Azul Violeta (cuarto Libro)

L.- "No hay peor ciego que el que no quiere ver"

Hace un tiempo

— Hola King, ¡vine tan rápido como me dijiste! — saludo Alejandro.

— Hola, ¿quién es ella? ¿Tu novia? — pregunto señalando a Katia

— Algo así... tal vez sería bueno comenzar de nuevo con ella. Nunca se sabe que puede pasar. — comento.

— ¿Quién eres y que le hiciste a mi ex empleado que odia el amor y el mundo? — le dijo al tiempo que le entregaba un sobre hecho de tela.

— ¿Qué es?

— No sé. Un hombre joven lo trajo hace unos meses y me pidió que se lo entregara a Alejandro Blau. Solo eso porque no sé qué contiene. — Explicó — intente decirte muchas veces pero a ti no te gustan las platicas largas.

— ¿Y si está envenenado? — dijo al tomarlo casi con las uñas.

— Si estuviera envenenado no te lo estaría entregando yo...— le dijo. Alejandro sonrió y abrió el sobre. Adentro había una pequeña fotografía de un ultrasonido y una nota con una letra muy bonita. La miro con atención. La letra en la fotografía era muy fea pero podía distinguir lo que decía:

"Lo siento, de verdad me persigue la mala suerte, posiblemente seas el único hijo que podré tener pero nunca verás el día nacer. Lo siento. De verdad lo siento"

No entendía de quién era y que tenía que ver con él. Decidió leer la nota.

"Hola...lo siento si soy muy brusco pero encontré el diario de mi hermana mayor y mencionaba tu nombre, Alejandro Blau, supuse que tú eras el padre de ese feto pero si me equivocó, ¿al menos puedes entregárselo a él?

No se cómo luces pero investigue un poco y eres un artista que trabajo en King, donde también trabajo mi hermana Christine. Bueno...es tonto, lo sé pero, ¿habrá una manera de que puedas comunicarte con ella y decirle que la extraño? Es difícil de realizar, ¿no?

También, de ser posible puedes decirle que se comunique conmigo. Sé que no tengo esa posición de hermano pero ella jamás menciono lo que ocurría en su vida diaria ni siquiera que estuvo embarazada. Creo que fue nuestra culpa por no darle la oportunidad de confiar en mí o nosotros.

Investigue un poco y tuvo un embarazo ectópico. No lo sabía pero espero que tu si te hayas enterado...lo sé es raro que un extraño te escriba pero seguro podrás confiar en lo que digo pues adjunte una hoja de su diario, creo que Christine decía que iba dirigida a ti.

Si pudieras decirle que todas sus posesiones fueron vendidas, quemadas y rotas tal cual ella lo pidió, estaría agradecido. Lo siento por abusar de mi confianza pero me gustaría que le comunicaras que estamos bien.

Gracias.

Julio Riels."

Alejandro quedó boquiabierto. Miro la fecha. Era de su época universitaria... busco en el calendario los días, fueron las últimas veces que se vieron antes de que él se graduará... antes de no verse más... en esos días...no lo recordaba. Era como un mundo ajeno donde decidió que ya no era parte de él y al mismo tiempo, quería pensar que ella no podía olvidarlo.

Tomo la hoja maltratada, estaba temblando y comenzó a leer.

“Me sometí a una cirugía. Mis padres estaban furiosos por haber estado fuera de casa varios días seguidos pero, ¿qué más podía hacer? Resultó que fui al médico por fiebre y creí que me medicarían, sin embargo, en el consultorio me desmaye así que tuvieron que hacerme varios estudios.

Tuve un embarazo fuera del útero, me explicaron que dejarlo continuar podría afectar mi fertilidad en el futuro así que accedí a la cirugía. Estuve en reposo y regrese a casa. Seguramente es de él pues Enrique no me ha tocado en meses. No sé si decirle aunque lo más seguro es que lo niegue, ya no importa, no es como si tuviéramos una buena relación, se graduará pronto y no lo volveré a ver..."

— ¿Ocurre algo? — pregunto al ver su expresión.

— Nada...yo...debo irme...— dijo de repente. Había una expresión de tristeza en su rostro.

No podía culparla. Él era quien tenía que irse, siempre lo pensó y ahora era momento de cumplirlo. Tenía que dejar de vivir cerca de ella. Katia tampoco merecía sufrir de esa manera y debía poner fin a su relación.

— Me gustaría decirte algunas palabras antes de dejarte el trabajo a ti — dijo Alejandro en su oficina — Sayako, eres una persona muy talentosa, tanto Kathleen como yo reconocemos eso, sin embargo, deja de querer ser como los demás...Solo hay una Sayako como tú y eso debes aceptarlo, me alegra dejar este lugar en tus manos.

— Gracias, gracias...me esforzaré para que su trabajo durante tantos años no se pierda. — le aseguro.

Alejandro se despidió de sus empleados y tomo sus cosas para despedirse de ese lugar. Originalmente solo fue un capricho y quería estar con Christine de cualquier manera posible. Por andar jugando, la perdió para siempre y casi la lástima de una manera que no le desea a nadie.

Sin embargo, nunca se fue de su lado; la ayudo aunque ella se molestará incluso cuido de sus hijos, cuido de su carrera naciente considero que el momento de enfocarse en sí mismo había llegado. No era una crisis de la edad, lo había planeado hace años.

Tomo un libro que compro para ella y fue a su encuentro. Quería verla una última vez antes de que ella viaje junto a su esposo. La noche anterior llamo a Ryusui y le dijo que invitaría a Christine a una comida. Ryusui solo le dijo que estaba bien, él no tenía el derecho de mostrarse posesivo nunca, confiaba en ella.

Cuando llegó al restaurante, la vio feliz revisando su celular... posiblemente leyendo comics o algo similar. Algunos hobbies de ella no habían cambiado con el paso de los años.




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