Bajo el fuego

Capítulo 5 (Continuación): El desencuentro

Fabrizio detuvo el Maserati frente al edificio en Via Solferino. Subió las escaleras del elegante edificio de Brera con una furia silenciosa. La puerta del apartamento de Chiara estaba, como temía, ligeramente entornada. Entró.

El apartamento no estaba vacío. Se oían risas ahogadas y murmullos groseros provenientes del dormitorio. La rabia de Fabrizio se congeló en un reconocimiento helado: Chiara y Claudio todavía estaban dentro, indiferentes a la ruina que habían causado.

Se movió hacia la sala de estar con la cautela de un depredador, buscando a Lucía, pero no había indicios de que estuviera allí. Un momento de pánico breve lo asaltó: ¿y si aparecía de pronto? ¿Qué le diría? Bueno, eso ya lo solucionaría. Lo importante era saber su paradero y asegurarse de que estaba bien.

Fabrizio cruzó la cocina, buscando algún rastro, cualquier explicación. Sus ojos se fijaron en la puerta de la refrigeradora, donde, pegado con un imán, había un pequeño Post-it amarillo que llamó su atención. No era un mensaje, sino una nota de recordatorio personal.

La arrancó, la desdobló y leyó la escritura concisa y apretada:

"Mi viaje: Malpensa. ✈️ Vuelo Buenos Aires 09:30."

Lucía se había ido, viajando de regreso a su país natal. El destino de su paradero era ahora conocido.

Fabrizio miró su reloj. Eran las 10:45 a.m. Su vuelo había partido hace más de una hora.

—¡Maledizione! (¡Maldita sea!) —El grito fue un rugido contenido, lleno de rabia y desesperación.

La puerta del dormitorio se abrió. Claudio Vanni, con el torso desnudo y el ceño fruncido por la interrupción, se asomó. —Oye, ¿quién demonios—

Sus palabras se ahogaron al encontrarse con el rostro de Fabrizio Vitali. El aire de la habitación se volvió electricidad.

Fabrizio lo ignoró. Salió corriendo del edificio y se dirigió a su coche. Marcó el número de Vincenzo.

Vincenzo, ascolta. Abortiamo la ricerca in città. (Vincenzo, escucha. Abortamos la búsqueda en la ciudad.) Está volando a Buenos Aires. Consígueme los manifiestos de vuelo para confirmar la hora. Voglio l'aereo pronto adesso. (Quiero el avión listo ahora). No vamos a esperar el siguiente vuelo comercial.

Fabrizio golpeó el volante con frustración. Esta vez no la dejaría escapar. La había encontrado una vez, la había perdido dos. La tercera, sería la definitiva.

Colgó, su mirada se dirigió al apartamento. Los traidores. La rabia en sus ojos se centró, fría y letal. La cacería se extendería a dos continentes. Lucía sería el objetivo principal, pero la venganza comenzaría aquí, en Milán.




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