Kaia
—¿Y por qué tienes que ir tú? —Ryan estaba molesto. Cuando le dije que tenía que ir a atender un asunto de un jugador comenzó con una serie de preguntas tras otra—. ¡Es Navidad, mamá!
—¿Tal vez porque fue contratada para ello? —Kevin puso su voz de CEO al hacerle la pregunta retórica—. ¿A qué crees que han venido a vivir a Toronto?
—Nadie me dijo que tendría que irse en días festivos. —Fruncí el ceño. Estaba haciendo un mundo de algo por lo que no debería ni inmutarse—. Entonces si un jugador se mete en problemas de madrugada, ¿mi madre tiene que ir a sacarlo de las rejas a las 3:00 AM?
Anoche cuando terminó la fiesta y le conté a June y a Kevin lo que había hablado con Asher se les ocurrió un plan para que pudiera irme sin levantar sospechas en Ryan.
Está mañana cuando llegamos a casa de Kevin nos recibió con la noticia de que uno de los chicos del equipo había sido detenido conduciendo ebrio y estaba tras las rejas. No dijo quién porque obviamente era una mentira, lo que hizo fue explicarle a su sobrino que era un secreto de abogado y defendido, pero la cuestión es que yo debía ir a solucionar el “problema”.
—Básicamente, sí. —respondió ahora mi hermana.
—¿Y a qué hora volverás? —Ryan volvió a dirigirse a mí.
—Un par de horas antes de la cena estaré aquí. —Él bebió su jugo de naranja y continuó con el cuestionario.
—¿Y qué se supone que le tengo que decir a los abuelos cuando lleguen y se preocupen por no verte?
—Lo mismo que te estamos diciendo nosotros. —Kevin se apretó el puente de la nariz—. Ryan, nos puedes decir realmente cuál es tu problema porque estás haciendo un escándalo de “nene chiquito" como si tu mamá se fuera de fiesta en lugar de ir a trabajar. —June le hizo señas para que no hablara más.
—Hace tres días que llegamos; es nuestra primera Navidad aquí y se tiene que ir a trabajar. No me parece que sea justo que tenga que estar salvándole las papas a un idiota ebrio mientras nosotros estamos festejando sin ella. —Elevó las manos al aire dando sus motivos de enojo—. ¿Quién sabe a dónde se va a meter y cómo la tratan allí?
Le sonreí.
Él me estaba protegiendo a su manera.
Me estaba protegiendo de lo que no podía saber, pero por instinto lo intuía.
Me puse de pie, lo abracé por detrás y le di un beso a la mejilla
—¡Mamá, me estás pintando toda la cara! —Se removió en su asiento.
—No llevo labial lo que hace casi imposible que te esté pintando la cara. —Le seguí dando muchos besos hasta que comenzó a ponerse más relajado.
—Ve a sacar al idiota de la cárcel y vuelve a casa. —Parecía una orden con un tono de angustia al final—. Vuelve rápido para cenar junto con los abuelos.
—¡Tan bebé de su abuela! —June se burló de él como hacía siempre, poniéndose a la par de su edad—. Hace cuatro días que llegaste. —Mi hijo elevó un hombro.
—Extraño a mi abuela, a tu madre. —Remarcó al final—. ¿Tú no la extrañas?
—Me ganas en el patético juego de la “extrañitis granulosa”. —June sacudió todo el cuerpo como sí tuviera la peste.
Ryan le disparaba dardos con los ojos y Kevin se reía negando con la cabeza.
—Entonces, si está todo bien, me voy. —Le di otro beso a mi bebé—. Cualquier cosa me llaman al móvil. En dos horas estaré de nuevo aquí.
Kevin estiró la mano y apretó la mía.
—Suerte y tranquila, va a estar todo bien. —June me guiñó un ojo.
Sabía para lo que me estaban dando aliento.
Tomé el abrigo del perchero y salí de la casa con los nervios de punta.
Me subí a mi auto e inmediatamente marqué en el GPS la dirección que me había enviado Asher por mensaje.
La nieve fácilmente podría alcanzar los veinte centímetros en la acera, mientras iba conduciendo veía a la gente quitar con palas el exceso de sus caminos de entrada.
A medida que el GPS me indicaba que me iba acercando a su barrio me di cuenta de que él vivía en una parte de la ciudad tan exclusiva como el barrio donde vivíamos nosotros con la diferencia que está gritaba dinero por doquier.
Una calle antes de su casa había un parque muy bonito que parecía un pequeño bosque, me pregunté si también tendría un lago en su interior.
Cuando al fin llegué a la puerta de su casa de dos pisos noté que era mucho más grande que la casa de Kevin y me pregunté por primera vez sí él no estaría con alguien y sus jefes no lo sabían.
Apagué el auto y cerré los ojos, comencé a decir un mantra para calmarme a mí misma.
—Solo será una pequeña conversación y tú tienes que aceptar lo que él diga. —Mi voz sonaba irregular por los temblores que me provocaban los nervios—. Quieras o no, la última palabra la tiene él y si quiere no involucrarse, tiene derecho a ello. Piensa positivo. Todo estará bien.
Inhalé y exhalé por la nariz.
—¡Tienes que calmarte, Kaia! —Me ordené a mí misma.
Me masajeaba una mano con la otra aún con los ojos cerrados porque no paraba de temblar.
Editado: 10.01.2025