Azul Violeta (cuarto Libro)

VII.- La respuesta

A la mañana siguiente Christine se arreglaba para ir a la cita con el modisto. Ryusui tenía una reunión con el presidente de su agencia. Le llamo para decirle que quería hablar con él y Joiichiro para llegar a un acuerdo que no los afectará a todos los involucrados.

Accedió solo por los años de amistad y no otra cosa. Christine había pensado mucho sobre lo que le dijo Alejandro así que estaba lista para darle una respuesta pero lo haría más tarde pues él asistiría a una reunión en la galería. Hace mucho tiempo que no estaban en contacto con sus ex subordinadas. Quizás las visitaría pronto.

Ese día llevaría a Anya con ella. Llevo a Yuu a la guardería y le prometió que cocinaría lo que él quisiera. Anya miraba con asombro todo lo que ocurría a su alrededor, después de tantos cheques médicos por fin estaba sobre la media de peso y talla normal de dos años.

Rara vez hablaba en la calle pero señalaba muchas cosas que no había visto o no sabía su nombre. El viaje hasta el taller fue bastante corto pero muy interesante.

— Buenos días. — saludo

— Ahh Bienvenido, por aquí...— dijo Rowena guiándolos por el pasillo.

Al entrar pudo ver claramente un vestido strapless el cuál desde la cintura alta salían holanes que cubrirían perfectamente su vientre. La vez anterior fue a una prueba y solo vistió el forro para ajustar detalles. Esta vez se probaría el vestido para ajustar el largo.

— Buenos días señorita, pase por favor al vestidor. Rowena ayudarla.

— Sí, señor.

Anya se quedó sentada en una silla.

— Señor, jugo

— Niña, debes pedírselo a tu mamá...

— Anya quiere jugo — le dijo después de no considerarlo un extraño. El diseñador le sirvió un poco de jugo que suele reservar a los clientes. La niña le agradeció y miraba a su alrededor, quería tener en sus manos todas las cosas redondas y brillantes.

— Listo señor. — anuncio Rowena.

Christine distinguió el color con claridad, era hueso. A los costados tenía una particularidad interesante, útil y bonita, los reconoció como ojales. Eran discretos y posiblemente nadie lo notaría pero a ella le resultarían útiles por el aumento de busto. Su función sería esa, ajustar el tamaño.

El modisto estaba encantado de que el trabajo le quedará como guante. Aún le faltaba la transparencia de la parte de arriba pero se veía hermosa.

— Soy fabuloso. Rowena, ayudarla a subir a esta plataforma para cortar el excedente de tela.

— Sí, señor.

Christine subió un pequeño escalón. De repente recordó aquel ayer donde se vistió de blanco y ese hombre que parecía ser para ella la dejo en el altar.

— Sabe...ya tengo mi respuesta.

— Ahh ¿sí?

El vestido que hizo tenía todos los arreglos y secretos de un vestido de novia pero también pasaría por un vestido de gala. La miro con atención pensando que su respuesta incluiría las palabras amor, alma gemela o destino.

— Me quiero casar por qué yo lo elegí. — contesto. — podría haber esperado y quedarme con algunos de los novios anteriores que tuve pero a mí pareja tenía que conocerla sin importar las circunstancias.

— Hmm parece que no eres tan romántica como imaginé — contesto — ¿y los significados?

— Ahh, eso es sencillo. El vestido blanco es la pureza de la novia. Por otro lado el traje negro del novio representa su funeral. Ambos significados quedaron olvidados, no hay ninguna mujer que entregué un amor puramente o un hombre que crea que el matrimonio es el fin de su vida.

— Es interesante señorita. Este vestido lo pensé como algo para usarse en una fiesta de gala pero puede decir que es un vestido de novia. Mientras usted lo entienda yo lo entenderé...

Terminaron la prueba y programaron una nueva cita el siguiente mes. Rowena los despedía.

— Señorita, ¿sabe el nombre del modisto?

— Es Esteban Solaris, ¿no?

— ¿Lo reconoce? ¿Lo conoce? — pregunto con desesperación.

— Bueno, escuché su nombre hace algún tiempo. Pero no por su trabajo sino que perdió a su familia en un accidente. Eres su hija, ¿no?

— Sí. No le daré explicaciones pero por favor entienda que sea cortante. Todos tenemos una historia pero aún no estamos listos para contarla. Me disculpo en su nombre si fue grosero, arrogante o la ofendió de alguna manera.

— Lo entiendo. No fue nada. Vámonos Anya.

— Adiós — se despidió la niña de Rowena. A Christine no le pareció molesta la actitud de ese modisto. Su trabajo era excelente y ella estaba encantada.

 

— Mamá, hambre.

— Hmmm, vamos a comer por aquí.

Iban caminando por la calle cuando Anya le pidió de comer. Estaba cerca de la galería quizás por querer ver a sus subordinadas sus pies la llevaron allí. No se lo esperaba.

Ring ring

— ¿Si?

— Soy Alejandro. — dijo un hombre molesto

— Se quién eres. ¿Qué necesitas?

— ¿Estás ocupada? Ven a comer conmigo.

— Estoy en un restaurante cerca de la galería. Dónde venden bocadillos extranjeros... — contesto mientras miraba alrededor para ver si era cierto.

— Iré allí — colgó.

Le compro a Anya algo de fruta y ella pidió un sándwich. La niña decía que tenía mucha hambre pero quería fruta muy colorida. Mientras la veía comer Alejandro llegó en menos de 10 minutos.

Se sentó frente a ella y pidió también un sándwich.

— Christine, ¿Tienes la respuesta? ¿La tienes?

— Ehhh ¿Solo a eso viniste? Dijiste que te viera después del trabajo.

— Bueno, allí tengo unos subordinados muy incompetentes. Kathleen se va y Sayako aún no regresa de su permiso, creo que no lo hará. Solo queda esa Polly y Miura, a veces me pregunto para que van a trabajar — decía molesto




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