Kaia
Mis nuevos vecinos, el matrimonio Brown, me explicaba con lujo de detalles cuando eran los días de sacar la basura y como debía separar los reciclables de los que no, como si fuera una persona con conocimientos limitados de lo que se podía y no hacer con los desechos del hogar. Incluso hasta fueron más allá sugiriendo a quién debía llamar para que cortara el césped de mi jardín, por lo visto la persona en cuestión lo hacía con tanta precisión que parecía que hablábamos de una política de estado.
Yo asentía y sonreía por pura inercia.
Estaba helada.
Congelada en cualquier sitio de la fiesta donde estuviera, no importaba con quién hablará, que bebiera o que movimiento hiciera, era hiperconsciente del par de ojos azules que no dejaban de observarme con una enorme interrogante reflejada en su rostro.
Acariciaba mis brazos de arriba a abajo intentando darme calor; en un momento hasta comprobé si la calefacción estaba funcionando bien.
Me encontraba con la sensación térmica bajo cero, y sabía que todo era producto de mi mente que me traicionaba.
—June —Mi hermana estaba hablando con Franz y su esposa Juliana—, necesito que veas algo en la cocina.
Había pasado una hora desde que vi a Ryan hablando con Ash; Gale y su padre lo habían visto jugar y querían hablar con su tío sobre él. Ese fue el motivo por el cual supieron que yo era su mamá.
Mi hijo estaba feliz, e hice todo lo posible por estar feliz también por él mientras me contaba las novedades delante de ambos jugadores, pero la mirada de Ash era tan acusadora que mi corazón estaba sufriendo la misma ansiedad que cuando lo vi por primera vez.
—¿Qué pasó? —Abrí los ojos en señal de que la necesitaba.
Salí caminando, ella se excusó y salió detrás de mí.
Cuando llegamos a la cocina le hice señas para que me siguiera a la despensa y ella vino detrás, miré alrededor antes de pegar el portazo y encerrarnos.
—¿Qué tomaste? ¿O tienes fiebre? —Me tocó la frente.
Le pegué un manotazo.
—Él lo sabe. —Le dije temblando con lágrimas en los ojos.
—¿Ryan? —Su mirada de estupor parecía la mía.
—No, Ash. —Susurré en voz alta.
—¿LE DIJISTE? —Gritó susurrando.
—Shhhh, no. —Le hice señas que bajara la voz—. Está sumando dos más dos.
June cerró los ojos.
—¿Cómo puedes estar segura? —Puso sus manos en su abdomen—. ¿Es otra de tus paranoias?
—No, Ash fue testigo de ver a Ryan abrazarme y decirme mamá. —Le conté el detalle—. No deja de mirarme de manera extraña desde ese momento, incluso Gale también lo hace.
—¡Paranoia! —Ella puso los ojos en blanco.
—June, no seas ilusa, cualquiera que los vea uno al lado del otro ve el parecido… —Me retorcí las manos—, sus ojos son como dos gotas de agua, iguales.
—Kai, es tu conciencia, te está jugando en contra. —Acarició mi mejilla recogiendo una lágrima—. Una vez leí que la verdad es como una cirugía, duele, pero con el tiempo sana. Una mentira tiene un alivio inmediato, pero a la larga tiene efectos secundarios. Y tú eres la persona más buena que he conocido en mi vida, pero ya no puedes sostener más mentiras y secretos, por eso hace tres días, desde que encontraste a Ash, que estás al borde. —Me atrajo a sus brazos y me abrazó con fuerza—. Soy la hermana más egoísta del mundo, pero te necesito entera, Kai. —Luego me alejó mirándome a los ojos—. Habla con Asher, no está noche, pero habla con él y libera esta carga pesada.
—Sí, me lo dijiste, pero tengo miedo, June. —Lloré.
—¿De qué? —Negué, no quería verbalizarlo—. ¿De qué te lo quité? —Asentí.
June soltó una carcajada.
—Hermana, Ryan está a dos años de ser un adulto, nadie va a decirle que hacer o qué pensar a esta altura de su vida. Lo criaste bien. —Me acomodó el cabello—. A la única que debes temerle es a ti misma, porque eres la única que se está autoboicoteando. Al fin lo encontraste, Kai. Es lo que has esperado durante años, ¿es tarde?, y sí, lo es, padre e hijo se perdieron mucho, pero no demasiado.
Me volvió a abrazar fuerte.
—¡Te amo, June! —Escondí mi rostro en la curvatura de su cuello—. Perdón por enloquecer.
—Disculpas aceptadas, ahora ve al baño a retocarte el maquillaje que yo voy a seguir con mis invitados. —Abrió la puerta de la despensa—. No te tardes.
—Ok, también iré a chequear a Ry que está en su habitación aquí hablando otra vez con sus amigos por FaceTime. —Ella sonrió.
Antes de salir por la puerta volvió a girar hacia mí.
—Has puesto tu vida en pausa desde que supiste hace diecisiete Navidades que estabas esperando a mi sobrino, quizás tuvo que ser también un día como hoy que al fin puedas dividir esta responsabilidad con la otra parte involucrada. —Estiré la comisura de mi boca hacia un lado con más lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta—. ¡Te amo mucho!
Salió cerrando la puerta y yo me quedé un momento más allí, procesando sus palabras y respirando más tranquilamente para poder volver a sentirme como una persona normal.
Editado: 10.01.2025