La camioneta donde iba Ares Katsaros, miraban las calles de Grecia, al igual sus ojos grises profundo como dos abismo, escudriñaban algunos mensajes de su teléfono. Mientras el chófer de su padre, no se detenía por nada y nadie en medio de la noche oscura. Ares recordó en ese momento lo ocurrido semanas atrás en aquella cena cuando conoció a Arianna. En ese momento algo hizo frenar a al chófer.
Arianna estaba tan sumida en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta de que estaba acercándose a un cruce de caminos. Tampoco se percató del resplandor de los faros de un coche que se le acercaba por la derecha... Entonces, el chirrido de los neumáticos al frenar la alertó del peligro en que ella estaba.
En décimas de segundo Arianna desgraciadamente, pierde el equilibrio y caer al suelo. En ese momento sintió una explosión de dolor en la base del cráneo y luego una oscuridad absoluta fue apoderándose de ella. En aquel momento, tan el chófer como Ares salieron del auto.
—¿Hemos golpeando a alguien? —le preguntó Ares, ha Frederic que iba delante del volante.
—No lo se señor, la persona se metió delante de auto como si nada le importará. —respondió el chófer.
—Dime que no estamos en problema.
El chófer no la había visto y por eso choco a la persona que cruzaba. Sin embargo, la persona cruzo sin mirar a ningún lado.
—Llama a una ambulancia, de la clínica de papá. Será más rápido, si está grave, la atenderán allí. —le ordenó Ares.
Entonces Frederic, salió del auto y más atrás Ares, Frederic se agachó al lado de la persona, para tomarle el pulso. Cuando descubrió que era Arianna.
—Señor Ares el la protegida de su padre, Arianna Romanov.
—Dime, que no está muerta por favor, que esto es una pesadilla. —añadió, Ares al escucharlo.
A continuación Ares, se quitó su abrigo y la cubrió suavemente con él. Fue en aquel momento, que Ares la ve a la cara, sin ninguna fracciones que dieran indicio de molestia.
—Dios mio... ¡Pero que pasó con ella! —exclamó Ares angustiado.
Ares tuvo que admitir que así era muy hermosa. Tenía una delicada estructura ósea y unos cabellos rojos como el carmesí, y mechones que le rodeaban el rostro hermoso. Con su vibrante color solo conseguía acentuar su extremada palidez. Entonces Ares miro a un lado de ella, y observo que tenía un papel y escrita una dirección.
—¡Por Dios Arianna que has hecho! Ares pensó que si escribió una carta era porque quería quitarse la vida. —Frederic llama rápido que venga la ambulancia.
— Estoy llamando señor Ares, estoy en eso.
Ares al quitar sus manos de la nuca, cuando las mira era sangre y le dice de nuevo a él chófer.
—Esta sangrando Frederic, se golpeó la cabeza. —exclamó Ares, y el chófer colgó el teléfono tras hacer la llamada. —Déjeme ver señor si es algo grave.
El chófer le da media vuelta la cabeza para ver si tenía una herida que estuviera sangrando.
—Señor tiene una herida en la base de la cabeza, no es profunda pero tenemos que detener la sangre.
—Es deprimente, verla así que fue lo que le pasó. Es tan joven...
Area miró a la joven. Parecía tan inocente, tan virgen... Además, aquella joven era la protegida de su padre. En aquel momento, Frederic le pone un pañuelo que había sacado del auto, y se lo puso en la herida.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó Ares.
—Tratar de detener la sangre, porque mejor no va al auto y se queda allí mientras viene la ambulancia.
—Y que me digan que un hijo de Zeus Katsaros, no hizo nada por una chica , en medio de la calle.
—Esta bien señor, entoces agarre la tela y no deje de presionar la herida.
—Está helada, helada... Frederic.
—¿Sergey? —susurró Arianna, de repente. Sentía la cabeza a punto de estallar. —¿Por favor ayúdeme?
Ares se inclinó sobre ella y la miró a los ojos. Unos ojos tan verdosos como el bosque. Y aquellos cabellos rojos, y su regueros de pecas.
—Estará bien Arianna. Quédese quieta. Ya viene en camino una ambulancia...
— Por favor, déjame morir. —exclamó ella, con tanto dolor.
—Por Dios, muchachita no digas eso.
Su chófer se acerco a ellos, y al ver a la chica, dice.
—Vamos Arianna se fuerte, ya viene la ambulancia.
—Por favor déjame morir, no quiero vivir. —Ares al verla así, se le partió el corazón por primera vez.
—No te dejaré morir, no sé qué haya pasado, pero no vas a morir.
—Déjame...
En ese momento perdió el conocimiento, y al fin llegó la ambulancia, entre un estruendo de sirenas y luces. El equipo médico se bajó inmediatamente.
—Vamos Frederic seguiremos a la ambulancia, hasta la clínica, llamaré a papá para que vaya.
—Ok. Señor Ares.
Agotada por todo lo que le había ocurrido, Arianna se limitó a asentir. Mientras la ambulancia se alejaba, Frederic la seguía de cerca.
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Editado: 28.04.2025