Aunque Gina y Luna estarían conversando por celular desde sus respectivas casas en el episodio de la serie, en el set de filmación colocaron sus dormitorios lado a lado, dividiéndolos con una pared de madera terciada. Sin embargo, gracias a las cámaras y a la post producción, el lugar daba esa ilusión de que ambos personajes se encontraban a kilómetros de distancia.
Casandra contempló a lo lejos a Rosa, quien en esos momentos estaba en su rol de Gina. Aunque odiaba admitirlo, pensaba que la joven si tenía talento para la actuación. Y aunque no le parecía una belleza, su juventud y espontaneidad le daba ese aire fresco que toda heroína de serie romántica juvenil necesitaba reflejar en la pantalla chica.
“Si fuese unos años más joven, sería yo quien estaría ahí y no ella”, pensó Casandra, con amargura. “Pero ya tengo treinta años y, en este mundo, es difícil deslumbrar a esa edad. Debí marcharme de aquí cuando tuve la oportunidad, no puedo aceptar que, a partir de ahora, solo esté destinada a ser la villana de la historia. Por lo menos todavía soy lo suficientemente joven para que me otorguen el horrible rol de la madre de la protagonista”.
Decidió marcharse a su camerino, ya que no tenía deseos de seguir mirando la filmación. Además, tampoco tenía más escenas durante la jornada, por lo que podría cambiarse de ropa y marcharse de ahí cuanto antes.
Se sacó su pesado disfraz, que consistía en un vestido escotado negro de espalda descubierta, una corona de plata falsa y un báculo de juguete que lo pintaron de negro para darle un toque más gótico. También se removió su maquillaje, se soltó el cabello y se colocó un conjunto sencillo de vaqueros con remera blanca. Miró su reloj, que llevaba en la muñeca, y notó que ya era bastante tarde, por lo que tomó su cartera y se retiró sin despedirse.
Pero, en realidad, no iría a su casa, sino pasaría primero por el shopping que quedaba a diez cuadras del estudio. Por suerte tenía auto propio, por lo que manejaría hasta ahí sin contratiempos.
Cuando llegó al lugar, recorrió algunas tiendas de ropas para ver si encontraba algún buen conjunto en oferta. Mientras curioseaba, una fanática se acercó a ella y, mostrándole su celular, le preguntó:
- ¿Puedo hacerme selfie contigo?
Casandra aceptó. La chica estiró su brazo y se colocó al lado de la actriz, quien sonrió para la foto. Luego, se marchó muy contenta, mientras lo subía a su estado.
“Aun si soy la villana, todavía tengo admiradores”, pensó Casandra, con una media sonrisa. “Pero la cantidad de haters aumentaron desde que estoy en esta serie. Mis redes están llenas de escrache y mensajes de odio dirigidos contra mí, porque hay pelotudos que no saben distinguir la realidad de la fantasía y piensan que soy esa maldita bruja”. Ah, si tan solo el estúpido de Jorge viera el daño que le hizo a mi imagen por su estúpida decisión de darle el rol de heroína a una mujer más joven”.
Dentro del shopping había un lindo café donde solía ir a merendar. Aprovechó para sentarse, pedir su capuchino y leer su muro.
Tal como lo esperaba, recibió comentarios de odio por parte de algunos fans desubicados, diciéndole que “dejara a Gina y Jack en paz”. Unos pocos los contradecían diciendo que era tan solo una actriz y que dejaran de fastidiar, pero eran un pequeño porcentaje comparado con la cantidad de personas que tenían una percepción de la realidad completamente alterada.
Decidió bloquear su perfil por un tiempo y solo aceptó las solicitudes de amistad de conocidos. Y fue ahí que vio que Rosa le había enviado una solicitud de amistad, lo cual le sorprendió ya que no había sido para nada amable con ella desde que iniciaron con el rodaje.
“Me pregunto qué estará tramando”, pensó Casandra, con sospecha. “Seguido quiere espiar mi perfil para succionarme todo lo bueno y llevarse más crédito. Pero no caeré en sus juegos infantiles. Yo soy una estrella consagrada y, ¿ella? ¡Tan solo una novata!”
Y, sin dudarlo, pulsó el botón de “Rechazar solicitud”.
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- Confirmado. Ella me odia.
