Azul Violeta (cuarto Libro)

XLVII.- Correspondencia perdida

— Anya, ven a comer — pidió Yuu quien servía la comida.

— Ya voy...— respondió y dejo su celular de lado. Apenas era diciembre y lo que le molestaba era que todas sus amigas sin excepción saldrían con sus novios. Era la mejor festividad del año y más importante que San Valentín.

Jun por otra parte tenía algunos problemas con el dibujo anatómico. Quería preguntarle a su madre sobre cómo trazar algunas partes del cuerpo pero no estaba en casa.

— Yuu, ¿saldrás de nuevo con Susan? — pregunto Jun intentando olvidar sus problemas.

— No, terminamos — y le sirvió un plato a rebosar de arroz frito. No dio explicaciones ni nada pero su expresión era casi de alivio.

Anya estaba comiendo en silencio. Muchas veces no se veían en casa pues cada uno realiza actividades extra. Jun tomaba clases de arte y Anya asistía a sus clases de música. Yuu parecía relajado pero no quería ni podía hablar de sus pensamientos libremente.

— ¿Sabes dónde está mamá? — Pregunto Jun — de verdad necesito su ayuda.

— ¿Por qué quieres ser pintor igual que ella? — pregunto.

— No será igual que ella. Quiero crear historias a través de mis trabajos. Cuando voy a sus exposiciones, todos sus trabajos cuentan historias cortas, me trasmiten muchas sensaciones. — comento emocionado.

— ¿Incluso si es difícil? — agrego Yuu quien dejó de comer.

— Bueno... no puedo aspirar a ser igual de famoso que ella pero quiero que las personas distingan mi trabajo. Quiero recibir sus elogios por mi esfuerzo. Suena poco sincero pero ese es mi sueño — dijo. — puedes preguntarle a Anya cuál es su sueño y quizás tenga una perspectiva diferente. Mi sueño nació después de ver su trabajo en una exposición y la emoción que trasmitía. He visto a mama pintar toda mi vida pero la impresión de un proceso y de un trabajo terminado, para mí fue distinta. Es una definición de felicidad que no conocía.

Ding Ding.

Anya se levantó a abrir. Había un cartero quien se disculpaba profundamente por haber extraviado una carta. Según explicó, quizás mientras las acomodaban se pudo haber caído en algún lugar y recientemente la encontraron, Anya reviso el remitente y decía " Kiniro Suzuhara"

— Entiendo. — dijo Yuu al terminar de platicar con su hermano. Lo entendía, lo entendía bien.

— Mamá está en el taller... ¿irán a verla? ¿Le pueden llevar esta carta? Va dirigida a ella. — pidió Anya.

— Yo iré — dijo Yuu — Jun, lavas los platos.

— Ok...— y se sirvió una tercera ración. Anya termino de comer y le ayudo a acomodar la cocina. Ella también tenía cosas que pensar, principalmente a causa de Leon. Su relación no iba como pensaba. No sabía si la idealizo pero quizás la novedad termino.

Yuu camino hasta el taller. No entendía porque estaba separado, según sus recuerdos en una casa estaban el taller pero no podría identificarla bien. Llevaba el sobre entre sus manos. Ellos sabían de la existencia de su tía Kiniro pero nunca la habían conocido más que en fotos. Era como esos raros familiares que nunca visitan pero existen.

Entró al taller. Escucho una música terriblemente ruidosa capaz de romper tímpanos que solo era opacada por las risas de alguien en el fondo del lugar. Camino hacia las risas. Vio a su mamá dibujando a lápiz y a su padre modelando graciosamente para ella. La música que se escuchaba no recordaba haberla escuchado antes y, en particular, no era de su gusto.

— Ahhh Yuu, ¿sucede algo? — pregunto Ryusui al verlo.

— Llegó una carta. — y les mostró el sobre. — También... quiero hablar con ustedes.

Christine quitó la música. Ryusui se acercó y miro el boceto. Solo estaba copiando la pose y ahora parecía estar encadenado. Era extraño, incluso para ella pues no le gustaba el bondage.

— Ohhh es una carta de Kiniro...— dijo Ryusui. — qué raro.

Christine la tomo entre sus manos. Abrió el sobre y encontró solo unas breves líneas.

“Hola Christine, lo siento tanto por irme de repente, no puedo con la culpa. Lo siento, lo siento, sabía que Ryan era malo pero estaba ciega. Me iré a vivir lejos y no volveré jamás. Desde donde esté, velare para que tú y mi hermano puedan formar una familia amorosa"

Christine busco la fecha y parecía sellada de unos años atrás, quizás cuando Yuu aún era bebé. Así que se suelen esconder bien las cosas. Puso una cara sería. Solo quería imaginarse que Kiniro vivía feliz al lado de Takashi.

— Papá, ¿ocurre algo? — dijo al mirar el boceto. — ¿este eres tú?

— Shhh — dijo. Saco su teléfono de la bolsa y entro a la página donde Christine subía sus ilustraciones digitales bajo el seudónimo de la silueta sensual de la Reina. Yuu no podía creer lo que veía y se cubrió los ojos. Era muy incómodo y a la vez se comporta muy inocente. — pusiste la misma cara que Anya.

— Yo no sabía que mamá ilustraba así. — comento. Conocía su apodo pero solo conocía la mitad de su trabajo, no más.

Christine no parecía haber escuchado el comentario. Se fue a la cocina y comenzó a preparar café. Regreso con tres tazas. La carta perdida de Kiniro le molestaba un poco. No sabía si la consideraba amiga o no, familia o no pues se fue sin despedirse, por no decir que desapareció pero tampoco se obligaría a buscarla también merecía ser feliz.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.