Bajo la Sombra del Magnate Griego

Capítulo 7

Él sol iluminaba el camino de Arianna guiándola a través de aquella imponente villa que se alzaba como una torre de Marfil. Había llegado a la villa de los Katsaros, al atardecer con Ares a su lado, Ari con sus cabellos como cascada de un mar de lava rojo y ojos que reflejaban la determinación de su alma. Se encontraba frente a las puertas de hierro forjado, de aquella villa en la isla de Santorini

Ares tenia una presencia tan imponente como la misma villa, con ojos que parecían penetrar el alma y un aura que hablaba de poder y peligro. Vestido con elegancia, extendió su mano hacia Arianna, una invitación silenciosa a entrar en su mundo.

—Estas lista para entrar en mi mundo Arianna.

—Como no estarlo Ares, eres un dios griego, el hijo de Zeus Katsaros.

—Deja de decir esas cosas de mi, vamos que te enseñaré mi verdadero mundo.

Ares condujo a Ari a través de los pasillos de la villa, sus pasos resonando en el suelo de mármol. A medida que avanzaban, las puertas se abrían para revelar un mundo opulento: sirvientes vestidos con uniformes oscuros, rostros imperturbables. La ama de llaves, era una mujer de mediana edad con cabello plateado recogido en un moño apretado. Sus ojos grises escudriñando a Arianna con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

—Bienvenida a la villa, señorita. —dijo con una inclinación de cabeza. — Espero que su estancia aquí sea placentera.

—Gracias señora.

—Llámeme Lidia.

—Está bien Lidia, de nuevo gracias.

Lidia sonrió, revelando dientes perfectamente blancos.

—El señor Ares no trae a cualquiera a su villa privada. Usted es especial.

Arianna no sabía si eso era un cumplido o algo impuesto.

—¿Y usted señor? —preguntó, señalando al hombre alto y fornido que estaba a un lado de la ama de llave.

—Soy el jardinero señorita, mi lealtad es así el señor y nadie más. —Héctor gruño, con sus ojos azules fríos como el hielo.

—Disculpelo señorita, Héctor siempre ha sido así.

—No se preocupe lo entiendo.

Héctor gruñó, sus ojos azules fríos como el hielo la miraban. Ari se estremeció ante la intensidad de su mirada.

—Entiendo...

—No te preocupes Arianna, Héctor es un buen hombre deja que te conozca.

Finalmente, se dirigieron por un pasillo, hasta llegar a una puerta de madera labrada y entraron. Allí había una chica organizando habitación, y le sonrió a Arianna. La joven se quedó mirando curiosa el aspecto físico de Arianna. La pobre Arianna estaba penada porque desde muy pequeña las personas la miraban por su aspecto de cabellos rojos y sus muchas pecas en la cara, pero eso no le importaba a ella, además estaba al lado del hombre más apuesto y poderoso de Grecia Área Katsaros

—Bienvenida, señorita. Si necesitas alguna ayuda, no dudes en llamarme.

Ares que estaba al lado de Ari, le dice a la chica que se retira para que su invitada estuviera cómoda.

—Bueno todo está listo señor Ares con permiso me retiro.

—Gracias Amaya.

La chica salió de la habitación, dejando a una Arianna un poco nerviosa ya que se encontraba a solas con Ares, en ese momento Ares toma la mano de Ari y le dice.

—Ya puedes estar tranquila Arianna, estarás bien aquí. Pero necesito hablar algo contigo.

—Está bien Ares. —el se le queda mirando y le dice.

—¿Qué pasó contigo en Rusia, porque tú padre te envío a Grecia al cuidado de mi padre.

—Discúlpame Ares, no estoy preparada para decir lo que ocurrió en Rusia, solo quiero descansar.

—Esta bien no te preocupes cuando tenga el valor para decírmelo estoy aquí para escucharte.

—Gracias.

Ares salió de la habitación, dejando a Arianna sola, después se unas horas en que Arianna se había refrescado, salió al balcón de la habitación. Se quedó observando lo maravilloso que era todo aquello. Se sentía tranquila y en paz con ella misma, la vida seguías para todos y para ella, debía olvidar el pasado.

Arianna luego salió de la habitación y comenzó a caminar la villa, aquel lugar era tan opulento habían tantas cosas hermosas, y se observaba que todo era dinero, mucho dinero. Hasta que llego a un lugar muy amplio y allí estaba Ares, Arianna extrañada miro algo que tenía en la mano, era un papel.

—¿Qué es eso que tienes ahí, Ares? —le dice Ari.

—Es un contrato, Arianna. Un contrato que podría unir nuestras vidas y destinos para siempre.

Arianna se acercó, con curiosidad.

—De que trata ese documento Ares, porque dices que cambiaría nuestras vidas para siempre.

—¿Un contrato de matrimonio?

Arianna se quedó inmóvil.

—!Cómo que un contrato matrimonial! —exclamó ella muy sorprendida.

—Sí, pero no es un matrimonio común Arianna, este contrato lleva consigo condiciones... y poderes.

—¿Poderes? ¿De qué tipo? ¿Qué hizo mi padre? Él no puede hacerme esto.




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