Azul Violeta (cuarto Libro)

E3.- Anya regresa

Si hay algo que siempre llamo la curiosidad de Anya fue el tipo de relación que llevaba su madre con sus respectivos padres. Hasta donde recordaba, nunca los había mencionado, no los había visitado y solo tenía guardadas unas cuantas fotos que el tiempo comenzaba a maltratar. Ella no sabía si era o no un tema delicado y ahora que vivía en Estados Unidos era difícil abordarlo a través de una video llamada o un email común. Esa espinita por saber que fue de ellos o si aún vivían era incómoda. Quería saber y al mismo tiempo no preguntar en caso de que fuera algo que le provocará malos recuerdos.

Perdida en sus pensamientos, a su departamento llegó él. La saludo como de costumbre pero ella no escucho nada. Esa idea iba y venía pero no desaparecía completamente, no se atrevía a hacer la pregunta.

— Anya, ¿estás bien?

— Más o menos, estaba pensando en mis abuelos. ¿Cómo te fue en el programa?

— Traje algo de cenar, ¿vienes?

Su novio y concubino siempre cambiaba el tema cuando pasaba algo que no quería decir, parecía no estar consiente de ese hábito que mostraba frente a ella. Se conocieron cuando ella recién llegó al país. La revista donde trabajaba le hizo una entrevista al grupo donde él pertenece y ella fue la encargada de interpretar la conversación. Fue su primer gran trabajo. Hasta cierto punto era increíble como habían logrado establecer una relación amorosa sin la intervención de gente extraña y a ella le encantaba esa parte, todo se dio de manera natural. Sabía de primera mano lo que era estar relacionado con alguien famoso, su padre por ejemplo, y entendía bien la perspectiva de otras personas al saber que su ídolo tenía una vida propia, por esa razón, ambos se esforzaron para que funcionara conscientes de lo difícil que podría ser.

— Oye, estaba pensando en la vez que conociste a mis padres... ¿estabas nervioso?

— Mucho, por un momento pensé que no dejarían que viviéramos juntos. Sentí que me comían vivo.

Anya servía la cena que su chico había comprado. También recordaba ese momento con claridad y aunque ahora podía burlarse, la verdad, en ese entonces ellos estuvieron muy nerviosos por la respuesta de sus padres. Cuando su madre lo conoció, ella de inmediato noto que parecía idol y famoso pero no le prohibió nada sabiendo que si lo hacía, ella podría comportarse de otra manera. Durante toda su vida se mostró responsable, y si realmente quería ir en contra de su autoridad, no pedirían ese tipo de permiso. Anya había trabajo años para ganarse esa confianza. En cambio, su padre, se negó. No estaba en contra de la relación pero Anya era pequeña en un país extraño además el chico, en serio, no podía ocultar su aura de ídolo por lo que si llegara a pasarle algo a su hija, algo como acoso o invasión de la privacidad, él sería el culpable por exponerla.

Aún nerviosos, obtuvieron el permiso mientras cuidarán sus pasos. Christine sabía lo que era salir con alguien famoso, establecerse y que extraños opinaran sobre su vida en cada movimiento que hacía. Ella no quería ese tipo de vida para su hija. Con altibajos, trataron de que funcione su relación y casi un año después, estaban a punto de dar otro paso muy importante.

Anya le pidió matrimonio a Sui.

Sui en alguna ocasión ya había mencionado sus planes juntos pero ella dejaba entrever que casarse aún era una meta que no se había propuesto; seguía estudiando y trabajando, tenía más estudios que realizar antes de empezar a trabajar en su actividad ideal además si decidían tener hijos, tenía que hacer una pausa obligatoria, sin embargo, nada de eso se interpondría en lo que ella quería hacer porque jamás le dijo lo que esperaba de ella cuando se convirtieran en esposos. Sui no permitiría que se sintiera mal por quedarse atrás cuando ya tenía todo planeado.

No iba a encontrar otro compañero como él por eso decidió casarse con él. Si lo dejaba ir, mejor se quedaría soltera.

— Ya reserve el vuelo para el próximo mes, ¿le avisarás a tus padres?

— No, llegaré de sorpresa. — Confesó Anya — también quisiera visitar a mis hermanos pero a ellos si les tengo que avisar.

— ¿No dijiste que Jun está en Francia?

— Si pero en vacaciones visitará a nuestros padres... Me estoy poniendo nerviosa. ¿También visitaremos a tus padres?

— Si pero... Hmmm... Aunque ellos saben de ti, no aprueban nuestra relación, ¿lo recuerdas?

— Lo sé pero mientras no cambies de opinión, me mantendré en la misma idea de casarnos.

Sui ya no estaba más nervioso, respiro aliviado y confesó.

— La empresa que me representa... quiere que regrese a Japón. Al parecer el grupo mixto no ha dado los resultados esperados y quieren que promocione en el país donde nuestra popularidad aun es alta.

— Ah... ya veo pero, ¿cuál es el problema?

— No es tanto un problema solo que, tienes tu trabajo aquí y quiero saber si estás dispuesta a mudarte de nuevo... sé que tus padres estarán cerca pero quiero saber tus planes. Sé que siempre soñaste trabajar aquí así que, si mantenemos una relación a distancia será mejor que pospongamos la boda.

— Hmmm Es difícil de decir, quiero hacer un grado de musicología y trabajar en una revista especializada puede ser aquí o allá. Pero mis estudios solo pueden realizarse en este país.




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