Capitulo 25

Llegue a la habitación y me encontré a Renata leyendo un libro, un libro que ya había leído antes en una oportunidad.

Entré y ella me saludo pero siguió leyendo con mucha atención.

Camine hacia la cama quitándome los zapatos y desabrochando mi camisa blanca. —¿Qué lees? —le pregunte acostándome a su lado. Le pregunte eso sabiendo que leía.

—“El amor verdadero si existe” Lo he conseguido en tu estante y me ha entretenido—contestó hipnotizada por la lectura.

Me gusta verla así, causa en mí mucha ternura.

—¡Oh! Ya he leído ese libro, es bueno. La chica muere al final—ella me miró enseguida.

—No me lo cuentes, no quiero spoiler—amenazó con la mirada y siguió leyendo.

—Muere porque recibió una bala que iba directo a su amado, a su amor verdadero—Dije, Renata volvió a verme con desprecio mientras que expresó—¿Andrés? —

Reí.

—¿Qué? —contesté.

—Que no me cuentes el final—recalcó.

—Está bien. Ya me callaré—dije y la tome entre mis brazos haciéndole tumbar el libro al suelo. —¿Qué tal...? ¿Si... jugamos? —le pregunté mientras encima de mí estaba, ella rió. —¿Qué tipo de juego? —preguntó con una sonrisa picara.

—Esté.—Dije rompiéndole su camisa dejando lucir sus voluptuosas bubis enfrente de mí. Mi pene se erizo al instante y ella enseguida bajo mi pantalón para chuparlo. Inhaló fuerte y suave se lo sacó, hizo maravillas en su boca con mi miembro erecto y luego de minutos era mí turno. La tome con fuerza colocándola debajo de mí, abrí sus piernas e introduje mi lengua en su vagina, en su jugosa vagina sabrosa. Renata gemía mientras que yo introducía mi lengua y dedo en su vulva.  Verla estremecer por mí, era la sensación más excitante que podía presenciar... Maldición, debo confesar que amo a esta mujer en todas las forma que existan.

Rasguños.

Nalgadas.

Jalones de cabello.

Y muchos movimientos de caderas nos hicieron venir al mismo tiempo los dos, nunca lo había vivido antes y me gusto. Vaya, que me gusto. Tiempo después nos encontrábamos comiendo frutas en la cama, ella reía mientras conversábamos y juró por Dios que me sentí completo.

—Jamás imagine terminar con una mujer como tú—Dije. Renata se extraño por lo que exprese.

—¿Que quieres decir con eso Andrés? —levantó su parado arqueando así su ceja. Su perfecta ceja delineada.

Sonreí.

—Me refiero a que... Nunca pensé que la mujer perfecta para mí sería una como tú, una mujer simple e inocente—ella sonrió, creo que se sonrojo pues sus mejillas coloradas me reflejaron eso.

Renata.

Sus palabras, es decir, su confesión causo en mí mucha emoción y no podría ocultarlo, no podría porque al instante mis labios formaron una sonrisa. Una pequeña y delicada sonrisa.

Me levante de la cama.

—Y... Tú, no eres lo que siempre imagine para mí, eso debes también tenerlo claro—Andrés se levanto enseguida siguiéndome hasta el baño. Tomo mi cintura por atrás. —¿Que quieres decir con eso? —pregunto y reí a carcajadas.

—A que... Imagine que mi esposo seria alguien común, un sujeto con un trabajo normal, con una actitud corriente. —le contesté zafándome de él yéndome a la ducha. Me metí con todo y ropa y Andrés corrió a meterse conmigo. —Ninguno de los dos nos imaginamos estar juntos pero... —se acercó a mí mientras el agua corría por nosotros—Pero, me alegras que seas tú eso lo que nunca imagine—expreso y todo en mí se derritió, mi mente estallo y mi corazón se detuvo a explotar de amor. Escuchaba pajaritos en mi mente y todos cantaban “Andrés y Renata juntos por siempre”

Y mientras estábamos ahí en la ducha volvimos hacer el amor, las palabras de Andrés me excitaron al instante, me subí a él abriendo mis piernas y él introdujo su miembro en mí, me a recostó contra la pared y ahí comenzó a moverse como un maldito león.

Se movía tan delicioso dentro de mí que solo deseaba que nunca se terminara, nunca me voy a repetir de haberme entregado a él, pues me ha enseñado lo grandioso de amar a una persona.