Bajo El Mismo Cielo: Un Juego De Corazones

Capítulo ocho— “Videollamada de Emergencia”

Apenas Ivy cerró la puerta de su habitación, se tiró en la cama y tomó el celular. Entró directo a videollamada con Lilian. No habían pasado ni tres tonos cuando la pantalla mostró la cara de Lilian con mascarilla verde, una cola de caballo despeinada y comiendo palomitas.

— ¡Al fin! Cuéntamelo TODO, maldita sea —dijo Lilian sin respirar.

Ivy soltó una carcajada.

— Ay, Lily… no sé ni por dónde empezar.
— ¿Hubo beso? ¡Dime que sí!
— ¡Nooo! No hubo beso —Ivy hizo una mueca, y Lilian se tapó la boca como si fuera un crimen.
— ¿¡Cómo que no!? ¿Pero qué pasó?

Ivy le contó todo: desde la música, el show improvisado, las risas, hasta el abrazo de despedida.

— ¿Y no intentó besarte?
— Sí… sí lo intentó —confesó Ivy, mordiendo su labio.

Lilian pegó un grito que hizo ladrar al perro del vecino.

— ¿¡Y TÚ!?
— Lo detuve. Le dije que primero quería conocerlo bien, pasar tiempo así, con risas, momentos divertidos, sin prisas…

Lilian se quedó en silencio unos segundos, luego sonrió.

— ¿Sabes qué? Te admiro, Ivy. Porque cualquier otra ya estaría babeando, pero tú sabes lo que quieres, y eso vale mil. Igual… —volvió a gritar— ¡ese abrazo fue casi igual de romántico que un beso!

Ambas estallaron en carcajadas.

— Oye… —dijo Lilian con tono travieso— ¿y si la próxima vez te dejas llevar?
— Tranquila, loca —rió Ivy— Primero, que me gane en Mario Kart.
— ¡Trato hecho! —gritó Lilian, y ambas se rieron como tontas hasta quedarse dormidas en la llamada, con la pantalla parpadeando entre sus rostros dormidos.

El campus estaba lleno de vida ese día. Estudiantes corriendo de clase en clase, otros descansando en el pasto y varios grupos riendo cerca de la cafetería. Ivy caminaba tranquila, con sus audífonos puestos, escuchando su playlist favorita de Big Time Rush, cuando de repente alguien le quitó uno de los audífonos.
Se giró rápido.

— Ey, linda —era Asher, sonriendo con ese brillo pícaro en los ojos.

Ivy rodó los ojos, pero sonrió sin querer.

— ¿Te parece gracioso asustarme?
— Solo quería saludarte… y verte —se apoyó de lado en la pared, acercándose un poco más a ella—. Por cierto, hoy te ves… increíble —le guiñó un ojo.

Ivy se mordió el labio, sintiendo cómo el calor le subía a las mejillas.

— Gracias… tú también te ves bien —intentó sonar casual.
— ¿Qué haces a la salida? Te invito un frappé y, si quieres, podemos hacer guerra de preguntas. Pierde el que no responda.

Ivy soltó una risa.

— Mmm… suena tentador.

Mientras hablaban y se reían, Alec los observaba desde una banca cercana. Su mirada se clavó en cómo Asher se acercaba a Ivy, cómo ella se reía, cómo esa complicidad que antes solo era de ellos dos ahora estaba cambiando de dueño.
Apretó los labios, bajó la mirada y se levantó de la banca, alejándose despacio, como queriendo desaparecer.

Ivy, que tenía esa extraña conexión con Alec desde siempre, giró el cabeza justo a tiempo para verlo irse. Su pecho se apretó.

— Alec… —susurró.

Asher se dio cuenta de la dirección de su mirada.

— ¿Todo bien?

Ivy respiró hondo, forzando una sonrisa.

— Sí… solo… cosas de siempre.

Asher la miró con ternura y cambió el tema, pero Ivy ya tenía el corazón dividido.




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