Llegó a ese país europeo al amanecer.
Anya había dormido casi todo el viaje, despertó y lo primero que hizo fue recordar cómo se despidió de sus padres en el aeropuerto, parecía que nunca los volvería a ver. Cuando investigó la escuela a la que iba y quería asistir, pensó que lo mejor era sentir el ambiente donde viviría. A diferencia de cuando fue a Estados Unidos por una recomendación, esta vez no tendría una escuela que la respaldara. Nunca había hablado español con alguien fuera de su casa, su madre les enseño frases simples pero nunca lo estudio correctamente. Estando en otro continente a un avión de distancia, quizás se perdería el nacimiento de su sobrino pero no quería sentirse mal por estudiar y avanzar pese a no estar cerca de su familia esperaba que ellos entendieran. Esos fueros sus planes y no los iba a cambiar.
Investigo en medida de lo posible como desplazarse por el lugar. Visito la escuela. Pidió información y le pareció interesante la curricular que manejaban por lo que se decidió por inscribirse inmediatamente. Su manera de actuar impulsiva a veces la llevo a tomar decisiones apresuradas pero en esta ocasión, lo había pensado mucho. No importaba cuánto investigo, la información y sus planes la guiaban a esa escuela y le gustaba. Era arriesgado decir que era el destino pero lo parecía. Extrañaría, y se repita a medida que estaba recibiendo los requisitos para sus trámites, que lo hacía por su bien y no por que estuviera huyendo de los recuerdos que dejó esa persona.
Sus sueños de niña se estaban haciendo realidad al estudiar su grado en musicología.
Salió del edificio y camino por los alrededores. Sin su GPS realmente estaría perdida pero afortunadamente había varios turistas que como ella iban conociendo ese lugar. No entendía nada pero era cuestión de tiempo antes de que ese lugar se volviera su nuevo hogar; mientras exploraba, le llego un email de su antiguo trabajo donde mencionaban un lugar afiliado a ellos donde podía entrevistarse para un trabajo. Las cosas iban bien y cuando se estableciera, mejorarían para hacer de este lugar su nuevo hogar.
Por otro lado, Christine y Ryusui acababan de llegar a París. El viaje no le hizo ninguna gracia a Christine que parecía cansada y fastidiada. Ryusui estaba un poco más acostumbrado pero no por eso menos cansado, se encargó de cuidarla un momento mientras su hijo llegaba por ellos. El mismo fue a conseguir su equipaje siempre teniendo un ojo en su esposa que estaba sentada un poco lejos de él, con dos maletas a su lado, regreso a ella.
— ¿Todavía te preocupa Anya? — pregunto después de verla revisar su celular
— Mucho, sé que puede estudiar donde quiera pero mi pobre niña, estará en un lugar desconocido y sola.
— ¿Quieres quedarte con ella?
— No podría hacerlo. Anya debe apoyarse en nosotros pero continuar por su cuenta. Creo que estará bien a pesar de que me preocupe por ella. Ella vendrá pronto.
Ryusui no alcanzo a responder cuando Jun apareció junto a ellos. Los abrazo como si hubiera sido años desde la última vez que se vieron y empezó a platicarles hasta por los codos los lugares que visitaran juntos. Christine solo viajo en pocas ocasiones a Francia y nunca lo encontró atractivo pero Ryusui lo visito por trabajo y nunca tuvo tiempo para hacer turismo debido a su agenda apretada. Se notaba el esfuerzo que puso Jun en el viaje para que resultara más relajante.
Iban en camino al apartamento de Jun, él explico que la exposición se lleva a cabo en tres lugares distintos, según su grado, que incluía un centro de arre y un famoso museo. Él participaría en una exposición en el centro de arte donde mostraría sus primeros trabajos como profesional llegando a presumir que algunos de ellos, ya se habían vendido; llegando al lugar, había muchas personas en la calle. Jun los saludo con cierta familiaridad dejando entrever que su francés se había vuelto fluido. Ambos padres estaban orgullosos de verlo desenvolverse. Jun los llevo hasta la habitación que usarían y después los invito a comer. Christine se sintió renovada al instante y más cuando Ryusui la tomo de la mano prometiéndole que en poco tiempo, disfrutarían de la compañía del otro.
Jun les dio un tour por los lugares que creyó que les gustarían. Recordó aquella vez donde lo llevaron por primera vez a esa ciudad pero no pudieron hacer casi ningún recorrido por falta de tiempo, en ningún momento dejo de hablarles de lo que espero de esa ciudad y como vivir alli, cambio su vida.
Tras unos días, fue la inauguración de las exposiciones. Christine no podía evitar observar y criticar los trabajos. Ryusui se quedaba mirando el calendario a de exposiciones siendo Jun uno de los pocos estudiantes que tenían exposiciones propias de pintura de género*, y no en conjunto como se esperaba de algunos estudiantes. Algunos de sus cuadros ya estaban vendidos y a punto de ser retirados de la sala además por lo que escucho, él había ofrecido varias entrevistas sobre su inicio en el arte y sus fuentes de inspiración sus tutores lo habían considerado como un artista en potencia.
Se sorprendió comprando una de esas revistas a espaldas de su esposa.
— Mamá, no vayas lejos sin mí — Pidió Jun sujetándola del brazo.
— ¿No estabas atendiendo clientes?
— Hoy no. Hay una persona para eso. Lo que se supone debo hacer es robarte un rato de papá.
— ¿Qué?
La encamino hasta el fondo de la sala. Allí distinguió que solo había bocetos o dibujos al carboncillo. Caminaban lentamente sin dejar de observar las figuras que habían dibujado que iban desde objetos hasta autorretratos. Sonrió al recordar sus primeras prácticas de dibujo y desconocía el paradero de esas hojas de trabajo que jamás reclamo. Justamente, hubo un dibujo que le llamo la atención, era una mezcla de carboncillo y pastel, el autorretrato de una mujer que jamás estuvo conforme con su físico y tenía muy pocas fotos de sí misma, la pose y la mirada del retrato era vacía y melancólica incluso ahora que tenía una familia que la consentía hasta el cansancio.