Arianna se había quedado en la habitación desde el momento que había llegado, no había salido a ningún lado, además ella no conocía a nadie allí. Menos quería problemas con el amigo de su padre. Pero unos gritos provenientes de abajo captaron su atención. Y salió de su habitación a observar lo que ocurría.
—¡Cómo fuiste capaz de hacerme esto! —el rugido furioso de Ares Katsaros detuvo a Arianna en medio del pasillo, y se quedó allí observando a escondida.
Fedora se quedó de piedra frente a Ares, sabía que había hecho algo que el no perdonaba y era la mentira, menos que lo traicionarán.
—No sé de qué hablas...
—¡Claro que lo sabes! ¡Eres la mujer más mentirosa que he conocido! —la acusó él con rabia. —Al menos tenías la intención de decirmelo.
La mujer frente a él se puso pálida.
—¿Cómo... No entiendo que dices...?
Ares lanzó aquellas fotos en su dirección y la miró con decepción.
—¿Olvidas que te siguen a todos lados? —escupió él acercándose a ella. —Esas fotos las tomaron en un hotel, te tomaron esas fotos porque te vieron saliendo del allí con un hombr muy... Diría yo feliz.
Fedora se alejó de él con la cara roja por la vergüenza, pero Ares no era de los que daban tregua. A sus treinta y seis años, moderadamente millonario y dueño de una de las compañías naviera, más grandes del mundo, había aprendido a lidiar con cualquier cosa menos con la mentira.
—No es fácil de explicar, Ares... —dijo ella intentando encontrar una excusa.
—¡Sí que es fácil! —le gritó él.
Ares estaba tan decepcionado que el enojo era su única defensa. Aquella mujer lo había visto como cualquiera cosa, Fedora era su prometida. La única novia que el le había presentado a sus padres y ahora con aquellas fotos.
—¡Esas fotos no son verdaderas, son montadas me acusas de algo, me da pena contigo! —replicó Fedora.
—Fijate que no solo la tomaron, te vieron con ese hombre personas que son mis conocidos. —vociferó él con los ojos llenos de lágrimas. —Eras mi novia, eso duele. Fedora me mentiste eso me duele mucho, primera vez que me verás llorar. Así que es mejor que te largues de mi casa.
Fedora lo miró con altivez y orgullo y le contestó a sus palabras con crueldad.
—Sabes algo no estoy lista para ser madre... soy muy joven, tengo una carrera en la que quiero triunfar... Y eso es lo que quieres tú una familia, porque lo dicen tus padres. —sentenció mientras se arreglaba un mecho cabellos en su oreja. —Ya estoy cansada de ti también, de tu arrogancia, tu modo posesivo cuando no quieres algo, así que vete al demonio Ares Katsaros.
—¿No estabas lista para ser madre? ¿Fue una decisión estar con otro hombre? ¿Te crees que soy imbécil —siseó él con desprecio porque no podía creer que su novia de tres años quien estaba gastando su dinero sin hesitación lo hubiera engañado de aquella manera. —Eres una putana, al menos debiste guardar las apariencias.
Fedora se levantó su cabeza con orgullo de una mujer griega. Y le responde.
—No, no tenía que hacerlo así, pero me iré con ese hombre, que si me valora. —sentencio. —Es mi vida, ya no eres nada mio lo haz dicho, y es mi decisión irme con mi amante.
Ares se quedó mudo por un segundo, como si lo hubiera abofeteado con aquellas palabras y luego se acercó a ella.
—Lárgate de mi casa —espetó.
—Claro que me voy y no me busques cuando necesites ayuda.
—¡Llevaste tus vidas y lo que no te hayas llevado en una hora lo quemaré! —le advirtió mientras salía del salón. —¡Lárgate!
Fedora se marchó de allí enfurecida. Al rato que ella se había ido, Ares volvió al salón y se dió cuenta que estaba completamente solo se nuevo.
Arianna que estaba allí, y había escuchado todo aquello. Se fue en silencio a su habitación, hasta esperar que alguien fuera por ella para la cena. Después de unos segundos la chica que la había atendido anteriormente entra a la habitación de ella.
—Buenas noche señorita, el señor tiene rato que llegó. Así que la que ver en la cena.
—Vaya que su amo, quiere dominar a quien sea.
—¿Porqué lo dice señorita?
—Dígale a su amo, que bajaré cuando esté lista.
—Esta bien señorita, se lo diré.
Cuando la chica baja y le da el recado de la joven a su señor, este se quedó pensativo. La chica de limpieza se le quedó mirando, porque las palabras fueron extrañas.
—Dígale a mi hijo Ares que quiero verlo enseguida.
—Entendido señor.
Después de un rato, Arianna baja las escaleras y se queda allí parada en el medio del salón. Recordando las palabras de ese tal Ares.
—Buenas noches, usted debe ser la hija Viktor Romanov.
Arianna dio la vuelta, cuando observa a un hombre mayor con su padre, frente de ella. Se sorprende pensó que el hombre a quien había escuchado gritar anterior, era el dueño de la casa. Zeus al verla, le sorprendió el aspecto perfecto que la joven tenía, aunque sus cabellos llamaba mucho la atención. Su color rojo, sus ojos verdosos y un reguero de pecas por su cara. Era una hermosa ninfa.
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Editado: 12.03.2025