Azul Violeta (tercer libro)

XXXVII.- Lo que no se puede comprar

— Hmmm...— Murmura mientras miraba su teléfono —  el libro menciona un nombre diferente, podría preguntar...— y busco a un empleado alrededor...— no, lo que sea...

Darí salió a comprar ingredientes para preparar algunos platillos de un recetario. Rara vez cocinaba pero este día quería comer algo casero. Al fin se dio cuenta de cuan solitaria era su vida.

No tenía nuevos sueños ni metas que cumplir, la hacían sentirse hueca de un momento a otro.

Después de salir del lugar, se le antojo comer helado. No quería regresar. Pasaría a alguna tienda de conveniencia en el camino. Compraría helado, donas, algún pastelillo. No sabía porque pero no sé sentía a gusto desde hace días.

Su abogado no mencionaba novedades pero de todos modos cualquier cosa que le dijeran le hacía sentirse vacía.

 

— ¿Estás seguro? Podría ir después....— le decía Christine a Ryu. Él dijo que quería probar algunas cosas nuevas mientras estaba descansando. Christine llevaría los niños a la guardería como de costumbre mientras iba a hacer algunos mandados.

— Seguro. Cuando regreses tendré la comida lista. Podrías dejar a los niños y los cuidare.

— No lo creo. Ellos también tienen amigos con los que quieren jugar. Anya presumirá su nuevo corte de cabello a sus amigos — contesto. — deberías tener un día solo para ti.

— Lo haré... ¿alguna sugerencia para la cena?

— ¿Estofado?

Ryusui asintió, hace mucho que no cocinaba para Christine.

Los niños se despidieron diciendo "adiós papá" mientras movían su mano. Christine apenas abrió la puerta y vio a una mujer recargada en la pared. Parecía llevar tiempo allí.

— ¡Christine! Buenos días...

— Buenos días... ¿Por qué estás allí?... pudiste tocar

Myra no respondió de inmediato. Se esforzó mucho para cocinarle algo que pudiera comer.

— ¿Myra? ¿Ocurre algo?

— ¡NO! — su voz demasiado alta para los niños

Christine la miro desconcertada.

— ¡Vamos de compras! — sugirió Myra.

Christine la miro como se puso nerviosa. Myra evitaba mirar a la cara cuando eso ocurría. A veces escondía sus manos.

— Vamos...

— Ok...traje chocolate caliente... también pueden beberlo los niños.

Les sirvió un poco antes de caminar a la guardería. Los niños lo aceptaron de buena gana sin embargo Myra escucho el susurro de Anya diciendo "está frío"

Christine se dio cuenta después de tomar el primer sorbo, ¿cuánto tiempo estuvo esperando...?

Llegaron a la guardería. Myra no conocía esa calle. Christine frente a ella parecía una mujer plena que ha cumplidos todas sus metas en la vida mientras ella aún se aferra al pasado. Ni debería culparla por no hablarle más...

— ¿Myra? ¿Estás bien?

— Si... ¿qué cosas vas a comprar?

— Tela, botones, algunos pinceles y libros...tal vez la despensa. También necesito otro cuaderno para bocetaje...

Myra estuvo a punto de preguntar porque no iba Ryusui con ella. Se llevó la mano a la cara dándose un golpe, a eso vino y lo olvido, no es como si fuera salir a su antojo ese hombre ¡Que mensa!

— Si te golpeas mucho, Víktor se pondrá triste.

 

Fueron al centro comercial.

Myra no podía hablar correctamente. Se sentía nerviosa de decir algo equivocado. Pero debía ser en ese momento. Debía decirle lo que había guardado tanto tiempo.

— Christine, ¿sigues molesta?

— Hmmm ¿quieres hablar de eso? ¿Aquí? — dijo mientras estaban en una tienda de kimonos. — No estoy molesta

— Pero ese día...yo te pedí una explicación y después me di cuenta de que no estaba en posición de pedir nada...

— ¿Le darás muchas vueltas al asunto?

— Solo hasta que llegue a la respuesta que quiero....— se alejó un poco para ver más kimonos.

Christine iba de un lugar a otro. Compraba varias cosas para ella y su familia. Ryusui solía acompañarla pero ahora era casi imposible que él saliera; todos estaban a la expectativa de quién es la mujer que les robo a su ídolo nacional.

— ¿No le compras algo a Víktor?

— No lo sé... ¿crees que sea buena idea que viva aquí? Siempre dice que extraña a su padre pero cuando este lejos, no sé si dirá qué extraña a su madre...— contesto mirando los juguetes.

— La extrañará...los niños quieren que sea una familia completa. Desde el momento en que se comparan con otros saben que su familia es diferente y en busca de respuestas solo se dañan a sí mismos... — respondió.

Myra no quería escuchar eso. Estaba furiosa por dejar fuera de su vida a una persona como ella.

— Chris...

— ¿Vamos a comer algo allí? — sugirió mientras apuntaba a un restaurante.




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