Curiosidades del corazón
Responderle a Blaide es difícil, yo sé que me encanta, que mi vida con él es lo máximo, pero tengo miedo de perderlo, que un día me diga que se irá porque no voy a soportar más el dolor.
Estoy en el ático viendo fotografías de ambos cuando de pequeños éramos felices, me hace sentir triste y abismado. Llega un punto en que no sé qué pensar, tampoco si decirle lo que siento o mentirle. Es complicado y la verdad estoy bloqueado.
También debo pensar en mi futuro, ya quedan pocos meses para graduarme y aún no he definido lo que quiero. Veo gente que, con tanta facilidad, ya tienen en una maqueta todos sus sueños y yo sigo pensando estupideces sin importancia. Estoy consciente que debo elegir, decidir y plantearles la idea a mis padres, por muy incómodo que parezca. Todo es un problema y la vida es tan simple.
Sigo pasando las fotos y algunas me dan ataque risa y otras tristezas. Blaide y yo hemos vivido tantas cosas juntos, que es prácticamente una parte de mi alma. Si nos hubiésemos conocido desde más pequeños, tendríamos más recuerdos y momentos felices.
Desde que él está en mi vida, todo es más simple, veo las mariposas más bonitas y el sol siempre está brillando, en cambio cuando se va, mi mente no sabe qué hacer, no tengo el impulso de continuar hacia adelante y me da flojera lograr algo.
—Aquí hay mucho polvo, hijo. Te dará alergia —me dice mi madre sonriendo—. Avanza al presente y no pienses tanto en el pasado.
Me da un beso en la frente y se retira. Eso me da a entender que deje la paja mental y siga a mi corazón.
—Te dará úlcera si te quedas aquí, Robert —llega Trey y coloca una canasta de ropa y juguetes en una esquina-. Actúa y deja de pensar tanto.
¿Qué le ocurre a mi familia? Mi papá también va a donde estoy y me dice prácticamente lo mismo. Si Justin fuera más grande y supiera decir unas palabras, repetiría lo que ellos dicen.
—¡Vaya! ¡Aquí es más húmedo que afuera! —llega el amor de mi vida y, seguramente, espera que le dé una respuesta convincente—. Ya sé que no quieres comprometerte, pero por lo menos dame la oportunidad de invitarte a salir y ser nosotros mismos. ¡Por favor!
Odio cuando hace eso. Quiere que sienta lástima, continúe con lo romántico y deje de darle tantas vueltas al asunto. Desde hace una semana que me pide ser que seamos novios y no le doy una respuesta. Creo que está dudando si lo quiero o no, porque nunca me había insistido tanto.
—¡Por favor! —hace un puchero de niño malcriado para que le dé una respuesta positiva—. La única manera que dejemos de vernos, es que deje de existir, así que por favor aprovecha que estoy vivo y que me puedes violar cuando lo desees, siempre y cuando acordemos hacerlo.
—No tiene nada que ver con la violación. Tú mismo dijiste que ese término no es el más apropiado.
—Lo sé Ro. Es en sentido figurado. Sabes que no soy el más expresivo y se me salen las palabras prohibidas.
—Hoy se te salen las palabras prohibidas.
—¿Me quieres o no me quieres? Sé sincero conmigo.
—No te quiero Blaide —le digo seriamente—. ¡Te amo!, que es otra cosa muy diferente. Deja de estar haciéndote el interesante.
—Yo también te amo. Así que, si ambos nos amamos, ¿para qué perdemos el tiempo discutiendo algo tonto que no tiene sentido? ¡Salgamos y ya! Si no quieres salir hoy porque te da flojera, veamos una película o preparemos algo de comida.
—Tengo hambre. Quiero comer pasta con salsa roja.
—Todo el año tienes hambre, eso no es nuevo.
Bajamos al comedor, pues lo que deseo, ya Trey lo hizo realidad.
—¡Es genial!, esto te quedó delicioso —le digo con la boca llena y Blaide me mira con el ceño fruncido. Odia que coma mientras hablo, le genera estrés.
—¡Divino! ¡Fantástico!
—¡Extraordinario!
—En algún momento declararás tu amor por mí, eso lo sé.
Bin y James han estado enamorados de mi hermana desde que están aquí, cada día la invitan a algo nuevo y siempre están inventando cualquier excusa para que no salga con chicas. Eso es divertido, nunca nos aburrimos y es genial como se dan las cosas.
—¿Díganme que son novios, por favor? Porque me tienen comiéndome de las uñas todas las noches —la pregunta de James nos deja desconcertados. A mí me da un ataque de risa descontrolado que casi me ahogo con la pasta y a Blaide le da por revisar su teléfono—. ¿Entonces?
—Ya lo son desde hace tiempo, sólo que no nos quieren decir. Yo haré lo del maíz y ustedes dos buscan la película para verla —opina Bin Raider, viendo a Trey como si fuera un marshallow de chocolate con fresas.