Azul Violeta (cuarto Libro)

E9.- Metas y Violet

— Mamá, ¿podemos hablar un poco?

Era un día calculado. Sus hermanos estaban haciendo sus actividades y su padre estaba dando una entrevista para una revista. Christine estaba trabajando en su taller junto a Alejandro.

— Iré a comer y tardaré mucho. — anuncio y salió después de oír la petición.

Yuu se quedó en silencio mientras su madre preparaba café. Le sirvió y se sentó en la mesa que había en la cocina.

— ¿Estás bien?

— Mamá, ¿por qué te corrieron de tu casa? Me quedé pensando en que mencionaste eso hace poco y bueno... antes también escuche que junto a papá hiciste varios arreglos monetarios para nosotros. No sé, solo… me quede pensando en ello.

— ¿Qué? Hmmm bueno, porque fui mala hija... — contesto pero por la expresión de Yuu, no quedaba claro ese concepto — en ese entonces trabajaba con otro artista y tuve un accidente cuando me caí de las escaleras y me lastime mi brazo. En mi país, al empezar a trabajar te pagan por debajo del mínimo en cualquier carrera con o sin experiencia; mi madre creía que las artes y el dibujo no me darían un buen ingreso porque seguía en el puesto de ayudante, que según ella, no debería tener. Ese día, creí que mi carrera estaba acabada, discutí con mi madre y me echó de casa porque se cansó de mí. Mi actitud era muy mala. Mi jefe fue un excelente jefe que me oriento hasta que me establecí pero nunca fue suficiente.

— ¿Así nada más?

— Si, probablemente pensó que volvería y me disculparía haciéndole caso en todo pero no podía hacer eso. Era muy estresante cumplir sus normas porque nada la tenía contenta. No fue solo mis años de licenciatura sino toda mi vida de estudiante.

— ¿Y después que hiciste?

— Trabaje, me tomé un descanso, aprendí cosas y me mudé a Japón usando mis ahorros.

— ¿Y tu padre?

— Cumplió su deber dándome dinero para estudiar y nada más. Rara vez intervenía en las decisiones de mamá, se mantenía al margen todo el tiempo pero también era bastante estricto. No dudo en usar mano dura cuando creyó que yo estaba haciendo algo incorrecto.

— De casualidad, ¿tu mamá sabía que eras inteligente? ¿Se sentía orgullosa?

— Por supuesto que sabía y no, no estaba orgullosa. Lo sabía pero no estaba conforme con tener una hija como yo. Lo sabía pero yo no admití que ella me vio como la forma de que su familia política la aceptará. Ella me dijo en incontables ocasiones que debí nacer niño porque una niña no sirve para nada. En sus respectivas familias, las mujeres fueron tratadas como menos, yo iba por el mismo camino hasta que me echaron. A ellos jamás les importo que fuera inteligente o que tuviera buen promedio escolar porque no era hombre y eventualmente, me embarazaría y casaría. No podía pasar el apellido y eso era la peor situación posible. Eran contadas las mujeres de mi generación y siempre nacieron más hombres en cada familia de mis parientes. Yo tengo dos hermanos menores que apenas conozco.

Se quedó en silencio. Tenía un nudo en la garganta pero aun así pregunto.

— ¿Y yo? ¿Estabas feliz porque nací niño?

— Yo... nosotros queríamos un bebé y llegaste tú. Te amé desde el momento en qué me enteré que estabas en mi vientre.

— ¿En serio?

— Si, obviamente estaba asustada de convertirme en madre y tenía muchas dudas. No tenía muchas personas en quienes apoyarme, trate de mejorar y hacer que mis hijos sean felices sin que yo los presione por ser perfectos. No quería repetir los mismos errores de mis padres. Eso no significa que no les ponga atención o no haya reglas solo que al explicarles que pasa si las rompen, de antemano conocen las consecuencias. Me entristecí bastante cuando no pude hacer nada para evitar que te cargaras de tanto trabajo, intentamos por muchos medios que dejaras de centrarte en algo que te estaba torturando pero cada vez que lo mencionábamos, evadías el tema y nos ignorabas. Llegue a pensar que la confianza que tanto intente inculcar no funciono en ti y querías resolver todo por ti mismo. Tu padre me pidió que te observara pero no interviniera. Yo fui criada en un ambiente distinto y quizás, mi manera de pensar no sería aceptada en esta sociedad. Quería que dieras el primer paso para que entendieras que podías hablar con nosotros sobre el tema que quisieras aunque nosotros tuviéramos una idea de lo que te sucedía.

Yuu no sabía que decir. Días atrás escucho que sus padres ahorraron dinero para ellos por si iban a la universidad o se mudaban e iniciaban un negocio; no estaban solos. De repente, él vio que estaba equivocado en muchas cosas. Creyó firmemente que tenía que ser un ejemplo para sus hermanos pese a que su madre le dijo que no, también creyó haber perdido su confianza por andar en lugares donde no debería estar. Allí estaba ella, respondiendo sus preguntas sin enojarse.

— Mamá, cuando me mudé... ¿me llevarás comida?

— Por supuesto, ¿ya elegiste donde vivirás?

— Estoy revisando, cuando termine, van a acompañarme.

— Entendido.

Una breve conversación no borro todas sus inseguridades pero abrió su panorama. Podía platicar con ellos en cualquier momento. No entendía como ignoro el hecho de que estaban preocupados por él y su mala actitud. Nunca lo considero pero sus hermanos pudieron haber pasado por lo mismo y aun así, buscar ayuda. Las situaciones fueron diferentes pero, dijeron lo que sentían como podían.




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