Azul Violeta (cuarto Libro)

VIII.- El sueño que alguna vez tuve

Caminaba con tranquilidad.

Recibí un mensaje de ese sujeto pidiéndome fruta, ¿Acaso cree que es barata? Incluso le pediré lo del transporte. Generalmente no cocino en casa porque nunca se me ha dado y cuando estaba casado pocas veces comí lo que cocinaba Myra pues ella trabaja mucho.

Mis pies me llevaron directamente a la casa.

Ding Dong.

Espero que abra. No se cómo aguanta este clima primaveral que se sienten cálidas las noches. El lugar donde solía vivir era frío la mayor parte del año y aunque he vivido aquí hace casi tres años, no me acostumbro.

— Hola, Alejandro, lamento la molestia, adelante.

Este hombre que me recibe es Ryusui, es el esposo de esa muchacha. No sé si deberíamos considerarnos amigos pero me trata bien. Siempre lo he pensado, si me tratas bien yo haré lo mismo, no es extraño... quizás un poco.

— Aquí está la fruta y otras cosas que me pediste. — le dije dejando las bolsas en la mesa. La niña estaba viendo la tele y el niño estaba sentado en el sillón con un libro que posiblemente no podía leer.

— Gracias, me has salvado...— contesto Ryusui. Le entrego el dinero.

Hace unos meses este hombre tuvo algunos escándalos y casi no sale de su hogar. Dice que lo más doloroso es escuchar a las personas opinar aunque lo hayan conocido mucho tiempo y estén conscientes de que él no es así, se convirtió en un tema de conversación bastante explotado.

— Lamento haberlo pedido pero no tengo un manager.

— No hay problema, me quedaba de paso... ¿Dónde está la muchacha?

Busque con la mirada a la muchacha. Era raro ya que se encargaba de las compras. Y si los niños estaban en la sala, entonces ella habría salido.

— Ahhh, ¿Christine? Fue a un evento de caridad por la tarde y ahora está durmiendo. — contesto Ryusui quien hábilmente cortaba las frutas.

— Ya veo... ¿Caridad?

— Si, Suman y Alan la invitaron. Ella a veces hace donaciones bajo un nombre secreto. — Contesto — ¿No lo sabías?

— No...— quizás debería decir alguna excusa que me permita irme pronto a casa. No soy bueno con las personas y algunas me resultaban aterradoras.

— Deberías quedarte a cenar. Christine se alegrara de verte...— le pidió

— ¿De verdad? Que yo recuerde esa chica siempre se alegra de ver personas aunque el gesto no es correspondido — dije sin pensar.

En la universidad ya era conocido por mis frases cortantes. Nadie me hablaba pero no importo cuánto le dije a esa muchacha, ella no se alejó ni se enojó conmigo en realidad me respondía peor.

— Papá, mi hermanito, ¿Cómo se llamara? — pregunto Yuu de manera repentina.

— Jun, su nombre será Jun. — contesto.

Alejandro los miraba fijamente.

Coincidieron en la universidad, por mala o buena suerte continuaron reuniéndose por conocer a personas en común y después de años él estaba en el mismo país que ella. Vaya, de verdad debe ser un castigo.

— Alejandro, ¿Las personas piden deseos al soplar las velas de un pastel?

— Algunas...supongo... ¿Por qué? — y de nuevo a la defensiva.

— No...Curiosidad. En realidad queríamos festejar el cumpleaños de Yuu pero pasaron muchas cosas en febrero...luego Anya... será pronto...

— No tiene caso que me expliques. No lo entiendo porque nunca festejamos a Víktor con otro montón de niños, solo Myra preparaba su comida favorita...— respondió cortante

Ryusui no dijo nada. Yuu tenía ese libro en sus manos. Era un libro que Christine solía leer hasta el cansancio.

— ¿Esa muchacha trajo todos sus libros desde allá? ¿Dónde están?

— Hmmm están en cajas. Los desempaco una vez pero cuando nos mudamos a esta casa quedaron en cajas de nuevo. — intento recordar Ryusui. — ahora no hay espacio, si quieres ver en el librero.

Alejandro camino hasta la pequeña sala de lectura. En una parte había hojas sueltas o en cuadernillos y en otras había un montón de libros en varios idiomas. Tomo un cuadernillo y en él había anotaciones. Reconoció de inmediato la letra de esa muchacha.

— ¿Ella te ayuda a recitar los guiones de series?

— Si, algunas veces hago personajes con un acento en particular y ella me ayuda a ajustar el acento. — respondió. Ahora ponía la fruta en un bizcocho decorado con betún.

— ¿Cuántos idiomas hablas? No, o sea, ¿Por qué habla tantos?

— No lo puedo responder pero le gusta. Dice que los extranjeros que conoció se sintieron halagados por conocer un poco de su idioma y cultura. — contesto.

— Ya veo. — dejo el guión y tomo el libro más usado que vio. "Drácula" en una versión antigua y en su idioma original. No sabía que le gustaba.

Después de unos minutos lo dejo. Regreso a la cocina. Si podía decirlo era muy distraído. Buscaba una excusa para irse pero esa charla intermitente lo tenía intrigado. Ryusui le ofreció algo de beber.

— Sabes, es lo primero que se hace frente a una visita...— contesto

— Puede ser pero no quería que los niños vieran de dónde las sacaba. — Y le entrego una cerveza — se las regalaron a Christine

— ¿Qué? ¿No me digas que toma esto?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.