Azul Violeta (cuarto Libro)

XI.- Empezaré de nuevo, lo prometo

Pasaron unos días de la boda.

Eva se fue sin decir ninguna palabra y se estaba quedando en el hotel, en la habitación que dejo King. Este último regreso junto a su familia, no podía vivir sin trabajar, amaba las esculturas al igual que su familia y quería darle todo a su hijo.

Christine y Ryusui irían a la playa el próximo mes. Fue una sugerencia de Suman y Dove ya que ellos escucharon que no tendrían luna de miel. Sus suegros también regresaron a su ciudad pidiéndole que cerca del parto les hicieran saber para ayudarles a cuidar de los niños, sin embargo, no se disculparon por nada.

Ryusui sentía que está vez no sería necesario ya que él estaría allí. Aún no pensaba exactamente qué hacer con su carrera. Le ofrecieron trabajar en la academia afiliada como profesor de actuación pero no sentía que fuera suficiente bueno para ello.

Alejandro se quejaba mucho de que Eva solo incrementaba el monto de su estancia sin ganar nada.

— ¡Habla con ella! ¡Me dejara en la ruina!

— Tú pusiste a King en ese hotel. Además tú rentas un apartamento, ¿Por qué no le dices que se mudé contigo? — sugirió Christine

— ¡Soy un hombre! ¿Qué tal si se enamora de mí? ¿Tomarás la responsabilidad?

— ¿Cuál hombre? ¡Menuda sorpresa! — comento Christine. — ¡solo deja de quejarte y ayudarla!

Esa tarde está vigilando a los niños. Yuu estaba encantado con un libro de historia escrito en inglés. No lo entendía pero estaba fascinado por ver tantas imágenes de monumentos. De vez en cuando miraba el reloj. Esperaba que su papá le leyera.

Por su parte, Anya estaba escribiendo letras grandes en la pared. Hablaba mucho cuando no había personas en casa pero aún se sentía asustada de la cara de Alejandro.

— Bien, le diré que se mudé. — se despidió con la mano y salió.

Ryusui regreso a casa. Fue a una reunión con el presidente y ambos decidieron que el asunto de Joiichiro se resolviera de manera económica. Él aún decía en sus testimonios que Christine era una caza recompensas y planeo todo para dañarlo, principalmente, manipulando al artista que representaba.

— Esposa, ¿no estás cansada?

— Sí, tengo sueño también...

— Ve y descansa, me ocuparé de lo demás.

Ryusui termino de limpiar y baño a los niños. Un día tranquilo, demasiado tranquilo, estaba acostumbrado a ir a grabar durante días y platicarle a su familia su tipo de trabajo pero esos días ya habían quedado atrás. No se arrepentía de nada. Simplemente volvió a su vieja rutina.

De cualquier manera, se sentía extraño. Christine sabía que se sentía incompleto.

El asunto con Darí seguía sin arreglarse. Después de retirar los cargos contra Ryusui seguía pidiendo manutención. Al parecer no se daría por vencida en ese aspecto. Sin embargo, Kurosu dijo que volverían a solicitar una prueba de ADN que determine si Ryusui era el verdadero padre.

Por otro lado Yamashita continuaba con el asunto de Christine en contra de Darí, le tendrían algo de misericordia pero la suma monetaria era alta. Más alta de lo que una artista como ella podía pagar. Christine no daría su brazo a torcer solo porque sí. De ser de esa manera para que querían las leyes si cada uno hacia lo que quería.

La vida cotidiana de Ryusui le estaba cansando. Era difícil para él convertirse en un amo de casa pero cada vez que salía, muchas personas que lo conocieron desde siempre lo estaban apuntando como si hubiera cometido el peor crimen posible. Alan les dijo que se tomará un descanso pronto y lejos de todo. Las noticias estaban casi erradicadas como temas candentes, esperaban que alguien olvide pronto el asunto.

Alejandro gracias a su habilidad de palabra y contactos buscaba nuevas ofertas de compraventa para Christine incluso una universidad le ofreció una plaza para convertirse en una profesora. Christine estaba emocionada, pero, tampoco sabía si servía para enseñar. Quizás debería intentarlo el próximo año si la oferta seguía disponible.

— Muchacha, traje una invitada. — anuncio Alejandro entrando como si nada a la casa donde Christine jugaba con los niños.

Detrás de él, apareció Eva. Estaba cubierta de pies a cabeza. Su rostro mostraba que no había dormido en días. Le entrego un montón de fresas.

De repente, su rostro se tornó oscuro y se lo cubrió con las manos. Se atrevía a llamarle amiga pero olvidó que su amiga odiaba las fresas.

— Yuu, no puedes comer fresas y lo sabes — dijo Ryusui después de ver que su hijo extendía la mano. Su pequeño es alérgico a cualquiera fruto rojo y nueces. Un padecimiento común.

Christine les ofreció el té que llevo Yamashita en su última visita. Eva tomo unos sorbos pero no sabía cómo iniciar la conversación. Alejandro estaba impaciente. Ella le pidió ayuda y ahora no sabía que decir. Que se creía.

— Eva, dijiste que estabas en Francia, ¿Visitaste lugares famosos? — pregunto Alejandro

— Bueno...yo...Je ne sais pas, j'avais peur de ne rien réaliser dans la vie et maintenant je suis là sans savoir pourquoi! (No lo sé, no sé si voy a lograr algo en esta vida y ahora estoy aquí y no sé porque)

Christine entendió cada palabra.

— Ryu, ¿Cenamos algo especial?

— Seguro. Alejandro…Ayúdame a cocinar...— le pidió. Alejandro tuvo que acceder.

Christine se llevó a Eva de la mano al pequeño estudio. Allí hablarían con tranquilidad. La acompaño al sofá y ella regreso a la cocina.

Eva miraba de un lado a otro, arriba, abajo, tomaba los libros mientras Christine reemplazaba sus tazas de té. Dejo de hacer eso y miro por la ventana, no sabía que había un jardín en la parte de atrás.

— Eva... ¿estás bien? ¿Te sientes enferma?

La voz de Christine la saco de sus pensamientos. Ella estaba allí, de frente, estaba allí preguntándole algo y ella incapaz de contestar.




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