Azul Violeta (cuarto Libro)

XXXIII.- Inesperado encuentro

— Ryu, llámame si te sientes mal, volveré lo más pronto posible...— le pidió Christine

— Tranquila, estaré bien, no es más que un resfriado, dormiré en un momento...— le aseguro. Ryu estuvo el día anterior haciendo ejercicio y se resfrío al mojarse con un aspersor.

 

Christine se despidió y fue a la galería. Ese día, Alejandro acordó varias reuniones con nuevos clientes que querían a The Queen como ilustradora de sus productos. Sentía que no debía rechazarlos así que accedió. Los niños estaban en la guardería como cualquier día excepto Jun, a quien llevaría a la galería con ella.

— ¿Que tal Sayako? — dijo al no reconocerla del todo. Verla tomando nuevas responsabilidades era algo que no imagino en ella, ni antes ni cuando Kathleen le otorgo el puesto de supervisora.

— ¡Christine! — dijo y fue a abrazarla antes de que Katia la bloqueará intencionalmente. — ¡¿oye?!

— Lo siento, está persona no quiere abrazos... — explicó. En realidad fue Alejandro quien le ordeno bloquear el ataque no quería que su colega se sintiera incómoda y fuera grosera con los clientes. Ante todo estaba el dinero y los negocios.

Katia miraba caminar a Christine. No sabía cuál era su secreto pero no parecía que tenía un bebé de seis meses pues se veía bastante delgada. No era muy alta, de hecho, Katia era alta para el promedio de su familia cerca de 1'74cm, pero para ella Christine parecía más alta y esbelta.

— Mírala Alejandro...va de nuevo con su café... ¿Cuántos van?

— Uno, solo lo está olfateando. Quizás no lo parece pero ella no toma café ni alcohol cuando está amamantando.  En realidad, se alimenta bien — respondió mientras acomodaba las nuevas pinturas según la luz.

— ¿No crees que también se ve más bonita que de costumbre? Desde que llegué aquí no la había visto con cabello largo — comento

Alejandro apenas la miro, Christine llevaba una simple coleta que dejaba libre la vista de su rostro, era verdad parecía hermosa, sintió que su corazón se agitaba un poco. No, no debía hacer eso.

— ¿Crees que haga ejercicio en las mañanas? Yo lo intento pero siempre me quedo dormida... ¿me preguntó qué tipo de rutina seguirá? — pregunto al aire. Christine estaba mirando una pintura y después fue hacia las oficinas.

Alejandro no entendía el fin de esa conversación. Christine menciono que vivía junto a Ryusui mientras arreglaban la casa. Los niños también estaban con ella y al parecer el asunto del divorcio quedó olvidado en un cajón, sin embargo no parecía ser una resolución tan simple. De cualquier manera, no era su asunto; debía asegurase que nadie interfiriera con su relación de negocios por que él también estaba apostando por el trabajo de ambos.

— Dime, ¿anhelas el calor humano? — pregunto Katia anotando el número de serie.

— No saldré contigo — respondió. Sayako apareció en el momento menos indicado para la conversación. Nunca había visto a Alejandro tan platicador.

— ¡No quiero eso! No me imagino salir contigo, por favor, si pareces más solitario que una roca, quizás hasta eres virgen. — le reclamo. Sayako quería desaparecer. Decidió alejarse lentamente.

— Mocosa, no te contesto cómo debería porque tú abuelo firma mis nóminas pero soy divorciado, no asumas que todos somos de tu condición, virgen aficionada... ¡hasta acá apesta lo desesperada que estás! — Contesto molesto — termina de revisar los números de serie y ve al almacén a revisar los envíos que deben salir hoy.

Katia asintió. Ella solo estaba con Christine para ayudarle a vender más en América pues sus trabajos eran mayormente ofrecidos y adquiridos en Europa y Asia. Alejandro pidió la ayuda del señor Miyamoto para abrir un nicho pues el lugar al que querían entrar tenía más influencia del arte pop que cualquier otro.

Katia trabaja como crítica de arte y antes de eso, desempeño como curadora pero no lo hizo mucho tiempo, estuvo mudándose de ciudad en ciudad para conocer a clientes potenciales y lo que define a cada lugar que pisaba.

— ¡¿Y que si soy virgen?! — Contesto en voz alta que hacía eco — ¡he sido virgen 27 años de mi vida! Nunca he salido con nadie ni me he enamorado... ¿eso me hace extraña? ¡No te burles de mí! — Termino casi al borde de las lágrimas — ¡¿y que si tienes más experiencia?! ¡Si supieras lo que es el amor, no estarías solo!

— Si vas a llorar mejor vete al baño, no hay nada más fastidioso que verlas comportarse de esa manera por un comentario que ustedes insinuaron. — y continuo caminando a su oficina.

Al entrar vio a Christine con Jun pegado a su pecho. No dijo nada. Se dirigió a su escritorio. El cliente que verían pronto es un representante de Galia Inc., tenía una propuesta para diseñar escenarios y algo más que no especificaba. Dada su influencia en el mercado mundial sería bueno que llegaran a un acuerdo.

— Pudiste ir a la sala de descanso...— dijo por fin sin mirarla.

— Huele a tabaco — respondió. — tomate mi café.

— Que mandona...— pero igual tomo la taza.

Los minutos en silencio parecían eternos. Bueno, no es que no conociera como se alimentan los bebés pero le parecía un poco incómodo. Christine le sonreía tiernamente a su hijo lo veía pero no podía creerlo, no imagino que en algún momento la vería de tal manera y eso lo hacía sentir fuera de lugar. Fingió hacer algo allí pero termino saliendo. Ella también fue tomada desprevenida pero tenía que actuar con naturalidad, no había nada más que hacer respecto a su imagen ella sabía que hacía y al parecer, él también.




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