Bajo El Mismo Cielo: Un Juego De Corazones

Epílogo: Un Nuevo Comienzo

Los días después de su boda fueron un torbellino de emociones. La casa que compartían, aquella que parecía pequeña al principio, ahora era un hogar lleno de risas y planes a futuro. El sol entraba por las ventanas todas las mañanas, como si el universo les diera una cálida bienvenida a su nueva vida.

Ivy, con su cabello recogido en una coleta desordenada, se encontraba en su estudio, observando una de sus pinturas. Las paredes de la casa estaban llenas de sus cuadros: colores vivos, paisajes y escenas que capturaban la esencia de todo lo que había vivido, lo que sentía y lo que amaba. Alec, siempre tan atento a su mundo de arte, pasaba horas contemplando sus obras, como si cada trazo estuviera hecho solo para él.

Pero, un día, mientras se preparaban para salir a una cita en su restaurante favorito, Ivy se acercó a Alec, con una sonrisa nerviosa.

—Alec… —dijo ella, tocando su hombro.

—¿Qué pasa, mi amor? —respondió Alec, abrazándola suavemente.

—Creo que hay algo que tenemos que hablar.

Alec, sintiendo la seriedad en su voz, la miró con preocupación.

—¿Qué sucede? —preguntó, tomando sus manos.

Ivy respiró hondo antes de soltar una sonrisa.

—Creo que… ¡estoy embarazada! —exclamó, sus ojos brillando de emoción.

Alec no pudo evitar quedar en shock por unos segundos, pero en cuanto procesó la noticia, su rostro se iluminó con una sonrisa enorme.

—¿Embarazada? ¿En serio? —dijo él, tomando su rostro con ambas manos y mirándola fijamente—. ¡Ivy, esto es increíble! ¿Cómo te sientes?

—Un poco nerviosa… pero feliz. Creo que lo mejor de todo es que no me imagino hacer esto con nadie más que contigo.

Alec la besó con ternura, como si el mundo alrededor de ellos desapareciera por completo. Sentirla en sus brazos era lo que más deseaba. Sabía que esto era solo el comienzo de una nueva etapa.

Los meses siguientes fueron una mezcla de emociones. Ivy no podía esperar para decorar la habitación del bebé, y Alec no dejaba de mimarla. Todo en su vida parecía tener más sentido que nunca. La familia de Ivy estaba emocionada, su padre Ulises casi no podía creer que su hija estaba creando una nueva familia con Alec. Jasper, su hermano, la abrazó con orgullo, diciendo que sabía que Ivy siempre tomaría las mejores decisiones.

Finalmente, llegó el día en que Ivy dio a luz a un hermoso bebé, una niña con grandes ojos marrones y una sonrisa perfecta, que recibieron con amor, alegría y lágrimas.

Alec la miraba mientras Ivy sostenía a su hija, con la certeza de que el amor en su vida era más grande de lo que jamás imaginó. Era su esposa, la madre de su hija, su compañera de vida.

Al mirar a su pequeña familia, Alec se acercó a Ivy, besándola suavemente en la frente.

—Esto es solo el comienzo. Te amo, Ivy Summer, más que nunca.

—Yo también te amo, Alec. Y todo lo que viene… es nuestro.

Bajo el mismo cielo, en su hogar lleno de amor, los tres sabían que, aunque los caminos podrían ser inciertos, siempre estarían juntos.

Fin




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