Azul Violeta (cuarto Libro)

XLI.- Tardes lluviosas

Pasaron algunos días antes de que pudieran salir con normalidad. Christine se divertía mucho al publicar fotos de ellos y sus días comunes pero sin exponer a sus hijos. Ryusui lo encontraba arriesgado porque habían recibido amenazas de muerte entre tantos mensajes que les escribían. Nunca imagino que llegaría un momento en que su vida profesional y privada compitiera por fama.

— ¡Mujer! ¡Debiste avisarme! — Le reclamo Alan quien tenía a su disposición a la policía cibernética — lanzando bombas como si todos conociéramos tus planes.

— Lo siento pero me cansa que su existencia solo gire en lo que hacen otras personas. Lamento si lo hice sin aviso pero quería tomar cartas en el asunto — se disculpó pero Alan se rió.

— No te creas, yo estoy feliz de ayudarte. Dejaré que Minerva te visite un día, mientras pasa todo, no hagas otras cosas imprudentes.

— No te prometo nada, bye — y colgó.

Galia Inc. junto a los subordinados de Alan tomarían acciones en contras de los comentarios maliciosos que los han atacado desde el incidente de Darí-Joiichiro hasta la foto publicada.

En medio del verano, los niños solían jugar en el piso de abajo, Anya asistía a sus clases de música y ellos habían salido con la intención de comprar un álbum para las fotos que no había guardado en años.

Una lluvia muy fuerte los atrapó y regresaron rápido a casa, entrando con la ropa húmeda.

— Calentare el agua, baja a ver a Yuu y Jun, quizás ya se durmieron — pidió Christine, solo se ausentaron unos minutos. Ryu bajo para encontrarlos cobijados sobre la alfombra probablemente se quedaron dormido después de jugar.

Entre muchas modificaciones que tuvo la casa, ese espacio para jugar fue un accidente. Los niños estaban encantados.

— Esposa, báñate primero

— Vamos los dos...— le pidió sin pizca de vergüenza.

Entraron a la estrecha bañera después de lavarse el cabello. El agua se sentía bastante caliente. Pudo sentir los brazos de Ryusui rodeando su cintura. Christine bajo mucho de peso incluso su médico le dijo que por fin están dentro del rango normal saludable.

— Me sorprende lo valiente que eres... no sé si yo podría hace lo mismo que tu...

— Exageras, solo fui imprudente...nunca se sabe si habrá un loco entre todas esas personas que desean mi muerte...

Se calló de repente al sentir los labios de Ryusui besándole el cuello, sus manos estaban acariciando su vientre y pechos. Se daban el suficiente tiempo para ellos y que los dejara con ganas de más.

— Me gusta regresar a casa y escuchar a todos decirme bienvenido... ni siquiera mis padres hacían eso — comento mientras Christine a ponía frente a él.

Ryusui se mantenía en forma cuando no salía de viaje y su delgado cuerpo tonificado solo lo podía ver Christine.

— ¿De verdad? Siempre te daremos la bienvenida, deja de pensar de esa manera tan solitaria, estaré y estaremos allí para ti. — decía al tiempo en que se acerca más a él.

Su tiempo de calidad lo era todo. Aunque no lo dijeran en voz alta no descartaban que su suerte por fin hiciera su aparición y podrían tener otro hijo.

Más tarde durante le cena, los niños querían salir de viaje pero no a la playa. Estaban discutiendo opciones según un libro de turismo que encontraron en casa. Anya, Ryu la recogió de su clase, decía que quería asistir a la Academia de Música Whitelies.

— Es demasiado pequeña... — mencionaba Ryusui cada día. Le encantaba escucharla practicar pero no quería dejarla ir a recitales pues es la alumna más pequeña de edad y estaría expuesta a cualquier tipo de comentarios.

Algunas veces antes de su viaje, acomodaban las fotos. Christine encontró algunas fotos viejas dentro de los libros que había en las cajas que nunca abrió ni acomodo.

Yuu se divertía pegándolas en las hojas libres. Había muchos lugares que no había visto.

— Mira Anya, este es mi abuelo...— le mostró la foto — y está soy yo cuando tenía como 4 años...

La foto del abuelo mostraba a un hombre con un violín y una guitarra. Era bastante alto y apuesto. A su lado no había nada, parecía que estaba en construcción.

La foto de la niña mostraba su cabello ondulado, usaba un vestido lleno de volantes y parecía jugar en un parque.

— Mi abuelo tenía los ojos azules. Cómo los tuyos Anya. Fue un músico famoso cuando era joven — menciono. Ryusui se sorprendió, en su familia todos tenían ojos color café. — y mi padre tiene los ojos color miel.

— Son bonitos — contesto. Anya se parecía mucho a Christine cuando era pequeña, quizás la única diferencia era que Christine hablaba más a esa edad que Anya.

— ¿Y la abuela? ¿Cómo era la abuela de mamá? — pregunto Yuu mientras pegaba una foto. Jun miraba lo que estaba haciendo y moviendo las cosas que ponían frente a él.

— No hay fotos de ella. Solo sé que era española. De joven fue muy bonita pero falleció. Las fotos se perdieron en la restauración después de la guerrilla o eso me contó.

— ¿Que es fallecer? — preguntaron al unísono.

— Es cuando una persona ya ha cumplido su objetivo en la vida y debe cerrar los ojos hasta que aparezcan nuevos objetivos — contesto aunque no le pareció muy claro ni convincente lo que dijo.




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