Bajo el disfraz

Capítulo 23. El juego en jaque

Rosa abrió tan grande la boca, que por poco el mentón tocaba el suelo. No podía creer que Lucas, durante todo ese tiempo, se había enamorado de ella. Entonces recordó las veces en que actuó de forma amable y se percató de que lo hacía debido a sus sentimientos.

Sin embargo, ella solo lo veía como un buen amigo. Aunque tras todo lo sucedido, ya ni estaba segura de considerarlo como tal. Todas esas horas en que se la pasó llorando al creer que Mario y Casandra salían a escondidas era algo que no podría superarlo jamás.

Así es que, con el tono de voz más frío que se pudo permitir, le dijo:

— Ya veo. Así es que te gusto ¿No? ¿Y te vino el berrinche propio de puberto porque no te di bola? ¿Fue por eso que te hiciste amiguito de Casandra? ¡Qué infantil sos!

El corazón de Lucas comenzó a encogerse tras escuchar esas duras palabras. El joven actor pronto notó que la gente del estudio comenzó a mirarlos, pero no le importó. Siguió centrado en Rosa y, con los ojos humedecidos, le dijo:

— ¡Sí! ¡Fui un tonto! Pero te juro que me gustas. Te pido que me escuchas, así me entenderás.

— ¡No! – dijo Rosa, golpeando el suelo con un pie y cerrando los puños a los costados - ¡Ya no tengo nada con vos! ¡Me voy!

Rosa se dio media vuelta, dispuesta a buscar a Mario para tener su breve cita antes del rodaje. Pero apenas dio un par de pasos, Lucas la tomó del brazo para detenerla.

— ¿Qué haces? ¡Suéltame! – le ordenó Rosa, intentando zafarse.

— ¡No! ¡No te dejaré ir! – dijo Lucas, con el ceño fruncido - ¡No hasta que me escuches! ¿Porqué no me das bola? ¡Soy mucho mejor que Mario!

La paciencia de Rosa se esfumó por el aire y, pronto, tuvo deseos de darle una bofetada. Pero apenas movió la mano cuando, inesperadamente, el poderoso puño de Mario se estrelló contra la cara de Lucas.

Esto hizo que la gente comenzara a aglomerarse y algunos sacaron sus celulares para filmar semejante escena propia de una telenovela. Unos cuantos fueron a pedir ayuda y, otros, solo cuchichearon entre sí.

Lucas, quien soltó a Rosa al fin, se dirigió a Mario y le dijo:

— ¿Pero qué te pasa? ¡Boludo!

— ¡Dejá a mi novia en paz! ¿Me oís? – le advirtió Mario, señalándolo con el dedo.

Lucas comenzó a lanzar unas sonoras carcajadas, lo cual intrigó tanto a Mario como a Rosa. Luego, el joven respiró hondo para calmarse y, mientras se acariciaba la zona golpeada, le cuestionó:

— ¿Pero de qué novia me hablas? ¿Qué no era que solo fingían su relación? ¿O sos de los que no comen ni dejan comer?

Mario se acercó a Rosa y, mientras apoyaba una mano en su hombro, le respondió a Lucas:

— ¿Y a vos qué te importa? Aunque sea bola, Rosa JAMÁS se fijaría en alguien tan vairo y cachafá como vos.

— Pero… — comenzó a decir Lucas, cuando se interrumpió al ver la expresión de reproche de Rosa.

La joven actriz tomó a Mario de un brazo y le dijo:

— Ya basta, Lucas. Hiciste mucho daño. Mejor olvida todo y hagamos como si nada pasó. Así será menos doloroso.

La discusión llegó hasta donde estaban Jorge y Casandra reunidos, por lo que tuvieron que interrumpir su encuentro para ver lo que pasaba.

El director se colocó entre Mario y Lucas y les regañó:

— ¡No quiero peleas en mi estudio! ¡Así es que vayan a refrescarse y hagan las paces, o tomaré represalias!

Matilda se acercó rápidamente a Rosa y mientras la abrazaba, le dijo:

— ¡Estaba tan asustada! ¿No te lastimó?

— No. Estoy bien – le respondió Rosa – y tenías razón: Lucas y Casandra conspiraron contra mí. Pero no me esperaba la repentina confesión de Lucas.

— ¡Qué tramposo! – dijo una indignada Matilda – Seguro que es bola, no le creas nada. Me imagino que no sos tan crédula, ¿verdad?

— ¡No! ¿Por qué le creería? – dijo Rosa, restándole importancia – lo que me preocupa es Mario, es muy celoso.

— ¡Uy! Espero que no se enoje contigo. Lucas tiene la culpa.

Cuando los dos actores regresaron, Casandra se acercó a Mario, lo tomó de la cara con confianza y le dijo con una falsa voz de preocupación:

— ¡Ay, pobrecito! ¿No te lastimó Lucas? ¿Estás bien?

Mario la esquivó, se acercó a Rosa y le preguntó:

— ¿Ya terminaste con Lucas?

— Sí. Terminé – le respondió Rosa, con calma.

— Bien. Si hay tiempo, podemos charlar un rato. Tengo algunas ideas para implementar en nuestras escenas.

Casandra, quien no pensaba rendirse, tomó a Mario de la mano y dijo:

— ¡Entonces voy con ustedes! Quizás necesiten ayuda de una experta para guiarlos en este último tramo de la serie. ¿A que sí?

Mario, quien normalmente solía ser amable con Casandra, esta vez la esquivó y, con una voz clara y forme, le respondió:

— Lo siento, Casandra. Pero estas “ideas” son exclusivas de la pareja principal. Si Rosa las aprueba, las propondremos directo a Jorge. Con permiso.

Así, ante la vista de todos, rodeó los hombros de Rosa con un brazo y, juntos, salieron del lugar.

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— ¡Mirá que sos un inútil!

Una vez que terminaron de rodar, Casandra y Lucas se reunieron en secreto en un camerino vacío y, esta vez, se aseguraron de que nadie los escuchara.

En todo el estudio no se hablaba de otra cosa más que la pelea de Mario y Lucas por “el corazón de Rosa”. Hasta ese momento, era un secreto a voces que la relación de la pareja principal era falsa. Pero tras todo lo surgido, todos estaban 100% seguros de que iban en serio.

Nadie sabía a ciencia cierta cómo es que comenzaron a enamorarse, dado que se la pasaban discutiendo e insultándose. Incluso, cuando comenzaron a fingir su relación a ojos del público, las discusiones detrás de cámara no cesaron. Pero, con el tiempo, comenzaron a tratarse mejor y mantener una relación sana entre colegas.

Pese a que ya no discutían, la relación iba en una cuerda floja y solo faltaba un paso en falso para que todo se desmoronara. Fue por eso que Casandra quiso aprovechar esa fragilidad para terminar con la farsa y hundir la carrera de Rosa. Creía que si la gente conocía la verdad, dejaría de ser popular y el director ya no la consideraría para futuros proyectos.




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