El tesoro escondido

El tesoro escondido

El mundo se derrumba para mí, como una balanza de vidrio cayéndose al suelo. No siento gran parte de mi cuerpo, si la adrenalina es vital, pues que me condenen a la muerte.

Trey está en emergencias, al parecer se desmayó y no se sabe la razón. Ojalá no sea nada malo, necesito que esté sana y salva.

—Puedes pasar a verla, Robert —me indica el doctor. Salgo corriendo hacia su habitación y está con montones de cables en todo el cuerpo.

Tiene los ojos abiertos, ha sido simplemente un susto. Ella sonríe y pide que me acueste a su lado, pues debe decirme algo.

—¿Segura que estás bien? Me diste un susto tremendo.

—¡Estoy bien! No es nada de lo que debas preocuparte. ¿En dónde estabas?

—Controlando mi ira. Estaba molesto conmigo mismo y salí a caminar.

—Deja que tu corazón actúe Robert. Él no se irá, está decidido a quedarse contigo.

—¡Tengo miedo! —le confieso.

—Todos tenemos miedo. Incluso yo tengo miedo a diario, pero no dejo que nada me detenga. Yo entiendo tu posición, sé que no deseas sufrir más. Él está aquí, Robert. No se irá.

—Hablemos de otra cosa.

—Vive cada momento de tu vida. Nadie es perfecto, todos somos humanos y a diario cometemos errores. No dejes que los demonios interfieran en tu felicidad. Solo hazle caso a tu consciencia, nunca te va a fallar.

—Te has vuelto interesante.

—¡No!, sigo siendo la misma. Sólo es un consejo de hermanos. Ahora...te tengo una noticia inesperada.

—No me digas que te irás, vas a abandonarme.

—¡No!

—Continúa.

—Estuve con mis padres en el valle, es un sitio muy lindo. Allí estaban haciendo unas fotos a alguien importante. Como a mis papás les gusta charlar demasiado, me fuí a donde están ellos y me quedé viendo cómo hacen las fotos. Ellos me preguntaron si me interesaba y les dije que no, pero les hablé de ti y quieren hacerte una entrevista para que estudies modelaje en una academia.

—¿Modelaje? ¿Con qué se come eso?

—Robert, tienes buen cuerpo, un gusto increíble, te vistes bien y eres perfecto para eso.

—Nunca lo había pensado de ese modo.

—Pues, es momento que lo hagas y tomes una decisión.

—¡Descansa!, hablas demasiado —le digo sonriente y ella asiente. Dejo a los chicos encargados de mi hermana y salgo al cafetín para tomarme un café extra fuerte. Demasiadas noticias en un solo día. Siento que nunca voy a terminar.

El café me deja más activo que nunca, al menos no me siento tan mal. Blaide se sienta a mi lado, sin hablarme, y pide el mismo café que yo. Él quiere decirme algo, sólo que no se atreve porque piensa que le diré algo que lo pondrá triste. En medio del silencio entre los dos, los llantos, la corredera, la fatiga, el escalofrío que me produce este lugar, tengo el alma abrumada.

Siento como si todo fuera triste. Veo dos personas llorando, quizás perdieron a un familiar o amigo.

Tengo la sensación de sentirme un bastardo.

—Ro, vamos afuera un momento.

Sigo a Blaide hacia las afueras del hospital y nos sentamos en la escalera.

—Lamento haberte hecho esa pregunta, sé que quieres alejarte de todo y lo comprendo. Yo también tengo miedo, ¡es normal! Como le dije a tu hermana, fuí un completo imbécil al dejarte y también por hacerte creer que me iba a casar.

—¡Estás perdonado!

No tengo más nada que decir. Con eso es suficiente.

—He decidido servir a mi país —dice Blaide dejándome con la boca abierta—. Es lo más apropiado para mí. Eso quería decirte en aquella cascada a donde te iba a llevar.

—Me alegra muchísimo —contengo las lágrimas. Es un gran riesgo, pero lo apoyo.

Ahora vamos a estar separados. Quizás el destino lo quiere de esa forma. No sé qué haré con mi vida, pero juro que no me voy a rendir jamás.

—Nos vamos a casa, Justin tiene sueño —dice mi madre—. ¡Quédate!, por favor. Blaide, no lo dejes solo.

—¡Sí!, señora Harris, con gusto.

**

Separados suena terrible, en algún momento tenía que pasar de nuevo. Es tan doloroso, siento que es mi culpa que haya tomado esa decisión, pues quizás piensa que no lo amo y por eso se quiere ir a la guerra o a quien sabe dónde, con el resto de los militares de este país.

La noche es igual que las anteriores, sólo que no tengo ganas de dormir, ni conversar. Dejo que el frío se apodere de mi cuerpo y me termine de congelar.

**

Las clases continúan siendo iguales, nada ha cambiado y todo sigue como antes. A veces, quisiera tener el poder de adelantar el tiempo, verme graduado y ya. Por más que mis padres me pregunten todos los días si voy a aceptar aquella oportunidad del modelaje, no tengo respuesta definida para esa propuesta.

Tengo el atrevimiento de conversar con el entrenador y comentarle mi caso particular. Al principio, no me escucha muy bien y, luego, cuando le digo que dejaré de jugar, me pega un grito mortal dejándome inmóvil por varios minutos. Se calma un poco y nos sentamos de nuevo en las gradas a conversar.

—No soy tu padre ni tu madre para obligarte, aunque ellos tampoco deberían hacerlo, porque es tu decisión. Sólo te digo, como entrenador, lo siguiente: los adolescentes creen que saben todo, pero no saben nada. Sin duda alguna, son inmaduros, son una semilla que no se ha convertido en flor, pero estando allí, en la raíz, es donde puedes ver todo el potencial que poseen y las maravillas que pueden lograr, pero eso algo que tú mismo debes decidir, sin importar lo que piensen los demás. Aquí no se trata de saber quién es mejor corriendo, sino quien entrega su corazón y su energía en un juego, cuando estamos perdiendo. Si lanzas una moneda y jamás te cae en cruz, llegará el momento en que lo hará, porque la persistencia rinde sus frutos; y si a ello le sumas una mente con pensamientos positivos, entonces contarás con un equipo poderoso que vencerá los obstáculos que se le presenten. Te veo correr, dar el todo por tu equipo y así estés desanimado, lo haces igual. Si es algo que no te gusta, ya desde hace rato lo hubieses abandonado, y no estarías preguntándome esto, ni pidiéndome consejos. Vive de lo que te apasiona Robert y ya. No le des más vueltas al asunto. Tienes un futuro por delante, no lo desperdicies.