Azul Violeta (cuarto Libro)

XVIII.- No lo esperaba

Hace años, en casa... recordé un día en que mi mamá fue a un corto viaje de fin de semana. Me dio las instrucciones de siempre y me pedía mucho que fuera a pagar una deuda. Sabía que no confiaba en mí pero igual le dije que lo haría.

Siendo fin de semana, la mala suerte se hizo presente y se acabó el gas. El servicio no se reanudaba hasta el siguiente lunes y por primera vez eche en falta la presencia de un microondas o una parrilla eléctrica. Le llame a mama y no contesto, le envíe mensajes y no los leyó.

El problema tenía una solución obvia, sin embargo, lo que yo eligiera podría decidir si solo era gritos o gritos junto a castigos.

Tenía la opción uno: comprar gas; no había gran problema pero no tenía suficiente efectivo por lo que debería tomar un poco del dinero que me dejó para pagar la deuda.

Apareció la opción dos: comprar comida a domicilio; lo pensé mucho y aunque no había realmente mucho que pensar, el punto de que mi madre gritaría por malgastar dinero además de que solo contábamos con los pocos billetes que tenía en la cartera y no ajustaríamos para tres días.

Entonces apareció la opción tres: comprar víveres para preparar comidas frías pero ricas como ensaladas... prácticamente estaba escuchando los gritos de mama por solo preparar comidas frías algo que ella no permitían pues no le parecían saludables.

No era un problema difícil de solucionar pero las consecuencias serían terribles. Mamá me gritaría de cualquier manera.

Me decidí por la opción tres y el fin de semana paso rápido. Cuando mamá regreso estaba furiosa. No solo pague su deuda si no que mi hermano se quejó de que comió muchos vegetales crudos y eso no estaba bien. Él debía comer hasta saciarse y comer algo crudo no entraba en esa categoría.

Al parecer la respuesta correcta, según mi madre, era usar el ingenio como cualquier otro día. Recuerdo que ella me grito mucho y al final me castigo. No importa lo mucho que me esfuerce, cualquier cosas que hice están mal. Debía dejar de ser egoísta y tacaña para empezar a ver a los demás.

Allí recordé que solo era una parte de mi pasado escondida en un sueño.

 

Sentía como alguien acariciaba mi hombro. Abrí un poco los ojos, aún no salía el sol.

— ¿Qué? — pregunté adormilada.

— ¿Esposa? Llamo Alejandro. Dijo que entraron dos personas al taller y llamo a la policía. Necesitan que estés allí para revisar si falta algo o no. Además para hacer tu declaración.

— ¿Eh? Ya voy...— intenté levantarme pero por primera vez me di cuenta del peso extra que aún tenía conmigo.

Así nuestro viaje llegó a su fin.

El chofer nos llevó todo el camino. Los niños aun iban dormidos. Pobres de ellos, al despertar se darían cuenta que ya no estaban en esa divertida playa. Le enviaría un mensaje de agradecimiento a Dove cuando ella despertara.

Supuso que tanto Alejandro como Eva habrían dicho que iban a limpiar o salgo similar. Empezó a dormirse de nuevo. En este estado, se sentía más somnolienta de lo habitual. Sintió los brazos de Ryusui a su alrededor parecía que era el único despierto.

Al llegar a la comisaría, uno de los policías los paso a una sala de interrogación, disculpándose que en la entrada hubiera muchas personas por delitos menores.

Ryusui había llevado a los niños a su guardería. Ya estaban despiertos y les dijo que volverían más tarde y compraría helado para todos. Después acompaño a Christine a ver al policía.

Se encontró a Alejandro y Eva. Esta última tenía unas ojeras profundas y parecía tener mucha hambre. Alejandro se llevó la mano a la nariz rozándola. Christine conocía su significado: utilice tus materiales de pintura para trabajar; esa era la excusa por si la necesitaban.

Le preguntaron su relación con Alejandro y si conocía a los ladrones. Ella dijo claramente que él trabajaba con ella, después al ver a los acusados en la celda, no se sorprendió de verlos sino de reconocerlos. Una mujer joven que le resultaba familiar y Joiichiro, el ex manager de Ryusui.

El oficial a cargo le dijo que entraron a la casa como si nada además de que estaba en medio de una búsqueda y/o instalación de equipo de vigilancia. Christine y Ryusui negaron que se lo haya pedido a cualquiera de ellos.

Joiichiro ya había dicho lo ocurrido. Acompaño a la mujer a buscar a los bebés que solía cuidar. Aseguraba que Christine, los había sustraído de su hogar apenas llegó al país y quería recuperar a sus pequeños. Al ser una acusación muy grave si se demostraba su culpa, Christine podría perder su solicitud de residencia y permiso de trabajo por lo que la regresarían a su país o, en el peor de los casos, podría ir a prisión.

La mujer describió cada uno de los rasgos de los hijos de Christine. Ella no lo entendía. ¿Quién la envío?

Después leyó lo que dijo Joiichiro, esa persona es su hermana. Ella iba en busca de sus hijos que fueron sustraídos por Christine. Ryusui estaba enloqueciendo.

— ¿Puedo hablar con él?

— Lo siento, no puedo permitirlo. No está siendo arrestado formalmente.

— Mienten. De verdad, mienten. ¿Cómo van a ser atrapados instalando equipo de vigilancia y decir que buscan a mis hijos? No tiene sentido.

— Señorita Riels...— dijo el oficial que también ya estaba harto de verla casi a diario y quería mostrar un poco de consideración para resolver ese asunto pronto. — solo está vez.

— Gracias

Christine entro a la habitación donde están Joiichiro, lo conoció de una manera muy distinta y no entendía que ocurrió para que se comportarán como jamás lo había imaginado.

— ¿Así que Darí te envío?

— No, ya dije que fuimos por los hijos de mi hermana… Christine... deberías dejar de fingir, sé que no estás embarazada. Sé que esos niños no soy tuyos y de Ryusui, ¿hasta cuándo mantendrás tu mentira? Van a caer un día.




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