Rosa vio que la notificación de rechazo que recibió de Casandra apareció en su celular. En realidad, su intención era añadir a todos los integrantes del elenco a su lista de amigos para que, juntos, pudieran darse apoyo haciendo publicaciones colaborativas en un solo lugar. Hasta ese momento, la única que la rechazaba era Casandra. Incluso Mario la aceptó pero, más que nada, para reforzar aun más la idea de que eran novios y tenían mucho en común.
Matilda, quien veía la pantalla del celular de Rosa, comentó:
- ¡Bah! ¡No le hagas caso! ¡Es una amargada
- No digas eso – dijo Rosa – Casandra es una celebridad, la conocen en todas partes. Desde chica participó en series y programas de TV. ¡Ah! ¡Y recuerdo el show de “Bailando por tu talento” donde ella deslumbró con tan solo 18 años! ¡Era una genia!
- Yo creo que vos le superás, Rosa – dijo Matilda, con una amplia sonrisa – Casandra solo tiene experiencia, pero vos sos… ¿Cómo diría? ¡Espontánea!
- Sí, me lo dicen mucho. No sé si sea bueno o malo.
- Pienso que es bueno. El público empatiza contigo enseguida. ¿No me crees? ¡Solo mira las redes y el noticiero! ¡No paran de alabarte cada rato!
Rosa se rió. Aunque Matilda también había audicionado en su momento para obtener el rol de la heroína, ella nunca le guardó rencor ni la ignoró como Casandra por no ganarse el papel. Al contrario, Matilda le tenía a Rosa como su ídola. Y siempre estaba dispuesta a aprender más de ella para dar lo mejor de sí en la producción de la serie.
Mientras se enlistaban para marcharse después del rodaje, Matilda comentó:
- ¿Sabes? Cuando audicioné en el casting, me sentía desmotivada porque había como 200 chicas a la espera. Pensé que eran mejores que yo porque tenían más experiencia. Pero cuando te vi a ti, lo primero que pensé fue: “Ella les ganará a todas. ¡Y no me equivoqué! Ahora sos la estrella.
- Me siento un poco culpable por sacarte el papel – dijo Rosa, mientras sus cejas se enmarcaban a los costados.
- Descuida, pude superarlo – dijo Matilda, encogiéndose de hombros – pero sí, pensé que la actuación no era lo mío, hasta que Jorge me ofreció el rol de la amiga de la nerd de la clase. Para mí, fue como si el universo conspirara a mi favor para formar parte de la serie, sea de la forma que sea. ¡Y hasta tengo mi club de fans! ¡Mira!
Matilda le mostró a Rosa su celular, en donde se veían algunos mensajes del fandom de la serie que adoraban a Luna, el personaje de Matilda. Entre las cosas que escribían se encontraban frases al estilo:
- Luna es tan simpática.
- Sí, la chica que la interpreta es bonita.
- ¡Seguí así, Luna! ¡Te queremos!
- ¡Team Luna forever!
Rosa se percató de que los fans de Matilda era, en su mayoría, adolescentes que recién entrarían en la secundaria. Incluso pudo identificar a algunos que rozaban los trece o catorce años, así es que supuso que chicas como Matilda eran buenas con los niños por su aspecto aniñado.
- Me alegra que tengas un club de fans muy sano – Dijo Rosa – El mío es algo… intenso. No sé si me aman u odian.
- Suele pasar, ji ji ji – dijo Matilda.
Las dos mujeres salieron del camerino y procedieron a marcharse, cuando Lucas las alcanzó diciéndoles:
- ¡Chicas! ¿Van a la parada? ¡Voy con ustedes!
- Sos muy amable, Lucas. Gracias – le dijo Rosa, con una sonrisa.
Lucas sintió que sus mejillas se coloreaban, pero al notar la mirada de Matilda fija en él, se sacudió la cabeza, aclaró su garganta y dijo:
- ¡Claro! Está oscuro y eso es peligroso. Hay muchos rateros rondando por ahí, hay que tener cuidado.
- Sí. Mejor vayamos juntos – dijo Matilda – ojalá en los próximos meses consiga ahorrar para comprarme mi autito y así irme a casa segura.
- Me da miedo manejar – dijo Rosa – creo que serás mi chofer.
- No abuses.
Los tres se rieron y, juntos, se dirigieron a la parada.