Hielos incrustados
El sol ilumina de una manera perfecta, no hay lluvia. Han pasado más de dos meses desde que todo se ha vuelto diferente, no me he acostumbrado del todo a estos cambios, pero no me he sentido mal tampoco, al contrario, puedo decir que la he pasado bastante bien. Creo entender mejor el compromiso con los estudios, pues la práctica me ha servido para ser mejor Tight Ends y estoy más organizado que antes.
Veo a Blaide todos los días en la escuela, intento saludarlo normal y comemos juntos de vez en cuando. La relación de amistad se ha mantenido y seguimos en contacto, aunque no tanto como antes. Él se la pasa en su casa estudiando y esforzándose, y yo intento concentrarme en los exámenes finales.
Justin me quita la mayor parte del tiempo, jugamos, le enseño a caminar, a estar activo y poco a poco va aprendiendo palabras. Es genial como alguien tan pequeño puede crecer en tan poco tiempo. Me recuerda cuando yo era un bebecito -es obvio que hay cosas que no recuerdo, pero he visto los videos y mi hermano actúa igual que yo- y me parece tan adorable.
—No toques eso porque es peligroso. —Justin se ríe y se acuesta en el suelo viendo al techo.
Trey ha salido mucho con Bin y James, se ven más unidos que nunca, pero no han hecho que mi hermana desista de sus gustos lésbicos, y ya la dejan tranquila con eso. Aparentemente, sale con una chica de nuestro salón, pero nada es serio y seguro, todo indica que les va bien, por los momentos. Ya quedó en una universidad y estudiará primeros auxilios. A los chicos no les interesa el estudio, ellos se encargan de hacer dinero con sus experimentos científicos que han estado desarrollando en las últimas semanas.
Mis padres renovarán sus votos de casados, ya que desean recibir la bendición de Dios, pues se casaron sólo por civil y ahora quieren hacerlo por la iglesia. No sé cuál es su capricho y no me gustan mucho esas celebraciones, porque vienen mis familiares que me caen mal y no es divertido, pero ésa es su decisión y se las respeto.
—Justin, deja eso por favor. El marcador sabe horrible. —No llora y lanza el marcador hacia la cocina.
No sé cómo hacen las mamás para criar a sus hijos con tanta paciencia. Es tedioso tener que vigilarlos todo el tiempo y estar pendientes que no hagan travesuras.
Mi hermano, al final de la tarde, se queda dormido en mis piernas, ya siento que el calambre vino, se fue y volvió. Es doloroso, pero si lo cambio a su cama, se despertará y será peor. Usualmente, llora y patalea hasta la madrugada.
—Hola —me saluda Blaide— ¿estás bien?
—¡Sí!
—Yo estoy cansado. —Prende el televisor y coloca el volumen bajo por Justin. Se dispone a ver un programa de Discovery Channel.
Escaparse de sus abuelos es una buena técnica, lo conozco tanto, que sé que no le interesa quedarse con ellos.
Ahora Blaide se entrega a los brazos de Morfeo y se queda profundamente dormido, colocando su cabeza cerca de mí. Mis papás, con cuidado, se llevan a Justin con ellos y me quedo solo con Blaide. Intento acomodarlo, para que no se le tuerza el cuello. Verlo dormir es lo más hermoso que puede existir en la humanidad. Parece tan indefenso. Le acaricio su cabello y la verdad me encanta hacerlo. No teníamos mucho contacto desde hace meses atrás. Ahora, es como si con ese gesto lo estuviera perdonando de todo por completo y él a mí.
Apago el televisor. Lo voy despertando lentamente.
—No irás a tu casa a esta hora.
—Ro....b....e....r....t —dice en pausa—. Dormir...
Llevar a Blaide hasta mi habitación es una misión imposible. Pesa demasiado, se tambalea mucho y casi se cae en el último escalón. Abro la puerta de mi cuarto, sin que se me caiga, después lo dejo en la cama para ir a cerrarla.
—No me gusta dormir sin ti —me dice semiconsciente—. ¡Ven!
Está haciendo frío, pero sé que Blaide suda bastante y me dará el calor que necesito. Me quito el pantalón y me pongo un short y una camisa más fresca. Lo mismo hago con él, ya que, si suda, se sofocará, con tanta ropa que tiene.
Me acuesto, finalmente, y él coloca su brazo en su pecho, se corre un poco, hasta quedar completamente pegado de mí y monta su pierna sobre mi cuerpo. Ahora estoy atrapado sin salida. Nos arropamos con la misma cobija.
—¡Te amo! Quiero estar contigo.
Y hasta allí llega su confesión real.
No tengo sueño y le acaricio el cabello, la nariz, sus labios, su oreja, sus ojos, su mentón y sus cejas. Es tan hermoso, que es imposible no sonreír al verlo dormir.
—Aunque no quiera decírtelo por miedo, estoy derritiéndome por ti, es decir, cada segundo me enamoro más de ti.