— Señorita Yourata, sería mejor que descanse. Parece agotada.
— Abogado, ¿la prueba fue verídica? No quiero hacerla de nuevo.
— Por supuesto. Le ayudare a que él se haga cargo de su hijo. — contesto el abogado. Darí estaba en casa a punto de irse a dormir.
Estaba agotada. Siempre pensó que ella sería igual de poderosa al llevar un bebé en su vientre pero ahora se sentía desconcertada. Nadie parecía tenerle ni una pizca de empatía.
No lo admitiría ante nadie pero Ryusui le parecía atractivo e ideal para tener hijos. El asunto de este momento... ¿Cómo pudo pasar por alto a una mujer como ella? Era terriblemente fastidiosa. Creía que si debilitaba sus lazos eventualmente iría a su lado. Parece que ellos se amaban más de lo que aparentan... quizá.
— Señorita. El juicio está programado para abril. Será a puerta cerrada por petición de la otra parte — le aviso con el teléfono en la mano.
— Gracias abogado, sus honorarios están en la mesa. Lo veo mañana.
— Si, hasta mañana, que descanse.
Darí se sentía tonta. No sabía que aún había personas que se amaban de manera incondicional. Era patético verlos. Él no era para nada responsable de sus acciones y jugaba a ser el bueno en ese lugar.
¿Y la mujer qué? Aparece como si nada y derrumba sus planes. Tantos años que tardo en mejorar sus técnicas pero alguien aparecía y las destruía como si fuera un juego de niños. Tomo un libro que solía leer, necesitaba prepararse más.
— Mi bebé, te leeré un cuento...— decía mientras abría el libro — se llama Blancanieves... — decía sonriendo
Christine escucho claramente.
Su suegra decía que sus hijos estaban perdidos.
— Mamá, ¿Cómo que salieron sin que se dieran cuenta? ¿Qué se supone estaba cuidado? — pregunto Ryusui enojado intentando no gritar.
— Estaba peinando a Anya cuando comenzó a llorar. No comieron nada y los lleve arriba. No sé en qué momento salieron pero no hacían ningún ruido y los buscamos por toda la casa. — empezó a explicar. Christine escuchaba eso como excusas por su incompetencia.
Ryusui intento tomar la mano de su esposa pero ella salió en dirección a la zona comercial más cercana a ese lugar. No estarían lejos, eso pensaba. Debía buscarlos y no dejar que estuvieran nunca más con ellos, no sin su supervisión. Se confió… creyó que por ser sus suegros no pasaría nada pero ellos tampoco tenían obligación de cuidarlos. Deberían considerarse afortunados de que no los denunciara por llevarse a los niños y enviarla al hospital o los cargos que se le ocurrieran pero solo podía pensar en encontrarlos.
— Ves, ¡esa mujer ni siquiera me escucha! Lo hemos buscado por horas pero no deben haberse ido muy lejos. — Dijo la mujer alzando la voz — se nota que hay algo mal en ella y sus descendientes…
— ¡Madre! ¿Esta es la clase de familia política que deseabas? ¡No son solo sus hijos son míos también! ¿Por qué le estabas peinando el cabello a Anya? ¿Qué clase de cuidado les diste estos días? ¡Son unos niños! ¿No eres madre también como para saber que pude pasarles en un descuido?
— ¡Me preocupo por ti! ¡Esa mujer te tiene engañado! ¿Cómo sabes que son tuyos? ¡Siempre me moleste porque te cásate con esa extranjera! Pudiste elegir una mujer de este país pero trajiste a una extraña. — comenzó a decirle acaloradamente. Le agradaba Christine o la Christine que conoció pero su historial con hombres hacia que perdiera su confianza en ella.
— Voy a encontrar a los niños y después hablaremos.
Christine ya se había alejado bastante. Preguntaba en cada tienda abierta que veía. Muchos dependientes solo dijeron que vieron a esos niños con la señora Kimi. Una mujer en particular decía que siempre escuchaba a una niña llorar en silencio.
Ryusui rápido la alcanzó. Le pedía que no se esforzara. También era malo para ella.
— Ryu... ¡busca lugares donde haya juguetes de estrellas! Busca rápido...— pedía al borde de las lágrimas.
Esperaba que estuvieran juntos. Alguna vez les dijo que si se separaban de sus padres buscarán estrellas y ellos irían a buscarlos. También pudo decirles que buscan un policía pero Yuu era demasiado tímido para hablar con un extraño y Anya lloraba en lugares desconocidos.
No sabía si fue buena idea o no pero esperaban encontrarlos pronto.
La tarde abrazaba al mundo con su clima cálido. Christine estaba tan cansada. Olvidó su teléfono en el auto, no llevaba dinero ni alguna forma de comunicarse con Ryusui. Sus pasos le causaban cada vez más dolor. El camino parecía bastante largo, ¿porque no lucho por ellos? ¿Porque permitió que alguien se los llevará?
No era momento de culparse. En algún punto se volvió a reunir con Ryusui. No sabía si sus suegros continuaron con la búsqueda. Ahora solo les quedaban algunas tiendas de juguetes para niños.
Entraron. Le preguntaron al encargado por los niños, nadie los había visto. Había solo una tienda más. La policía se unió a ellos pero en calles cercanas nadie los había visto. Uno de los dos mentía. No podía pensar claramente, estaba desesperada; comenzaba a imaginarse que algo sucedió o que en realidad nadie los vio y estaba buscando a ciegas después de escuchar varios testimonios de avistamiento.
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Editado: 09.11.2023