Bajo el disfraz

Capítulo 3. Una falsa reconciliación

– ¡Más de 130M compartidas en segundos! ¡Y salió en este asqueroso diario amarillista! ¡Qué desgracia!

Jorge le pasó a Rosa el periódico de titular ROJO, donde figuraba, en primera plana, la foto que una de las chicas compartió en sus redes sociales para mostrarles cómo la actriz principal golpeaba a su novio. En la nota escribieron un montón de falacias, como por ejemplo que Mario coqueteó con la mesera del café donde tuvieron su cita y le guiñó un ojo a las fanáticas que lo vieron desde lejos, causando así los celos de Rosa.

La actriz sintió que sus mejillas enrojecían de la ira y, colocando el diario sobre el escritorio del director con fuerza, le dijo:

– Lo que hizo Mario es acoso. ¡Me tocó sin mi consentimiento! Ya no estamos en la época de nuestras abuelas donde los hombres podían hacer lo que querían con las mujeres. ¡Si no me respetan, hay garrote! ¡Sea quien sea!

– ¡No! Por favor, no me andes con tu discurso feminista – dijo Jorge, mientras se llevaba una mano en la frente – Es decir… entiendo perfectamente lo que me decís, pero hay otras formas…

– ¡¿¡Me vas a decir que me deje tocar!?!

– ¡¡¡No!!! ¡Pará, nena! Por favor, cálmate. ¿Sí?

Rosa respiró hondo un par de veces y, cuando al fin se calmó, Jorge le pasó un vaso con agua mientras le decía:

– Antes de que vinieras, hablé con Mario y le reproché su comportamiento. Te juro que siente muchísimo lo sucedido y, aunque te deteste, él nunca te lastimaría. Por favor, perdónalo.

– Ojalá fuera él quien me lo dijera de frente y no te use de intermediario – dijo Rosa, luego de tomar el agua.

– Bueno, ya sabes. Los chicos son tontos, no hay remedio – dijo Jorge, encogiéndose de hombros – Bien, veo que, pese a todo, estás dispuesta a seguir con esto. ¿Verdad?

Rosa asumió con la cabeza. Si bien no podía ver a Mario ni en figurillas, la sola idea de seguir su carrera profesional en Hollywood la incentivaba a seguir fingiendo su relación. Se sentía atrapada en una isla rodeada de tierra y siempre pensó que había nacido para algo más, por lo que quedarse en el país no era una opción. Ahí solo le tocaría ser una oficinista o, de última, vender perfumes por catálogo para poder sobrevivir.

– En ese caso, les daré cinco minutos para que puedan conversar y hacer las paces antes de rodar el nuevo episodio – dijo Jorge, juntando las manos en señal de ruego- por favor, Rosa. Hazlo por el proyecto y por tus fans. Vamos por buen camino, no lo arruinemos ahora que estamos repuntando.

Rosa salió de la oficina del director, con un sabor amargo en la boca. Desde su percepción, hizo bien en darle una bofetada a Mario por no respetar su espacio. Pero, también, podía entender que lo hizo para impresionar a las fans que los miraron de lejos y, así, confirmar el rumor de que si estaban saliendo.

Y mientras pensaba en todo eso, encontró al susodicho sentado en un banquito y leyendo los diálogos que le tocaría decir en el nuevo episodio. Su semblante serio y concentrado hizo que su corazón se acelerara, debido a que era de las pocas veces en que lo percibía con un aura diferente.

Y es que Mario ya había incursionado en el mundo de la actuación desde muy joven, por lo que estaba acostumbrado a llamar la atención adonde fuera que vaya. Y cuando le tocaba interpretar a un personaje, podía pasarse horas leyendo el guion para entender su rol, adentrarse en el mundo ficticio y dar así una interpretación fiel y creíble, capaz de cautivar a la audiencia.

Se acercó lentamente y le dijo:

– Mario, quiero hablar contigo.

Mario levantó la vista y, por un instante, se sintió incómodo. Luego, cerró el guion, se levantó y le dijo:

– Yo… Rosa… lo siento. De veras. Creí que si te besaba, podíamos…

– Lo entiendo – dijo Rosa – Yo… también lo siento. Actué por impulso y te agredí, decepcionando a esas chicas. Este… todavía me seguís pareciendo pesado, pero no por eso voy a arruinar tu carrera.

– Lo mismo digo – dijo Mario, mientras esquivaba la mirada y se rascaba la nuca con una mano- Yo… tampoco te soporto. Pero no por eso debo faltarte el respeto. Por eso estuve pensando… si te parece… ¿hacemos una tregua?

– ¿Tregua?

Mario asumió con la cabeza. Luego, le mostró su cuenta de Instagram donde las fans le preguntaban sobre su estado, y le explicó:

– Tomémonos fotos “cariñosas” para subir a nuestros muros, pero no tengamos citas ni encuentros personales. Nuestra relación será enteramente profesional, en el set nos apoyaremos y trataremos de bajar varios cambios, pero hasta ahí. No significa que ahora seremos amigos ni mucho menos novios. Cada uno irá por su lado cuando sea la salida. ¿Estamos?

– Estamos – dijo Rosa, sonriendo – evitemos cualquier contacto fuera del set. Las redes sociales ya serán más que suficientes para engañar a la audiencia.

– Me alegro que seas flexible.

Un par de minutos después, llegó el director y cada uno se puso en su sitio. Esta vez, debían interpretar la primera cita del chico lobo con la nerd del salón, por lo que debían ser espectacularmente romántico y conmovedor. Pero, antes, Casandra haría su aparición en su guarida y le hablaría a su subordinado para que fuera a la misma escuela de los protagonistas y les tendiera una trampa.

Casandra dio un espectáculo sin igual. Casi no hubo cortes ni correcciones por parte del director, por lo que la escena fue grabada sin interrupciones hacia su final.

– ¡Fantástica! ¡Diosa! – le alabó el director a la estrella.

– ¿Te aseguraste de que los camarógrafos tomaran mis mejores ángulos? – le preguntó Casando, mostrando una sonrisa de orgullo.

– ¡Por supuesto que sí, querida! ¡Sos una celebridad! ¡Y muy fotogénica! ¡Siempre salís bien!

Después de eso, hicieron la escena de la primera cita. Rosa llevaba un sencillo vestido de flores sin mangas, mientras que Mario lucía una camisa a cuadros color rojo y vaqueros negros. Cuando comenzó la acción, ambos se miraron brevemente, olvidando sus diálogos. Por el nerviosismo, Rosa lo tomó del cuello de la camisa y, abrochándolo, le dijo:




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