Azul Violeta (cuarto Libro)

XVII.- La mejor suerte

El sol, el mar, la playa...todo está listo para descansar.

Excepto para Christine que odia el sol y broncearse como si fuera un vampiro.

Ryusui le ayudaba a aplicarse bloqueador. Después a los niños que jugaban en la arena. La casa de playa que tenía Suman era un escondite ideal. Siempre estaba vigilada y nadie podía entrar si Suman no lo conocía. Era perfecto.

Bajo una sombrilla, Christine mostraba su blanca piel, eso sucedía cuando ella huía del sol, lo cual era muy seguido, podía tener un tono más uniforme y eso le fascinaba; le encantaba el paisaje pero la luz tan fuerte le molestaba, sin embargo, al ver a sus pequeños disfrutar del lugar estaba encantada.

Ryusui se aseguraría que ella no moviera ni un músculo más de lo necesario. El jugaría con los niños y prepararía la comida. Le encantaba verla tomar fotos e incitaba a los niños a hacer caras graciosas. Yuu estaba aprendiendo a nadar pero Anya aún no. Solo jugaban cerca de la orilla.

Suman fue amable al prestarles ese lugar. Dove insistió diciendo que necesitaba un tiempo para ellos incluso sugirió cuidar a los niños pero estos últimos comenzaron a llorar porque querían ir con sus padres.

Agotados de jugar en la arena se durmieron encima de la toalla cubriéndose con la sombrilla. Christine estaba emocionada de verlos. Hace tantos años que fue al mar por primera vez que un recordaba la sensación aunque no fue un viaje precisamente emocionante.

Ryusui reunió pequeñas conchas para ponerlas en un frasco y usarlas en el álbum. Tomaron tantas fotos que sería difícil elegir solo una. Mientras vigilaban a los niños, la tomo de la mano y fueron acercándose al agua. Ryusui fue cuidadoso. En el tiempo que había estado en casa se dio cuenta de que había cosas que no sabía de ella, estaba seguro de que no llegaría a conocerla en poco tiempo pero era una grata aventura descubrirlo poco a poco.

Le están tomando fotos. Después de un rato, pensaba que nadie debía verla en traje de baño. Christine mojaba sus pies en el agua cálida. Si pudiera repetir ese día estaría muy feliz, si pudiera permanecer en ese tiempo no se arrepentiría de vivir como lo ha hecho. Tener a Ryusui a su lado, y no se cansaba de decírselo, era lo mejor que le pasó en su vida.

— Esposa, ¿deberíamos volver?

— Seguro...— y lo tomo de la mano. Caminaron juntos hacia los niños que estaba despertando.

La casa es bastante amplia. La decoración es minimalista y en tonos neutros al estilo Suman. La sirvienta había cambiado toda la ropa de cama y limpiado las áreas comunes. Ryusui pidió que solo le dejen la comida a él, quería presumir sus habilidades nuevamente.

Desde la sala había una terraza con vista al mar. Los niños estaban jugando cerca. Yuu era considerado con su hermana menor y la dejaba ganar creyendo que nadie se daría cuenta. Christine los observaba con detenimiento, ella los criaba de la manera que creía mejor y al parecer no los hizo mimados.

Los llamo para cenar. Esa noche preparo Spaghetti di frutti di Mare. Christine estaba enamorada del sabor, nunca lo había probado y se lo acabo antes de que Ryusui se diera cuenta. Los niños encontraban el platillo curioso, por la cantidad de mariscos y sus formas, y empezaron a comer solo el spaghetti. Ryusui les volvió a tomar fotos.

Después de que se ocultó el sol, los niños rendidos terminaron durmiendo en la terraza. Ryusui los llevo a una habitación mientras Christine estaba en la terraza bajo la poca luz que había.

— Christine, estaban demasiado cansados para seguir jugando. — anuncio al volver

— Es genial, recuerdo la primera vez que fui al mar, estábamos en la playa a una hora donde el sol estaba más fuerte pero aun así nos divertimos y después de arreglarnos fuimos a un antro.

— ¿Qué edad tenías? — dijo ofreciéndole fruta.

— Hmmm, quizás unos 15 años

—¿Eh? Aquí es ilegal ir a esa edad... ¿estás segura de que fue a esa edad?

— Por supuesto. — Confirmo — y allá también es ilegal.

Ryusui rio como si estuvieran los dos solos. No sabía que otras clases de excursiones ilegales hizo su esposa pero no hubo mejor tiempo para poder conocerla.

— Sabes, he pensado en que debemos arreglar el piso de abajo. Después de que nazca Jun, ya no tendremos otra habitación para él y los niños pronto querrán tener su propia habitación.

— Suena bien...

El dinero no les faltaba, solo sabían que era distinto entre invertir, adquirir y ahorrar. Aunque Christine no pintara mucho gracias a las ideas de Alejandro podía seguir vendiendo. Lo que era un ingreso mientras que Ryusui seguía cobrando un salario.

— ¿Volverás a actuar?

— No lo sé...quizás debería cambiar de agencia o trabajar independiente.

— Lo que sea que decidas, te apoyaré...— contesto la joven esposa.

— Lo sé...sé que soy afortunado de tenerte. — y saco un libro de cuentos infantiles

— ¿Que vas a hacer?

— Lo compré para leérselo a Jun. — y le acaricio su vientre. — Mamá te pone música de todas las épocas pero secretamente a ella le gusta solo el heavy metal — Rio al ver la expresión sorprendida de su esposa — ahora te leeré un cuento...

Mientras ellos se relajaban ignoraban las noticias que había en los medios.

La supermodelo Darí anuncio una pausa temporal a su carrera para dedicarse a la crianza de su hijo además la multa que se supone debía pagará fue entregada en efectivo al buffet jurídico de Yamashita. Este abogado estaba entre sorprendido y asustado. No sabía que ocurría o que se supone debía suceder, era muy raro obtener dinero de una forma tan rápida.

Intento comunicarse con su agencia pero habían terminado su relación laboral. Le parecía extraño. Mientras revisaba el efectivo se dio cuenta que había una nota escrita a mano que decía:




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