Azul

No estoy solo

No estoy solo

Al levantarme sudado, aún estoy en el auto y Blaide está manejando pasivamente. Mi corazón se siente aliviado porque no es un sueño lo que tuve y eso me motiva más. Él me observa mientras el semáforo está en rojo y me da un pote con agua para que tome. No sé por qué tengo tanta sed, quizás he estado durmiendo casi todo el día y no me dí cuenta.

—¿Es un sueño? —le pregunto para rectificar.

—Siempre dices lo mismo, Ro. ¿Si quieres te beso ahora mismo y así compruebas si soy real o no?

Su comentario me causa gracia y sigue manejando. No podemos desviarnos porque ya es muy tarde, nuestra única opción es quedarnos en uno de los hoteles de carretera y continuar el viaje mañana. Le comento mi sugerencia y pone cara de pervertido. Aprovechamos de echarle gasolina al tanque, comprar algunas cosas de la tienda e irnos al hotel más cercano.

No estoy acostumbrado a esto y no creo que lo esté nunca, porque ahora que no se casará siempre estará conmigo y a veces la tensión puede aumentar mucho y terminaremos sudando a cada rato.

Al entrar en la habitación, no sólo me siento incómodo sino extraño. Desde hace muchísimo tiempo que no duermo con él y ahora me siento más nervioso que nunca. Hemos tenido nuestros momentos de felicidad. Cuando éramos niños y hacíamos travesuras, no teníamos esa mentalidad, pero ahora es distinto. Sabemos que estamos enamorados el uno del otro y aunque no lo hayamos expresado con suma claridad, se nota en nuestra mirada.

Blaide prende el televisor y se sienta a mi lado para visualizar mejor su programa favorito. Yo intento verlo, pero el sueño que tengo me vence, es como si nunca hubiese dormido en toda mi vida y ahora encuentro el lugar perfecto para descansar.

—Pon la cabeza aquí, así no sufrirás de insomnio —señala sus piernas y le hago caso. Él va acariciando mi cabello, mientras mis ojos se acostumbran a cerrarlos por un ratico nada más.

Quedo tan profundamente dormido que no escucho ni su voz ni el televisor. Entro en un estado de inconsciencia repasando todo lo que he vivido en el día. La confesión de sus padres, cuando lo veo en el hotel, la playa, su cabello, su sonrisa, todo eso me pone feliz. Ya no más secretos entre nosotros.

—¡Robert, Robert, Robert! —oigo gritos y sinceramente no deseo abrir mis ojos, estoy en paz interior—. ¡Dios mío!, ¡Despierta!, ¡Muévete!, ¡Ya has dormido demasiado! —es la voz de mi querida hermana Trey. Al abrirlos, estoy en mi habitación, miro alrededor y no veo señales de Blaide—. ¡Maldita sea!, ¡Es un sueño!

—¿Qué hora es? —le pregunto y ella señala el reloj de manecillas. He dormido demasiado tiempo. Las tres de la tarde. ¡Imposible!

—Estás pálido.

¡No!, estoy decepcionado, frustrado, malhumorado. Me siento un completo idiota. Sigo acostado, sin ganas de levantarme y aunque Trey hace el esfuerzo de motivarme, sinceramente prefiero morir.

—¡Vaya!, ¡Ya era hora! —aparece el fantasma de Blaide sonriéndome—. Ten tu almuerzo. Lo que más te gusta.

—No quiero —ahora seré malcriado, porque no es real.

—Deja esa estupidez de pensar que soy un sueño, Robert Harris. ¡NO SOY UN MALDITO SUEÑO! —exclama Blaide molesto—. Te levantaste en la mañana, te dí el desayuno y luego fuimos hacia la carretera. Estuviste dormido todo el viaje y cuando llegamos a casa te tuve que cargar para que siguieras durmiendo. Aproveché de hacer algunas cosas, vendí la casa de mis padres, me inscribí en el colegio.

—¿Tu casa? ¿Por qué?

—A mis padres Robert. Sólo que no se había firmado nada y mis padres habían viajado en estos meses.

—¿En dónde irás a vivir?

—No te preocupes por mí.

—Claro que me preocupo por ti. ¡Dime!

—Estaré bien, no es un sitio agradable, pero no tengo a donde ir y tus padres no tienen más habitaciones, así que...

—¡DIME!

Sí, soy un fastidio ambulante. Me gusta que la gente me diga las cosas con claridad y odio esperar la respuesta por mucho tiempo. Blaide resume que sus abuelos reales viven a dos cuadras de allí y le ofrecieron asilo, mientras encuentra un hogar para él y los gemelos. No parece feliz ni satisfecho con la decisión, supongo que como nunca los conoció, es difícil para él acostumbrarse.

—Y no me vuelvas a gritar Ro. Es desagradable.

—Los amigos se gritan, así que...

—Hablando de ese tema peculiar. No me gusta ser tu amigo.

—Bueno, no seamos amigos, si eso es lo que deseas.

—Eres insoportable, Ro.

—¡Gracias! Únete al club junto a mi madre, te lo agradecerá.

—Sí, eres insoportable. Iré a ver a Justin. No destrocen el cuarto, por favor —Trey sale riéndose a carcajadas como si fuera un chiste. Odio cuando es así.

Ella sabe que me molesta cuando se ríe y yo estoy serio, pero lo hace a propósito para que a mí se me bajen los humos y mantenga la calma. Eso no pasará jamás, me encanta estar de mal humor. Me veo más sexy así, que siendo un completo miserable que finge ser feliz, cuando no es verdad.

—Sabes que no me gusta cuando te pones, así como un bebecito de pecho, así que me haces el favor y cállate un segundo para decirte algo importante —no le replico, aunque quisiera y mantengo mi postura normal—. Quiero que seamos novios Robert.

—Me dijiste que era insoportable y ahora te me estás declarando —mi voz suena horrible porque estoy nervioso.

—No me interesa como seas Robert. Sólo quiero que seamos pareja y ya.

—¡No lo sé!, estoy molesto ahora y no te quiero responder en este momento.

—¡Jesús! Eres tan lindo y a la vez tan odioso, que me encantas más.

—Eso ya lo sé. Lástima que cuando era pequeño no vieron mi potencial y no recibí el premio al mejor bebé del mundo y de la galaxia entera.

—Contéstame, por favor —pone los ojitos como el gato con botas y me hace derretir.

¡Maldito Blaide! ¡No puedo resistirme a sus encantos! ¡Es tan asquerosamente sexy!




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