Azul Violeta (cuarto Libro)

E6.- Su mayor miedo

La conversación termino y fueron a dormir. Muy temprano, Sui se despidió recordándole que tenía un compromiso temprano y volvería después del almuerzo. Anya lo despidió medio dormida para irse a acostar de nuevo. Se sentía con frío y estaba muy cansada, que se durmió de inmediato. Hacia medio día, un dolor punzante y repentino que la hizo retorcerse, la despertó. Por un momento creyó que se cayó de la cama o se pegó contra un mueble pero, ese dolor la hizo doblarse casi a la mitad de su cuerpo y asustarse antes de entender que algo le estaba sucediendo.

Sin embargo, ese dolor despareció tan pronto como había llegado. Quedo la sensación de que el mínimo movimiento le causaría daño. Su mente estaba con la sola idea de tomar algún medicamento para calmarse pero tenía miedo de moverse.

Sobraba decir que se sentía incómoda. Se levantó lentamente, tomo una medicina para el dolor y fue a preparar el almuerzo; poco a poco caminar hacia que sus piernas se sintieran débiles. Era algo que nunca le había pasado. Pensó, muy a su pesar, que quizás era su período. Se convencía a si misma que aunque ella no usaba ningún anticonceptivo, tenían mucho cuidado cuando tenían intimidad; podría ser algo relacionado con eso aunque no lo pudiera explicar. Si buscaba en su celular lo que sentía, miles de páginas señalaban cientos de enfermedades que solo la estresarían y harían que se imaginara lo peor.

Comenzaba a asustarse cuando el dolor volvió y la hizo caer al suelo.

Pensó en llamar a su mamá y después, ella estaba al teléfono esperando que su novio respondiera. Con poca fuerza logro llegar al sofá para sentarse.

Empezó a llorar desesperada, sentía que se ahogaba. Sui no contestaba. La posición en la que estaba parecía ayudarle a disminuir la molestia pero el dolor iba incrementando que quería gritar.

Se abrió la puerta.

— Anya, ¿qué sucede? — pregunto al verla. Estaba acostada en el sofá, no se movía ni tenía expresiones en su cara pero solo por el movimiento de su boca podía decir que tenía algo.

— Me duele... no es fuerte pero me duele. Vamos al hospital, ¿sí? — respondió asustada

— Si... — contesto. Estaba pálido de miedo al verla, solo por su expresión parecía querer aligerar lo que sentía con la intención de no preocuparlo.

Le puso los zapatos y bajaron al estacionamiento. Ella ya no podía caminar erguida. La ayudo a sentarse en el asiento de copiloto, le puso el cinturón y ella podía sentir como ese dolor iba incrementando. Sui miraba a todos lados como si quisiera comprobar algo pero ella no vio otras personas además de ellos. Salieron del estacionamiento con dirección al hospital. Ellos vivían lejos del hospital más cercano y no había clínicas que pudieran atenderla.

— Anya, ¿dónde te duele?

— Es mi costado pero más abajo. Siento como si me clavaran algo y lo empujaran.

— Tranquila, llegaremos pronto.

Sui iba mirando el espejo retrovisor y soltó una maldición. Anya intento mirar pero ahora la molestia se hizo paralizante. Sin querer comenzó a llorar otra vez. Lo que pasó después, sucedió en cuestión de segundos. Sui iba conduciendo en su carril cuando dos autos chocaron contra él. Anya sintió el golpe de su cabeza contra el tablero, Sui trato de abrazarla al momento que era golpeada su puerta. Cómo si no fuera suficiente, uno de los autos intento moverse aunque los golpeara. Era demasiada casualidad como para tratarse de un accidente. Anya ya no sabía que estaba sucediendo, cerró los ojos por un momento imaginándose que en cualquier momento llegarían sus padres a rescatarlos.

Vagamente Anya recupero el conocimiento. Había personas hablándole. Le dolía el cuerpo e intento moverse. Desorientada apenas entendía que le decía pero no sabía si estaba respondiendo o no.

— ¿Avisaron a sus familiares?

— Lo intentamos pero no contestaron, viene en camino su contacto de emergencia.

Cuando recupero el conocimiento, Anya estaba demasiado alterada. Tenía algo en el cuello que le impedía moverse, en la camilla iban y venían personas que la revisaban. El dolor que sentía antes, se había convertido en una molestia menor, no sabía dónde estaba ni como llego pero tenía que hablarles.

Fue entonces que vio una cara conocida. Él llegó agitado, nunca pensó que vería esa expresión en él, se acercó a ella para verla y después se dirigió al médico que la trataba. Hablaron un poco mirándola. Anya se relajó tanto que no estaba consciente de lo que estaba haciendo, empezó a moverse bruscamente y grito:

"Quiero a mi mamá" "Llamen a mi mama" "Quiero a mi papá"

Sus movimientos y gritos alertaron al personal alrededor de ella. Intentaron calmarla pero ella usaba sus extremidades libres para alejarlos. No le importo volverse a lastimar. Vomito a causa del forcejeo, su cara llena de lágrimas solo pedía ayuda. La ayudaban a ponerla de costado sobre la camilla y vio a varias personas a su alrededor entre ellas, él se acercó a hablarle.

— Tranquila Anya, tu madre viene en camino. Le llame y ya viene... dinos que te sucede.

— Me duele... me duele... — recitaba al momento que ponía su mano libre en su abdomen. El médico empezó a revisarla y ordenó algunos estudios adicionales. Él miro como se la llevaban en una camilla. Salió a la sala de espera cuando recibió un mensaje.




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