Azul Violeta (cuarto Libro)

XXXI.- Lo que él recuerda

— Solo dormiré una hora... solo una...— decía Christine a la almohada.

Ryusui asintió y la arropaba. Saco la cuna de la habitación y bajo hasta la sala. Allí se encontraba Katia limpiando semillas, de alguna manera se le ocurrió mezclarlas hasta que se dio cuenta de lo difícil que sería usarlas de esa manera.

— ¿Estás viendo otra serie? — pregunto al ver la televisión encendida y al parecer lo que era un programa de médicos.

— Si, es una serie corta. ¿No la has visto?

— No, ¿de qué trata? — pregunto mientras acomodaba la cuna de Jun, quien en ese momento estaba despierto.

— Trata de dos enamorados que huyen de casa para casarse pero su felicidad dura solo un año antes de que se divorcien. Se vuelven a encontrar años más tarde y buscan la manera de volver a estar juntos sin la promesa del matrimonio... — contesto — me encantó desde la primera vez que la vi.

— Bueno...ahora que me doy cuenta, yo nunca he actuado como un médico.

— ¿Qué? — Y sintió una pizca de curiosidad — Cuando se casaron, ¿qué fue lo más extraño que sucedió?

— ¿Qué? ¿Extraño?

— Bueno, Christine es extranjera, me imagino que fue difícil para ella adaptarse a una nueva cultura. No es como si lo supiera todo. — comento

— Jajajaja — rio recordando lo que fueron aquellos días — Creo que fue más mi torpeza que la de ella. — Comento — cuando recién nos mudamos a nuestra casa quise prepararle el desayuno.

— ¿Y qué?

— Bueno, prepare huevos fritos y licuado de fresa — contesto apenado— no lo volví a hacer después de eso.

— ¿Por qué?

— A Christine no le gusta, por no decir que lo odia. — explicó. — nos conocimos durante unos seis meses, vivimos juntos otros tres y después nos casamos. Desde que la conocí sabía que debía estar con ella y procure aprender todo para consentirla. Pero esa mañana quería sorprenderla con mis habilidades que olvide que algunos alimentos no le gustaban.

— ¿Y qué hizo? ¿Se enojó? — Katia ya no separaba semillas, ahora estaba atenta a la historia.

— No, ella lo comió alabando lo delicioso que era. — recordó satisfecho. — cuando nos casamos, ella sabía que no sería un matrimonio común; que quizá había demasiada gente entrometida o solo buscando un chisme para ganar notoriedad pero ella siempre estuvo allí.

— Hablas bonito de ella. — Comento — pero ¿y Christine? ¿Ella sabe cocinar?

— Por supuesto, aprendió todo tipo de cosas cuando vivíamos allí y cuando nos mudamos. Su comida es deliciosa.

— ¿Que tal sus hijos? ¿Ella los consiente mucho? Yuu y Anya parecen muy tranquilos a lo que se esperaría de unos niños. Viví en América un tiempo y pude darme cuenta que esos niños hacen rabietas y ellos no. — comento ella.

Ryusui no dijo nada. Ellos se esforzaron mucho para que desde pequeños aprendieran a confiar en los adultos cuando hay un problema en lugar de regañarlos sin saber la causa, si rompen algo preguntar por su bienestar y no gritar por una cosa material.

— No sabría decirte que hicimos distinto pero Christine no quería criar a los niños como la criaron a ella — explicó — antes de que llegaran a nosotros ella pensó mucho sobre tenerlos o no, además de que quería seguir trabajando, yo no soy nadie para impedírselo.

— ¿Escuché que los llevan a guarderías? ¿No es eso más difícil?

— Claro que no Katia. Christine cuida de su trabajo, niños y casa al igual que yo que cuido de mi trabajo, mi familia y mi casa, no sé cómo explicarlo pero es de esa manera. A nosotros nos funcionó pese a no tener tareas específicas cada uno.

Comenzó a cargar a Jun quien parecía querer dormirse, se atrevió a llevarlo en sus brazos. De momento, los niños estaban con sus abuelos. Ryusui no quería depender de ellos pero tampoco podía evitarlo del todo, sentía miedo que en uno de sus descuidos les pasará algo (otra vez) ahora que su aún esposa estaba indispuesta y no podían confiar en nadie más.

Ryusui comenzó a recordar cómo Christine aprendió a usar los electrodomésticos que se utilizaban para las tareas diarias pues en su familia nunca los habían comprado. No se consideraba pobre pero tampoco rica, simplemente su manera de vivir era diferente.

Algunas veces cuando tenía que grabar, escuchaba decir de su madre que Christine aprendió a cocinar tal cosa y después "sorpresivamente" ella cocinaba para él más tarde.

— Dime algo que Christine no puede cocinar 

— Postres. — respondió rápidamente. — le encanta comerlos pero nunca le quedan según la receta.

— ¿Acaso lo quemó? ¿Ella?

— No, hace las mezclas bien el problema es el decorado. Cuando hace betún nunca le queda como ella quiere así que solo comemos bizcocho con chocolate derretido — comento

— ¿Te divierte eso? — pregunto al verlo sonreír.

— Bastante...— suspiro — hay muchas parejas que dividen las tareas que cada uno debe hacer algo como, ella cocina, lava ropa y cuida de los niños mientras que yo hago limpieza y trabajo...es horrible desde mi punto de vista.

— ¿Porque? Solo por reconocerle ese trabajo, ¿no es suficiente?




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