La mañana después de Nochebuena, Lucía se despertó con una nueva claridad. La conmoción del orfanato había pasado. La verdad completa había sido revelada. Ella lo había salvado y él la había buscado durante cinco años, todo mientras compraba el edificio de su casa. Su obsesión era tan vasta como su imperio.
Lucía canalizó esa intensidad en su trabajo. Si él iba a jugar, ella demostraría ser su oponente más valioso.
Pasaron varios días de tensa tregua por las fiestas de fin de año. Lucía y Fabrizio no se comunicaron fuera de mensajes de cortesía, manteniendo la distancia. No fue sino hasta el regreso a la actividad laboral que volvieron a coincidir.
Al volver a la oficina, la formalidad entre Lucía y Fabrizio regresó, más rígida que nunca, actuando como una barrera que apenas contenía la energía entre ellos.
El primer gran paso fue la reunión de diseño para el nuevo rascacielos. Lucía, a solas con Fabrizio en su vasto despacho, desplegó sus planos sobre la mesa.
—He llamado al proyecto Torre Fénix —anunció Lucía, su voz fría y profesional. Fabrizio la miró, captando inmediatamente la alusión a su pasado destruido y su resurgimiento. Él asintió lentamente, una sonrisa de aprecio en sus labios.
—Un nombre apropiado, Lucía. Prosigamos.
Lucía pasó las siguientes dos horas inmersa en su elemento, detallando cada aspecto de su visión. La torre de oficinas y residencias sería una fusión entre la elegancia minimalista italiana (la herencia de Fabrizio) y la calidez de los materiales argentinos (su conexión con la tierra).
—El cimiento, Fabrizio, debe transmitir eternidad —dijo, usando su nombre a propósito para mantener el equilibrio de poder—. Para el lobby central, sugiero el uso exclusivo de Mármol de San Luis, Gris Tostado. No importaremos nada. La geología argentina es rica y tiene una paleta sobria, moderna y profundamente arraigada.
—Para los pisos ejecutivos, utilizaremos madera de Lenga de la Patagonia para los pisos y revestimientos. Su color cálido contrasta perfectamente con la frialdad del hormigón. Dará una sensación de refugio y calidez.
Fabrizio la observaba con una admiración sin disimulo. Lucía no era solo una diseñadora; era una narradora de espacios.
—Es brillante, Lucía. Impecable —dijo Fabrizio. Se inclinó sobre los planos, su cabeza casi tocando la de ella mientras señalaba un punto. —El área de la piscina cubierta. ¿Por qué eligió un travertino tan oscuro?
Lucía sintió el calor de su proximidad, ignorando el roce inevitable de sus brazos. —La luz natural será abundante en esa zona. El travertino oscuro absorberá el brillo excesivo, creando una atmósfera de calma y exclusividad. Es necesario un contrapunto a tanto brillo.
—Usted siempre busca el contrapunto, ¿no es así, Lucía? —preguntó Fabrizio, su voz profunda, ya no hablando del diseño.
Lucía levantó la mirada para enfrentarlo, sus ojos brillando con desafío. —Es la única forma de encontrar el equilibrio, Fabrizio. La vida, al igual que la arquitectura, necesita sus sombras.
A pesar de su brillantez, la dinámica entre ellos era un campo de minas. Fabrizio había aceptado su rol de "asesor directo" con un entusiasmo que rozaba la interferencia. Exigió revisiones diarias del avance, casi siempre al final del día. Esto garantizaba que, incluso si Lucía salía a hurtadillas del apartamento, no podía evitarlo en la oficina.
Fabrizio se unió a las inspecciones del sitio. Verlo caminar sobre los cimientos de la Torre Fénix, que ahora se erigía sobre lo que fue su casa, era una tortura para Lucía. Él lo sabía y no le dio tregua, obligándola a enfrentar su pasado con su jefe a su lado.
El personal del departamento notó la intensidad. Martín y sus secuaces murmuraban sobre la "favorita" de Vitali, mientras que Silvana Cáceres simplemente sonreía.
Después de dos semanas de trabajo febril, Lucía y Fabrizio se preparaban para la presentación a la junta. Fabrizio la detuvo en el umbral de su despacho.
—Lucía, ha superado todas mis expectativas. Este proyecto es una máquina que necesita un corazón. Y sin lugar a dudas usted es ese corazón.
Lucía lo miró, esperando el golpe.
—Para que el equipo de la Torre Fénix pueda responder a la velocidad de la luz, necesitamos estar cerca. El departamento de diseño se mudará a las oficinas ejecutivas.
Lucía frunció el ceño. —¿A este piso? ¿Dónde?
Fabrizio sonrió, esa sonrisa que era a la vez un premio y una trampa.
—Su oficina personal, como directora de diseño del Proyecto Palermo, estará justo al lado de la mía. Tendrá acceso directo y privado a mi despacho si necesita consultarme cualquier "sombra" en el proyecto.
Y allí estaba. La última jugada. Ahora, Lucía no solo vivía frente a él, sino que trabajaría pared con pared con él, bajo su vigilancia directa. El control de Fabrizio era absoluto.
—Entendido, Fabrizio —dijo Lucía, aceptando el desafío. —Estaré en mi nueva oficina mañana. Coordinaré con Sofía.
Se dio la vuelta y se fue, sintiendo la mirada de Fabrizio clavada en su espalda. El Proyecto Palermo no era solo un rascacielos. Era una jaula de cristal.