Capítulo 22. El rencor de la villana

Cuando Rosa regresó a su casa, sintió como si se hubiera trasladado a otra dimensión. El beso que acababa de darse con Mario fue tan perfecto que casi parecía ser sacado de una película. Habían peleado desde el principio y, al final, no dejaban de suspirar por el otro.

— ¿Cómo pudimos enamorarnos, si nos detestábamos? – se preguntaba Rosa.

Ya en su habitación, se dispuso a revisar las notificaciones de su celular, por si encontraba algo relacionado con el “misterioso joven que se llevó a la protagonista más aclamada de la exitosa serie del país”.

Por suerte, no encontró nada fuera de lo normal. Así es que supuso que el beso en el parque de los lapachos no fue visto por nadie más. Eso le alegró, porque quería dejarlo como un recuerdo único, exclusivo de los dos, para que su naciente relación verdadera fuera lo más íntimo.

Mientras deslizaba las notificaciones, se encontró con el mensaje de Matilda. Recordó que ella se lo había mencionado horas antes, pero se olvidó por completo tras todo lo sucedido.

Así es que decidió darle prioridad y pulsó sobre la notificación. Fue ahí que se abrió la sala de chat y se topó con lo siguiente:

“Rosa, sé que no me creerás, pero te lo digo porque soy tu amiga. Pillé a Casandra y Lucas conspirando contra vos y Mario para que nunca estén juntos. No sé qué pretende Casandra con esto, pero es una arará de lo último. Y Lucas no se queda atrás. Así es que tené cuidado, no son confiables”

El corazón de Rosa comenzó a latir muy fuerte, dado que hace un par de días Lucas le había ofrecido su mano amiga para consolarla. Pero ahora, Matilda le venía con que él y Casandra eran muy buenos amigos y buscaban acuchillarla por la espalda. Se sintió dolida por aquello y, por más que pensaba que sí esperaba eso de Casandra debido a que ella siempre quiso tener el rol principal, no podía comprender lo de Lucas.

En el fondo, quería creer que Matilda se equivocó y malinterpretó todo. Así es que no le quedaba de otra que hablarle a Casandra de frente, poner las cartas sobre la mesa para zanjar así el asunto.

Al día siguiente, cuando llegó al estudio, lo primero que hizo fue preguntar por Casandra. Todos le dijeron que estaba con Jorge en una reunión y pidió explícitamente que no los molestaran.

En eso, se topó con Matilda y, tras saludarse con besos en las mejillas, le dijo por lo bajo:

— Leí tu mensaje. ¿Es verdad eso?

Matilda asumió con la cabeza y, también, en voz baja, le respondió:

— Lamentablemente es así. No soy chismosa, pero hablaban muy fuerte y los escuché.

— Entiendo – dijo Rosa, cuya expresión se tornó amarga – Bien, ya que Casandra está ocupada, entonces veré de buscar a Lucas. Seguro me explica mejor.

Se alejó de Matilda y se dispuso a buscar a su colega, cuando vio que Mario apareció en la entrada. Algunos de los extras se asombraron al verlo, puesto que el director les había dicho a todos que el actor principal recién vendría en un par de días. Sin embargo, Mario deseaba estar lo más cerca posible con Rosa, por lo que adelantó la culminación de sus vacaciones y se fue al estudio solo para verla.

Rosa sintió que se sonrojaba. En esos momentos no tenía tiempo de atenderlo, pero también le alegraba que estuviera ahí. Así es que esperó a que él se acercara y le preguntó:

— ¿Qué tal dormiste?

— Como una nube en el cielo – respondió Mario, con una ligera sonrisa de alegría - ¿Tenés tiempo? Podemos ir a charlar un rato.

— Lo siento, Mario – dijo Rosa, poniendo una expresión de pena – estoy buscando a Lucas.

— ¿Lucas? ¿Por qué?

Rosa notó que la expresión de Mario se tornó seria, como si le molestara que buscara a otro chico que no fuera él. Así es que para evitar cualquier malentendido, le aclaró:

— Quiero hablar con él de algo importante. Si me ayudas a buscarlo, terminaré esto rápido y podemos salir a conversar.

— Entiendo – dijo Mario, captando la prisa de Rosa – si lo veo, le digo que lo buscás.

Ambos se separaron. Rosa había notado que Mario se puso celoso, pero de igual forma accedió a ayudarla. Se preguntó si eso sería buena señal, ya que su mamá siempre le había dicho que los celos son otra forma de demostrar afecto bajo una capa de inseguridad.

Por un lado, no le gustaba saber nada de tener novio celoso. Pero, por otro lado, pensó que sería muy caradura de su parte el recriminarlo por eso. Después de todo, ella se sintió muy celosa cuando lo vio muy amigable con Casandra, en más de una ocasión.

Unos cuantos minutos después, se encontró con Lucas. Este se encontraba leyendo su guion, seguro de la escena que rondarían horas después. Así es que se acercó rápidamente a él y, sin siquiera saludarlo, le dijo:

— Tenemos que hablar.

Lucas desvió la mirada del texto y le prestó atención, mientras le preguntaba:

— ¿Qué pasa? ¿Sucede algo?

Rosa respiró hondo, ya que aún le costaba digerir lo visto en el mensaje de Matilda. Pero se armó de valor y le preguntó:

— ¿Qué es eso de andar juntándote con la víbora de Casandra para hablar mal de mí? ¿Eh? ¿Acaso te hice algo?

Lucas dio un salto tras escuchar aquello. No podía creer que Rosa se haya enterado de sus reuniones clandestinas con Casandra. Pero, a modo de evadirla, le preguntó:

— ¿Quién te dijo eso?

— ¡Eso no importa! – dijo Rosa, poniendo las manos en la cintura y alzando el tono de su voz - ¡Decime qué pretenden ustedes dos a mis espaldas! ¡AHORA!

Lucas tragó saliva. Sabía que eso pasaría y, lo peor, era que Rosa se hizo una mala imagen de él. Tras dar un pequeño gemido de susto, al final le respondió:

— ¡Sí! ¡Tenés razón! ¡Casandra y yo nos unimos para separarte de Mario!

— ¿Pero por qué? – dijo Rosa – No entiendo el porqué quisieron hacernos eso. ¿Qué nuestra relación es crucial para el éxito del proyecto?

— Es… complicado…

— ¡Pues explícame y así lo entenderé mejor!

— Ok, está bien, te explico – dijo Lucas, agitando los brazos mientras sus nervios se alteraban – Casandra me convenció de ayudarla a “romper” tu relación falsa con Mario, todo es porque aún le arde que te asignaran el papel principal.