Esa noche, Ivy no podía dormir. Después del paseo con Alec, se quedó en su habitación dándole vueltas a todo lo que había sentido. Sky dormía hecho bolita a los pies de su cama, y desde la ventana abierta se colaba una brisa tibia que agitaba las cortinas.
Estaba tan absorta en sus pensamientos que no notó cuando Jasper entró con una taza de té caliente.
—Te lo traje con miel. Como te gusta cuando estás con cara de… “me estoy derrumbando por dentro”.
Ivy levantó la vista. Jasper estaba ahí, mirándola con esa mezcla de ternura y preocupación tan suya. Se sentó a su lado sin decir más.
—Gracias —murmuró, recibiendo la taza.
—¿Todo bien? —preguntó él, con voz suave.
Ivy dudó. Pero no podía mentirle. Jasper siempre había sido su confidente, su hermano mayor, su mejor aliado desde que eran pequeños.
—No lo sé —respondió con un suspiro—. Creo que… estoy confundida. Siento cosas, pero no sé qué significan.
—¿Es por Alec? —preguntó sin rodeos.
Ella lo miró, sorprendida.
—¿Tan obvia soy?
—Un poquito. —Sonrió—. Te conozco, Ivy. Y desde hace días andás con la cabeza en otro planeta.
Ivy bajó la mirada, jugueteando con el borde de la taza.
—No sé si estoy celosa… o solo me siento rara por verlo con otra chica. Me dijo que no le gusta, pero... no sé. Me sentí mal. Me molesta. Pero también estoy conociendo a Asher y siento cosas por él también. ¿Y si estoy confundiendo todo?
Jasper la escuchó en silencio, con paciencia. Cuando ella terminó, le puso una mano en el hombro.
—Mirá, Ivy. Si no estás segura de tus sentimientos, no los ilusiones. Ni a Alec ni a Asher. Primero necesitas entender qué estás sintiendo en realidad.
—¿Y cómo hago eso?
—Míralo con otros ojos. A Alec. Imagínate una vida con él… como algo más que tu mejor amigo. ¿Te da miedo o te emociona? ¿Te lo imaginas a tu lado? Y no como siempre, sino de verdad. Con los besos, las peleas, el amor… todo.
Ivy lo miró, con el corazón latiendo más rápido.
—No lo sé…
—Entonces no respondás todavía. Pero no sigás diciéndote que no pasa nada si no estás segura. Porque a veces los celos no son de amiga… son del corazón.
Ella lo abrazó fuerte, con los ojos cerrados.
—Gracias, Jas.
—Siempre voy a estar acá para ayudarte a entender tu cabeza loca —bromeó, revolviéndole el cabello.
Ambos rieron suavemente, y por primera vez en días, Ivy sintió un poco de paz. Quizá no tenía las respuestas… pero ya sabía dónde empezar a buscarlas.
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Editado: 07.05.2025