días, meses y años pasaran tan rápido, que no tuviera chance de analizar nada. Trey intenta hacer lo imposible por mantenerme activo todos los días, pero no me acostumbro a esa idea de Blaide casado y, así yo esté haciendo algo, pienso que siempre está allí con ella. Me envenena por dentro, es como un sinfín de cruces atravesadas en mi pecho y dándome con todo para hacerme más y más daño.
«¿Nací para sufrir?», me pregunto todos los putos días de mi vida.
Yo sé que hay gente que debe estar peor que yo, quizás piensen que mi vida es lo más relajado del mundo y yo haga lo mismo al respecto. Yo tengo a mi familia completa, no me hace falta más nada y mi hermanito menor está a punto de nacer. Sólo que la vida me ha llevado a no estar con la persona que más amo en este planeta.
Desde que conozco a Blaide, ha sido mi compañero durante casi toda mi existencia, hemos aprendido, caído, soportado, vivido aventuras y comprendido el mundo de otra forma y no como lo hacen los demás. Si él no hubiese venido a mi casa aquel día, no estuviera sufriendo, quizás estaría siendo malcriado con mis padres, haciéndoles la vida miserable, mientras me divertía con mis travesuras. He cambiado un poco, se me han quitado algunas cosas malas, pero es fundamentalmente gracias a él. Me ha enseñado lo que es la lealtad, la amistad, el valor, la tolerancia, el respeto, a escuchar a los demás, a no perder la paciencia, el amor, la valentía y la coordinación.
Ahora no sé qué soy. No parezco el mismo de antes y dudo mucho que cambie. Tengo mucho que perder y ya es el fin del mundo. De nada sirve tener que fingir, debo alejarme lo más pronto posible. Le prometí ser su padrino, pero no sé cómo decirle que me importa una mierda y que me deje en paz, porque hace más destrozos que una tormenta y mi corazón no aguanta más presión.
—Robert, Robert —me llama Trey, quien sonríe al darme el almuerzo del viernes. Me detengo a pensar qué demonios estoy haciendo en la sala con un montón de papeles y la laptop abierta con la página de YouTube y Facebook.
—¿Qué? —le digo sin saber nada. Ella se queda mirándome y seguro pregunta qué me pasa.
—¿Estás bien?
—¡Sí!, estoy bien.
—Si lo hacemos bien, pasaremos a la etapa final y ya sólo nos quedaría un año para graduarnos. ¿No es genial? He estado hablando con Bin y James, y pues vengo pensando en muchas universidades en las cuales podemos inscribirnos. Ellos nos van a esperar para estudiar juntos.
La escucho a medias, pues mis pensamientos, mi corazón y mi espíritu están en otra parte.
¿Por qué me ha pedido que sea su padrino? ¿Por qué no es sincero con ella y le dice lo que siente por mí? Acabaría esta pesadilla de una buena vez y sería lo máximo.
¡Qué genial es soñar! Armas rompecabezas e imaginas que todo es perfecto. Tan sólo despiertas y ves lo que acontece a tu alrededor. Cuando existe la soledad, viene consigo la tormenta, los ruidos y ya nada es como antes, todo ha cambiado y ni siquiera te das cuenta de ello, hasta que pisas la tierra húmeda de las montañas, ves el sol ardiendo en tus ojos y las llamas saliendo de las calles.
Nada es para siempre, todo es momentáneo. La vida se trata de minutos, segundos. El futuro es sólo una manera de tener esperanza y no crear cobardía en los seres humanos.
—Robert —y allí está el que hace mi vida interesante—, ¿estás bien?
—¡Sí, Blaide! Estupendamente bien —le digo sin mirarlo.
—Te traje algo y quiero que lo abras mirándome a los ojos, por favor.
Finjo interesarme por recoger los papeles y ordenarlos encima de la laptop. Él espera impaciente y no dice más nada.
—Ábrelo, por favor.
Lo miro a los ojos y su mirada me indica que está normal, ni feliz ni triste. Como si nada estuviera pasando y no fuera un acontecimiento grave. Me pregunto dónde estará la mocosa ésa y por qué me trajo un regalo.
—¿Qué es esto, Blaide? —le pregunto al ver el paquete. Es enorme, no sé qué tendrá y me interesa muy poco.
—Sólo ábrelo, por favor. Te encantará.
—¿Para qué? Accedí a ser tu padrino por cortesía, ya que la maldita idea no me gusta para nada. Así que dime qué demonios es esto.
—No se trata de lo que piensas.
—Dime entonces de qué se trata.
—Ábrelo y te lo diré.
—Me vas a seguir hiriendo Blaide. ¿Qué caso tiene? Puedes irte con ella y dejarme en paz.
Los papeles se me caen todos y se esparcen por toda la casa. Trey sonríe y los recoge colocándolos en el mueble. Sale de la casa y se sienta en las escaleras con los chicos. Hablan y se ríen. Los envidio demasiado. Quisiera sonreír como lo hacía antes.
—¡SOY MALO!, ¡UNA ABERRACIÓN!, ¡MIS ANCESTROS ESTARÁN MUY DECEPCIONADOS DE MI! ¡SÓLO ABRE LA MALDITA COSA, ROBERT! ¡SI NO TE GUSTA, ESTÁ BIEN! SÓLO SÉ CORTÉS CONMIGO.
—MÉTETE EL PAQUETE POR EL CULO, SI QUIERES.
Me voy a mi habitación trancándole fuertemente la puerta en sus narices. Al acostarme, me pongo a llorar como un pequeño a quien le hace falta cariño. El llanto no cesa, está allí fluyendo lentamente y desahogándose con todo. Lo odio, lo detesto, lo aborrezco, no lo soporto.