Bajo el fuego

Capítulo 32: La Declaración Oficial

La mañana siguiente, la oficina de Vitali Enterprises estaba electrificada. Todos esperaban el anuncio sobre la filtración y, con más intriga, la presentación de la enviada de Milán.

Lucía y Fabrizio llegaron juntos, subiendo por el ascensor privado. La noche había sido transformadora; el amor que ahora compartían era una armadura, sellada por la promesa y la verdad de la propuesta.

Al llegar al piso ejecutivo, Fabrizio soltó la mano de Lucía para dirigirse a sus respectivas oficinas, pero la cercanía era evidente.

—Recuerda, Lucía —susurró él—. Hoy, somos un frente. No dejes que su drama te afecte.

La presentación de la enviada de Milán se programó para media mañana. Todos los ejecutivos clave, incluida Lucía, estaban presentes.

La puerta de la sala de juntas se abrió y entró Isabella Vitali. Su presencia era tan imponente como la había recordado Lucía, vestida con un traje de pantalón de lana gris que gritaba "autoridad italiana" y poder.

Isabella tomó la cabecera de la mesa, ignorando a todos salvo a Fabrizio, que estaba sentado a la derecha de Lucía.

Buongiorno a tutti. Soy Isabella Vitali. Estoy aquí por orden del directorio de Milán para auditar la seguridad y el control de daños tras la reciente filtración de datos —anunció Isabella, con su tono dominante y sin preámbulos.

El ambiente era glacial. Lucía se mantuvo estoica, profesional.

Isabella comenzó su auditoría, pero no tardó en dirigir su atención a Lucía.

—Ahora, quiero escuchar sobre el Proyecto Palermo. Entiendo que la señorita, eh... Lucía, está a cargo del diseño.

—Así es, Isabella —intervino Fabrizio, su voz firme y tensa.

Isabella ignoró a su hermano y se dirigió a Lucía con un filo cortante. —Señorita Lucía. Su experiencia es excelente, pero es reciente en la empresa. El Proyecto Palermo es multimillonario. ¿Cómo podemos estar seguros de que su juventud y su falta de experiencia ejecutiva previa en esta escala no fue un factor de riesgo en la reciente filtración?

El golpe fue directo y cruel, insinuando públicamente que Lucía podría ser el topo.

Lucía no parpadeó. Su entrenamiento con Fabrizio dio frutos. —Señorita Vitali. La filtración se originó en un backup general, no en mi oficina. La información que logré rescatar en dos horas fue clave para contener el daño. Mis propuestas de diseño no solo han ahorrado millones en importaciones, sino que han blindado el presupuesto contra el fraude de proveedores. Si mi falta de experiencia es un riesgo, mi compromiso y mis resultados son la garantía de la empresa.

La respuesta fue brillante. Isabella sonrió, una sonrisa de depredadora. —Una respuesta ambiciosa. Pero el riesgo...

Antes de que Isabella pudiera terminar, Fabrizio golpeó la mesa con la palma de la mano. El sonido resonó en la sala como un disparo, deteniendo toda conversación.

—Basta, Isabella —dijo Fabrizio, su voz llena de autoridad, pero con una calma peligrosa.

Se puso de pie y pasó el brazo por encima de los hombros de Lucía. Era un gesto de propiedad total, formal e indiscutible, obligando a todos a reconocer la conexión entre ellos.

—Permítanme aclarar un punto para el directorio de Milán —dijo Fabrizio, dirigiéndose a todos—. El riesgo en esta oficina no es la señorita Lucía. El riesgo era la corrupción, que ella erradicó.

Fabrizio miró directamente a su hermana, forzándola a escuchar.

—La señorita Lucía es la mejor diseñadora que he conocido. Ha demostrado más lealtad y astucia que muchos ejecutivos que llevan veinte años aquí. De ahora en adelante, la filtración se investigará desde Milán, pero no será por ella, sino para hallar al verdadero responsable.

Hizo una pausa, asegurándose de que cada palabra se grabara en la mente de todos.

—Y hay un asunto más, Isabella, y para el resto de ustedes: la señorita Lucía no es solo la Directora de Diseño. Ella es mi novia y tiene todo mi respaldo.

La revelación cayó como una bomba. Las caras de los ejecutivos eran de shock absoluto; Silvana Cáceres sonrió con satisfacción. Isabella, por su parte, arqueó una ceja, pero una chispa de emoción —una mezcla de sorpresa e intriga— brilló en sus ojos.

—¡Incredibile! —exclamó Isabella, incrédula.

—Como escuchaste, sorella (hermana) —dijo Fabrizio, su mirada llena de desafío—. La relación es oficial y mi compromiso con ella es total. Cualquier ataque a ella será considerado un ataque directo a mí y a la empresa. ¿Queda claro?

Isabella se puso de pie, sorprendida al ver la vehemencia y la pasión que Fabrizio, estoico desde el secuestro, volvía a mostrar. Esto era nuevo.

—Perfecto, Fabrizio. Entonces, yo me encargaré de la auditoría.

Isabella le dirigió a Lucía una mirada que mezclaba respeto forzado e intriga, antes de salir de la sala, su tacón resonando en el salón.

Lucía, atónita por la declaración pública y el apoyo incondicional, sintió la mano firme de Fabrizio en su hombro.

—Ahora sí, mi amor. El contrato está sellado —susurró él, solo para ella.




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