12 de Julio del 2018
3:00 pm
Mía
Parece que el cielo está enojado con el mundo; no ha parado de llover a cántaros desde hace cuatro horas. O solo se sincronizó con mi yo interno y expresa lo que yo no puedo: molestia, rebeldía, rechazo, una pequeña declaración.
Sí, una declaración. Ella está dando una fuerte declaración. No sé cuál sea la razón, pero aun así la apoyo; entiendo lo que es que no te escuchen. Mientras cuento las gotas que bajan y golpean el vidrio del coche de papá, siento que vibra mi celular y, al ver la pantalla, noto que es un mensaje de Maya, mi hermana, la cual está a mi lado viendo su propia ventana. Dudo en abrir el mensaje, pero lo hago.
Abejita: Sé que estás molesta y triste, y piensas que falté a nuestra promesa, pero conejito, lo pensé mejor y no quiero ir más en contra de nuestro padre. Entiendo y comprendo que no quieras hablar más conmigo (solo espero que sea por unas horas y no mucho más). Pero de verdad espero y me perdones.
P. D. 1: Te amo, conejito.
P. D. 2: Sé que debí hablar primero contigo, debí decírtelo. No merecías enterarte así, pero siempre que te lo iba a decir entraba en pánico por tu reacción.
Termino de leer el mensaje y siento como una lágrima se me escapa y solo me acuesto en el asiento del coche, no le contesto el mensaje, tampoco le doy una mirada, puede que parezca en este momento una niña malcriada pero recuerdo todo lo que pasó está mañana y siento como mi estómago quiere expulsar la comida.
12 de Julio del 2018
10:00 am
El gran día llegó y no puedo estar más emocionada y nerviosa: hoy nos graduamos por fin de bachillerato. Maya y yo le diremos a papá lo que queremos estudiar.
Estoy en mi habitación buscando mi celular; ya estoy lista. En nuestro instituto son muy estrictos y el acto será en uniforme. Mi hermana y yo solo nos arreglamos las uñas; del resto, todo es como si fuéramos a clases normal, con la diferencia de la toga. Escucho que tocan la puerta de mi habitación.
— Adelante — digo distraída mientras sigo buscando mi celular.
— ¿Emocionada, mi chica de los honores? — Maya estaba en mi habitación, y a pesar de que nos veíamos igual que todos los días, se veía hermosa como siempre.
— La verdad, más que nada, nerviosa por hablar con papá, pero qué importa, estamos juntas y eso es lo importante.
Maya me dio una mirada que no supe descifrar.
— Conejito, yo tengo que hablar contigo de algo impor... — No pudo terminar porque mi teléfono empezó a sonar y, por fin, lo pude encontrar: me estaba llamando Ruth, nuestra única y mejor amiga.
— Aló, hola Ranita, ¿cómo estás? Espera, te pondré en altavoz, aquí está Maya.
— La verdad, súper emocionada. Mamá está vuelta loca por ser la primera de la familia que irá a la universidad y le está diciendo a todos los vecinos que hoy se gradúa su bebé. No sé si sentirme feliz de su orgullo o incómoda y con pena.
— Disfrútalo, Ranita. No todos tenemos la suerte que tú tienes al tener el apoyo de tu familia — le dijo Maya con un poco de tristeza; quizás compartía un poco su sentimiento.
Ruth se quedó callada por un tiempo, quizás pensando que cometió un error.
— ¡Hey! No pierdas la alegría del momento, ya quiero ver a tu familia hoy, son muy divertidos en público — le dije para aliviar la tensión del momento y funcionó: las tres nos echamos a reír.
— Las dejo, chicas de mi vida, la abuela quiere que nos tomemos muchas fotos antes de irnos, besos.
— ¡Besos! — le dijimos las dos.
— ¡Chicas, vayan bajando, llegaremos tarde! — gritó papá desde la planta baja.
— ¡Ya vamos, papá! — le devolví el grito mientras salíamos de la habitación y apagaba la luz.
La verdad, no podía esperar a que se acabara el acto para hablar con papá. No quiero ir a la universidad, quiero ir a la mejor academia del país para ser una gran bailarina, y apoyar a Maya para que estudie Literatura y Teatro. Hablando de Maya, me iba a decir algo antes de la llamada, pero la pregunta iba a tener que esperar.
— Bien, chicas, juntas para una foto — dijo papá con una cámara en las manos mientras nos apuntaba.
Yo me uní a Maya y nos tomó la foto.
— Quiero ver cómo quedó — se le acercó Maya. La verdad, a mí no me importaba; solo quería ir a ese acto para que se acabara lo más pronto posible.
— ¿Nos vamos ya? — les dije mientras me acercaba a la puerta para salir al auto.
— Es la primera vez que Mía Elisabeth Barnes quiere llegar puntual al instituto. ¿A qué se debe la emoción? — preguntó papá, un poco incrédulo por la felicidad que no podía ocultar.
— Hoy es un gran día para mí y para Maya — dije con una gran sonrisa mientras me montaba al auto. —¿Cierto, Maya? — Pero ella estaba distraída viendo la ventana. Ha estado rara toda la semana, un poco distante, evitando mi mirada algunas veces. — ¡Maya! — La volví a llamar un poco más duro y volteó a verme.
— S-sí, claro — me dijo no muy convencida, pero cuando quise replicar, se puso los audífonos, dejando claro que ya no quería hablar.
Pero nada me puede quitar la alegría del momento.
******
Ya estábamos todos en nuestros asientos para empezar el acto. Ruth quedó muy lejos de nosotras por su apellido, pero aun así, al llegar nos dimos un gran abrazo.
— ¡Bienvenidos, señores, al acto de grado número 102 de nuestra maravillosa preparatoria! Estos jóvenes fueron formados para ser futuros líderes que algún día dejarán muy en alto el nombre de nuestra institución y el suyo propio.
#1098 en Novela contemporánea
#281 en Joven Adulto
romance acción drama reflexión amistad, gratis, amoradolecente
Editado: 14.12.2025