Bajo El Mismo Cielo: Un Juego De Corazones

Capítulo treinta: Lo Que El Corazón Elige

La brisa matinal acariciaba los árboles del campus mientras Ivy caminaba con pasos decididos. Llevaba días pensándolo, sintiéndolo. Sabía que no podía seguir avanzando sin hablar con Asher. Él merecía claridad. Merecía la verdad.

Lo encontró en el parque, sentado en la misma banca donde alguna vez compartieron risas y miradas cargadas de tensión dulce. Asher alzó la vista al verla acercarse, y aunque su sonrisa fue leve, sus ojos mostraban la misma calma de siempre.

—Ivy.

—¿Tienes un momento? —preguntó con voz suave.

—Claro —asintió, dándole espacio a su lado.

Ella se sentó, respiró hondo, y por fin se atrevió a mirarlo directo a los ojos.

—Quiero agradecerte, primero que todo. Por ser como eres. Por cada momento bonito que pasamos juntos… porque la verdad, la pasé muy bien contigo, Asher. De verdad lo hice.

Él asintió en silencio, atento.

—Y… no te voy a mentir, creo que sí llegaste a gustarme. Quizás fue tu forma de hablar, tu forma de verme como si yo fuera más de lo que siempre creí ser. Pero...

Ivy bajó la mirada por un segundo, insegura, hasta que la levantó con honestidad.

—Es Alec. Él siempre ha estado ahí. Y aunque me costó entenderlo, ahora lo sé. No puedo ignorar lo que siento por él. Sé que esto probablemente duele, y lo siento mucho si te hice creer otra cosa. No fue mi intención.

Asher la miró con una expresión serena, aunque en sus ojos había un dejo de tristeza que no intentó ocultar.

—No me debes disculpas por enamorarte de alguien, Ivy —dijo con una sonrisa suave—. Y gracias por ser honesta. No todos tienen el valor de hacerlo. Me gustas, sí. Pero respeto tu decisión. Y si aún quieres que seamos amigos… aquí estaré.

Ella le sonrió, sintiendo que una parte de su alma se aligeraba.

—¿Amigos, entonces?

—Amigos —repitió Asher, extendiendo la mano con complicidad.

Ivy la tomó, y en ese gesto sellaron una nueva etapa: una amistad sincera nacida de un cariño real, aunque no romántico.

Mientras se alejaba del parque, Ivy sentía paz. Por primera vez en mucho tiempo, no había confusión en su pecho. Sabía lo que quería, y había cerrado con respeto el capítulo con Asher.

Y lo más importante: había aprendido que elegir con el corazón, aunque duela, siempre vale la pena.




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