Capítulo 24. De la ficción a la realidad

Días después, todos los periódicos y revistas del país no hablaban de otra cosa más que del extraño triángulo amoroso formado en el estudio. En algunas páginas amarillistas, incluso resaltaron que Rosa le metía los cuernos a Mario con distintos chicos, revelando así fotos de aquellos paparazis que la tomaron huyendo con un supuesto desconocido, quien no era nada más ni nada menos que el actor principal.

El equipo de producción no paraba de rechazar llamadas de periodistas chismosos que no dejaban de preguntarles sobre el asunto. Incluso Rosa tuvo problemas, dado que le llovían de notificaciones en su celular. Algunos de sus fans la apoyaban, pero unos cuantos le enviaban mensajes bien hirientes, tratándola incluso de “chica fácil”.

Esto hizo que Mario subiera un video en sus redes sociales, donde reprochaba a todos aquellos que insultaban a Rosa y que lo que hiciera él o ella en privado no le incumbía a nadie. Al final, la gente dejó de molestarlos, aunque las noticias siguieron latentes por internet.

Los productores se reunieron con el director para saber cómo solucionar el problema. Al final, Jorge decidió:

— Mejor no hagamos nada. Estos chismes desaparecen rápido cuando sale otra cosa más. Así nomás son las cosas. Así es que aceleremos el final antes de que el proyecto termine en un completo desastre.

Una vez que todos decidieron unánimemente esto, llamaron a los guionistas para que hicieran los ajustes de última hora. Al final, los últimos cinco episodios que se tenía previsto rodar en las próximas semanas, se redujeron a tan solo tres.

Así es que, cuando entregaron a todos los actores los libretos, quedaron asombrados por los cambios. Mario y Rosa, que leyeron juntos su parte, quedaron conformes. Casandra solo dio un suspiro de fastidio y comentó:

— ¡Bien! ¡Al fin termina esta condenada serie!

Lucas y Matilda también leyeron en sus rincones, pero no dieron sus opiniones. Antes de rodar, debían practicar sus escenas y, como era una toma donde saldrían los cuatro al mismo tiempo, decidieron hacerlo juntos.

— Bien. Se supone que estoy en el centro del escenario – dijo Rosa, situándose en su posición mientras leía el libreto – y la bruja aparece detrás de mí.

Casandra se colocó detrás de ella y leyó el guion:

— ¡Al fin la juventud de esta chica es mía! ¡Ja ja ja ja!

Matilda se acercó y, mientras se arrodillaba en el suelo, leyó en voz alta su línea:

— ¡Nooo! ¡Todo es mi culpa! ¡Perdóname, Gina!

Mario también se acercó, abrazó a Rosa, quien se acostó en el suelo y, centrándose en su rol, exclamó:

— ¡Gina! ¡Resiste, por favor!

Lucas también se acercó, sin decir nada, aunque le tocaba decir un par de líneas. Matilda giró su cabeza en dirección a él y, siguiendo su línea, exclamó:

— ¡Bill! ¡Ayúdala! ¡No te dejes someter por la oscuridad!

Jorge, quien contempló la práctica previa desde la distancia, se acercó y les dijo:

— Lo están haciendo bien, muchachos y señoritas. En media hora rodamos, ya que traeremos plantas para un escaparate más “natural”. Así es que vístanse y prepárense, daremos todo de nuestra parte por este episodio.

— ¡Sí, señor! – dijeron todos, al unísono.

Mientras todos se preparaban, Lucas recordó la práctica y, por alguna razón, la sintió tan real. Tanto su personaje como él terminaron siendo manipulados por una auténtica bruja y, al final, quedaron como personas despreciables al lastimar a la heroína.

Aún no podía creer que se dejara convencer por Casandra para destruir esa “falsa” relación. Todo era porque Rosa y Mario sí se amaban de verdad y, en lugar de debilitar sus sentimientos, los tornaron más fuertes.

Así pasó la media hora. Todos estaban con sus disfraces, listos para rodar la siguiente escena.

El director se colocó entre las cámaras y, como de costumbre, dijo

— ¡En sus cámaras! ¿Listos? ¡Acción!

Rosa y Matilda, dentro de sus roles de Gina y Luna, caminaron por el falso sendero del bosque. Luna soltó la mano de Gina y le dijo:

— Quédate aquí, que ya vuelvo.

Gina se quedó, mientras Luna “desaparecía entre las sombras”. Mientras la esperaba, la bruja aprovechó su distracción para acecharla por la espalda y apoderarse de su cuerpo.

Gina dio un grito, mientras la bruja celebraba su victoria.

Ahí apareció Jack, quien acababa de regresar de su largo retiro. Este toma a Gina en sus brazos, mientras grita de dolor.

Luna también aparece, expresando su arrepentimiento por haber vendido a su mejor amiga a la bruja. En eso, aparece Bill y, con el rostro pálido como el papel, le dice a la bruja:

— Realmente lo logró, señora. Ahora usted será joven y hermosa por siempre.

Jorge, satisfecho con la escena, intervino:

— ¡Corten! ¡Felicidades, muchachos! ¡Hagamos tres tomas más de distintos ángulos y, luego, al descanso!

Tras largas sesiones de rodaje, el director al fin los liberó y todos fueron a descansar.

Aún quedaban un par de escenas más por rodar para culminar con el episodio. En esos días, se estrenaría por televisión y, luego, quedaría la épica batalla final entre la bruja y el chico lobo.

Mario entró a su camerino y vio ahí a Casandra, quien estaba inspeccionando sus ropas.

— ¡Oh, Mario! – dijo Casandra, fingiendo sorpresa – persona por entrar así de improviso, pero es que necesitaba tu opinión de moda.

— Todo te queda bien – le respondió Mario, tajante – estoy cansado, necesito estar solo por un rato.

— ¿Oh, en serio?

Casandra hizo amago de salir por la puerta, pero al ver que Rosa también estaba a punto de entrar ahí para ver a Mario, se le ocurrió usar el último recurso para romper definitivamente con esa patética relación.

Así es que se acercó a Mario y, aprovechándose de su distracción, le tomó la cara con ambas manos y le plantó un beso en la boca.

Rosa, justo en ese momento, abrió la puerta del camerino y vio todo lo sucedido. Quedó helada por aquello, ya que juzgó que Casandra no podría caer tan bajo como para fastidiarla usando ese sucio truco.