Azul Violeta (cuarto Libro)

I.- El diseñador que no hace vestidos de novia

Dos días después, Alejandro le comunico a Christine que Myra tomo un vuelo de vuelta a Canadá junto a Víktor. No sabía de qué hablaron pero Myra parecía aliviada. Le dijo discretamente que su pequeño lo visitaría solo en verano.

Christine solo guardo silencio y no dijo nada. Después de saber eso le llegó un mensaje de otra persona que también decía que tenía que verla. No le prestó mucha atención. Ahora tenía que enfrentarse a otra cosa.

Ryusui le recordó que la cita con el diseñador sería pronto, no perdían nada con intentar que le hiciera un vestido de novia, sin embargo, Christine investigo un poco y se dio cuenta de que él trabaja vestidos de noche y ropa de caballero. Un vestido de novia sería demasiado.

 

La mañana de la cita, llegó Joiichiro. Hace días que no se dejaba ver cerca de ellos y creyó que lo habían despedido. Christine no confiaba para nada en él pues Darí debía tener acceso al horario de Ryusui y, además de ella, quien lo sabía era Joiichiro.

No más que un saludo frío, le repitió a Ryusui que no saliera a ningún lado. Ni siquiera a esa cita con el modisto. Él se quedaría a vigilar que se cumpliera su petición.

Christine se molestó pero, en parte, tenía razón. Aún no dejaban la casa sin vigilancia y cualquier foto lo volvería a poner en la mira. Ryusui no disfrutaba estar en casa y menos dejar a su esposa ir sola a un lugar al que debían ir los dos. Sentía que era parte de un castigo por sus malas decisiones.

La joven esposa dejo a los niños y fue a la cita. Si perdían ese primer movimiento no volvería a suceder ninguno igual. Esta vez llevo el auto, Ryusui le enseño a manejar y llegó más rápido de lo que creyó. La casa tenía una aspecto barroco en una zona casi escondida del centro de la ciudad.

Al entrar solo estaba un escritorio sencillo y detrás una joven que revisaba muestrarios.

— Buenos días, tengo una cita a las 11:30, Soy Christine Suzuhara. — dijo

— Buenos días...— respondió la señorita. — él la está esperando, por favor sígame.

Christine asintió y camino detrás de ella. A su paso por ese largo pasillo distinguió que había ilustraciones de moda de ropa y joyas. Algunas prendas elaboradas y con una fotografía de quién las uso. Subieron la escalera y había una habitación llena de espejos con una plataforma central.

Caminaron un poco más hasta llegar a otra lugar lleno de materiales. Christine nunca había visto tal cantidad. Se sentía como alguien curioso y quería ver más pero alguien ya la estaba esperando.

— Bienvenida Señora Suzuhara — saludo el hombre

— Señorita...— corrigió

— Me parece que no está en edad de llamarla "señorita" — respondió

— No es la edad, todos me dicen señorita...— insistió.

La joven secretaria río. Parecía que nadie había corregido a aquella persona hasta que apareció Christine. El hombre la miro de arriba a abajo tomando nota mental de su pose, estatura y forma de cuerpo.

— Sirve el té, Rowena

— Enseguida.

Nadie dijo nada. Christine enfoco su atención en una tela bordada solo con ojillo. Después miro los hilos de seda y se preguntó cuán difícil sería coser con ellos. Algo que llamo su atención fue una tela blanca que tenía forma de pétalos quería imaginarse como serían de hermosas las flores.

Rowena regreso con él té. Christine le dio un sorbo y estaba empalagoso. No lo volvería a tomar.

— Según los datos que pedí, su boda será en junio, será una recepción pequeña y actualmente estás embarazada, ¿Debería saber algo más?

— No lo sé...

— Entonces, ¿Por qué crees que puedo hacer un vestido de novia estilo occidental?  Aquí muchas eligen casarse con kimonos ceremoniales. Además ya no puedes usar blanco, quizás un color hueso o marfil

— ¿Son las sugerencias que me da? ¿No será vestido de novia pero si un vestido de noche? — respondió

— Sabes al menos... ¿Por qué se usan esos colores tradicionales? Toda mi carrera he evitado trabajar con los vestidos de novia porque nadie los aprecia. Nadie sabe darle un valor al vestido, ¿Por qué debería hacer el tuyo? Todas las novias tienen ese día soñado pero la verdad es que solo presumen de un estatus que no tienen y una deuda que liquidarán los padres. Te lo pregunto de nuevo, ¿Por qué debería hacer tu vestido?

Christine no contesto

El diseñador era extraño. Le permitió ver los materiales con los que trabajaba y se sintió emocionada. Tantas posibilidades y opciones de que esas telas tomarán forma. No podía esperar a darle una respuesta.

De repente se sintió tonta.

Ella ya había participado en la organización de una boda y no salió bien.

El modisto le tomó medidas y le pidió que volviera en una semana para presentarle propuestas. Él estaba confiado que en ese momento ella le daría una respuesta.

Christine dejo el lugar, había excelentes referencias de su trabajo pero nadie mencionaba su mal humor.  Se despidió de la mujer que la recibió pensó que incluso si era un vestido de noche, estaría bien pues lo importante era que los dos quería celebrar una boda.

 

— ¿A qué debo su visita señorita Yourata? — saludo el abogado Yamashita. Ese día estaba en su oficina haciendo algunos escritos para los demás asuntos de los que estaba a cargo. Más tarde tendría que ir con Christine para darle buenas noticias.

— Iré al grano. Cualquier cantidad que le ofrezca esa mujer yo le daré el doble. — dijo.

Darí estuvo pensando mucho la noche anterior. ¿Por qué debía ceder a estar con la persona con la que siempre soñó? ¿Por qué debía pelear por ella si era evidente que le pertenecía desde antes? ¿No había derecho de antigüedad? Era esa extranjera la que no conocía su lugar.




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