Azul Violeta (cuarto Libro)

XLIV.- Atrapados a la primera

Durante su estadía ellos parecía estar en su propio mundo; Ryusui estaba de viaje, Christine salió de compras con Anya, Jun estaba en su clase de dibujo con un profesor que él escogió (ella lo aprobó) y le pareció bueno en teoría mientras Yuu, Scott y Víktor iban al cine.

Los tres chicos se conocían desde la infancia. Scott, el hijo de Dove, vive en Irlanda, de vez en cuando le gusta viajar con su mama cuando va a giras aunque también quiere estudiar mucho para dirigir algún día el negocio de su padre.

Víktor vive con su madre en el extranjero. Suele pasar todo el verano escolar con su padre además de llamarlo cada semana el resto del año. Siempre ha creído que su padre es extraño por no tener una novia o pareja formal para que nadie piense raro de él pero tampoco parece importarle. No negaba que admiraba como poco a poco se convertía en un artista plástico de nuevo.

Yuu... se sentía cómodo con sus amigos pero al mismo tiempo quería hablar con su padre. Quería discutir con él sobre su futuro antes de que llegara el momento de hacer esa discusión en la escuela. Si no decidía algo antes de culminar el año, perdería la oportunidad de ir a la universidad. Estaba poniéndose nervioso y eso le estaba provocando problemas para dormir.

— Vamos por aquí...— dijo el chico que iba al frente. Estaba en busca de nuevas aventuras. Yuu y Víktor lo siguieron hasta una zona en la que no deberían estar.

Caminaron por calles llenas de anuncios luminosos, quería entrar pero no tenían suficiente efectivo para los tres. Cada lugar ofrecía algo distinto y podían escoger lo que les llamará la atención. Pensaban que ya no existía ese lugar pero Scott lo investigo por internet y quiso visitarlo. Una zona exclusivamente dirigida a entretenimiento para adultos. Seguramente serían más flexibles que en otros países. Bueno, no podrían estar más equivocados desde el momento en que Scott insistió entrar a uno de los establecimientos.

— ¿Ryu? ¿Estás bien? — decía por video llamada.

— Ahora estoy mejor, extraño a mi linda esposa. — exclamo.

Platicaban sobre su día. Ryusui estuvo grabando en un barco todo el día y volverían a grabar cerca del amanecer. Christine estuvo trabajando un rato hasta que Anya se fue a dormir. Los tres chicos aún no regresaban pero Scott aviso que se quedarían a dormir en casa de otro amigo. Al ser un pretexto de último minuto podía imaginar que harían algo más pues, siendo que su hijo mayor no le aviso directamente podía imaginar que estaban en un lugar distinto pero no necesariamente peligroso. Le marco a su hijo pero este aseguro que estaban paseando por la ciudad.

— ¿Eso dijeron? ¿Crees que sea verdad?

— No — respondió — pero les daré el beneficio de la duda por si mienten. Creo que Yuu tiene muchas preguntas pero no quiere saber las respuestas. Es bueno que pase tiempo con sus amigos. Ahora, sí están en otro sitio pues es un asunto aparte.

Ryusui rio. Le encantaban esas respuestas. Esperaba el día en que la casa volviera a ser solo para ellos. Ella lo interrumpió diciendo que tenía una llamada.

— ¿Diga? — contesto

— Es el departamento de policía...— dijo una mujer. Al parecer detuvieron a tres chicos menores de edad en una zona prohibida. Christine se aguantó la risa y el enojo. Se despidió de Ryu y le aviso a Anya que saldría un momento.

En el camino se comunicó con Alejandro y Dove para platicarles lo ocurrido y ellos se disculparon en nombre de sus hijos. De alguna manera, no creían que Yuu fuera ese tipo de persona, una persona a la que le gana la curiosidad para hacer algo que claramente lo pondría en una posición comprometedora. Tanto Alejandro como Dove asumieron que sus propios hijos eran los culpables.

Al llegar a la estación, la señorita policía la llevo hasta una habitación. El recuento de los hechos fue que había tres estudiantes en el barrio rojo donde los atrapó un policía que hacía sus rondas y un profesor que estaba patrullando la zona. Uno de ellos estaba a punto de entrar en un establecimiento de apuestas donde solo se admiten mayores de edad. Ninguno dijo alguna palabra en su defensa solo se disculparon alegando que eran extranjeros.

Christine paso a verlos y lo único que distinguió fue a Scott intentando no mirar a nadie y Víktor que ocultaba sus manos.

— ¿Me los puedo llevar? Me aseguraré que escriban su reflexión. — le pidió al oficial pero el profesor lo interrumpió.

— Señora, me gustaría que advirtiera a Suzuhara Yuu que cualquier cosa que haga puede ocasionarle un mal futuro si no sabe medir las consecuencias. Es un alumno destacado que no debería terminar como delincuente. Los otros dos chicos no los conozco pero también son estudiantes. Las mismas palabras para ellos. Son jóvenes y quieren experimentar sin esperar un mal resultado. Entiendo que a veces la curiosidad gana pero como adultos debemos guiarlos de la mejor manera.

— Lo tendré en cuenta. —

Después de unas horas los dejaron salir. Christine sería responsable por los tres y los llevo a casa. Condujo en silencio, al llegar, apenas cruzaron la puerta y Yuu fue directo a la sala y se puso de rodillas, en silencio.

— Oye, Yuu, ¿qué haces? — pregunto Víktor confundido.

— Hice mal, ocasione problemas a mi mamá y moleste a los oficiales de policía. Reflexionare sobre mis acciones. — dijo con voz clara.

Christine no le ordeno nada pero lo dejo estar. Sentía que si lo regañaba en ese momento, sería peor para él. Víktor y Scott lo imitaron pero cayeron dormidos media hora después. Christine continúo trabajando hasta primera hora de la mañana. Era una noche en la que se sentía inspirada.




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