Bajo el disfraz

Capítulo 2. Una bochornosa primera cita

Un par de días después, el fandom estalló de júbilo al ver que, en el IG de Rosa, publicaron una foto de ella junto a Mario, diciendo: “El amor llega donde menos se lo espera. Te amo, mi lobito hermoso”.

El director sonrió al ver que la gente se tragó entera la farsa de la relación. Y apenas habían publicado la foto, los medios de prensa y revistas rosas comenzaron a subir sus artículos y notas analizando el romance de los actores principales de “El aullido del lobo”, añadiendo frases que jamás dijeron sobre cómo empezaron a salir sin que nadie lo supiera, floreciendo así el amor en cada uno de sus rodajes.

Miró de reojo hacia los miembros del elenco. Esta vez, solo se encontraban Mario y Rosa discutiendo, como siempre. Aunque accedieron a fingir su noviazgo para darle el gusto a los fans, no dudaban en mostrar sus verdaderas facetas por “detrás de cámara”. Y eso lo molestaba.

“Bueno, no puedo evitar estas cosas”, pensó Jorge, con fastidio. “Solo tengo miedo de que estos chicos lo jodan y estalle la burbuja”.

Se acercó a ellos para interrumpir la pelea y, justo ahí, apareció Casandra diciéndole:

– ¡Esto es el colmo! ¿Por qué lo que tengo que decir estos diálogos de porquería?

– No son una porquería – dijo Jorge, haciendo puchero – el guionista se esmeró de darte las frases más sustanciosas, propias de una celebridad como vos, señora.

– ¡Ay, por favor! – dijo Casandra, poniendo los ojos en blanco - ¿Qué puede ser inspirador decir cosas como “anhelo la juventud de esta chica” y “Necesito su cuerpo cueste lo que cueste”? ¡Ni siquiera nos llevamos tantos años para desear esas cosas! ¡Caramba!

Mientras Jorge intentaba calmar a Casandra, Mario y Rosa interrumpieron su discusión para mirarlos de lejos. En un momento, Rosa sonrió y comentó:

– Casandra es tan talentosa y hermosa. Ojalá sea como ella.

– Lo dudo – dijo Mario, mientras hacía un extraño sonido con su boca – Con lo tabla que sos, estás lejos siquiera de ser una top model.

– ¡Mirá que sos desagradable, che Dios! ¡Ugh! ¡Jamás saldría con un chico tan superficial y grosero como vos!

– ¿Qué? ¿Me vas a dar lecciones de modales ahora? ¡Ridícula!

Rosa estuvo a punto de abofetearlo cuando se les acercó el director quien, fingiendo demencia, les dijo:

– Ah, hoy fue un día muy largo. ¿No es así, chicos? ¿Qué les parece si se van por ahí a pasear? Digo, ahora que son novios, seguro que querrán tener su cita.

– Sabés que todo esto es falso. ¿No? – dijo Rosa, frunciendo el ceño.

– Ah, querida – intervino Casandra – la esencia de un actor es saber adaptarse a cualquier situación. ¡Somos los maestros del engaño! Solo pensá en que estás en una comedia romántica y asunto arreglado.

Rosa se sonrojó ligeramente al notar que Casandra le dirigía la palabra. Y es que, desde que obtuvo el papel, ella la ignoraba y hasta la miraba de forma despectiva. Escuchó que peleó mucho por ser la heroína, pero el director le sugirió ser el rol de la villana por ser mayor y porque, al ser una cara conocida, sus fans verían la serie sí o sí, a pesar de ser la mala de la historia.

Aun cuando Rosa era una cara nueva, igual logró ganarse de fans y, poco a poco, su personaje fue ganando popularidad. Tal era así que los productores decidieron añadirle más escenas en pantalla para aumentar así su fama.

Mario, al notar que Rosa se quedó muda, apoyó una mano sobre su hombro y le dijo a Jorge:

– En ese caso, nos retiramos. Cerca de aquí abrieron un café y pienso que es un lugar interesante. ¿Venís, cariño?

– ¡Ah, sí! Voy contigo, “mi amor” – dijo Rosa, con una extraña mueca en su rostro.

– ¡Diviértanse! – dijo Casandra, agitando su mano y mostrando una falsa sonrisa de simpatía.

Tal como lo dijo Mario, a la vuelta de la esquina había un nuevo local, donde algunos peatones o incluso personal del estudio solía ir ahí para merendar. El establecimiento era pequeño, de paredes blancas y muebles de madera barnizada. Mario y Rosa se sentaron alrededor de una mesa cuadrada, mirándose fijamente para lanzar rayos invisibles salidos de sus ojos.

Una mesera se les acercó, con un bloc de notas, y dijo:

– Bienvenidos a Ña Petrona’s Coffe. ¿En qué les puedo ayu…?

La muchacha se interrumpió al reconocer a los dos actores y se quedó con la boca abierta. Mario, al notarlo, le sonrió y le dijo con el mismo tono de voz seductor con la que le hablaba a la heroína en los episodios de la serie:

– Nos complacería una simple taza de café para cada uno, señorita. ¡Ah! ¡Disculpa mis modales! – miró a Rosa y le preguntó - ¿Qué deseas, mi amor?

– ¡Ah! ¡Le dijo “mi amor! – chilló la mesera, mientras daba saltitos por la emoción.

La encargada del local, quien era una mujer madura, se acercó a la mesera y la regañó:

– ¡Sofi! ¡No incomodes a los clientes!

– Ah, descuide, señora – dijo Mario, tomando la bitácora de la mesera y firmándole su autógrafo – no nos incomoda para nada. Es una chica encantadora.

– Bueno… Si es así… - la mujer parecía sentirse incómoda por la situación, pero se compuso enseguida y mantuvo su faceta de patrona – En ese caso, le prepararemos su café. La casa invita. Ven, Sofi.

– ¡Sí, patrona! – dijo la mesera, quien tomó la bitácora con la firma de Mario y se la guardó en el bolsillo de su uniforme, como un tesoro delicado.

Rosa, en el fondo, admiró la forma en que Mario actuó de forma profesional ante una fanática. Y hasta se habían conseguido café gratis sin esfuerzo. Se preguntó cómo sería en su lugar, si podría actuar con calma o perdería la paciencia ante un fanático denso.

– ¡Relájate, querida! – le dijo Mario, interrumpiendo sus pensamientos – Ahora somos novios. Actúa como si estuvieras perdidamente enamorada.

– Es difícil hacerlo viendo tu cara de muñeco de porcelana barato – dijo Rosa, en voz baja.

– Pues este “muñeco de porcelana barato” acaba de figurar entre los chicos más lindos del Paraguay. ¿Lo ves? – Mario le mostró la pantalla de su celular a Rosa, donde se veía un rating de dudosa fuente con la lista de los hombres más atractivos de todo el país.




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