Bajo la Sombra del Zar

Capítulo 17

Anya había regresado a San Petersburgo después de dos años de que su padre la abandonará. Aunque Viktor nunca supo de ella más, solo sabía que su hija había escapado de la mansión de Moscú. Pero mayor sería su sorpresa cuando la encontrará, y con ella a Irina.

— ¿Cómo va a hacer eso posible?

— Sí, señor, vimos a Anya con una bebé en brazos en la estación del tren.

— Eso no puede ser, Anya está en Moscú, en la mansión Petrova, allí fue donde la mandé para que tuviera a su bebé, debe ser alguien parecido a ella.

— No, señor, es la misma Anya, y volvió.

— Pero ella no ha llegado a la casa, eso son puras mentiras.

En ese momento entro uno de sus socios a la oficina, con la cara de preocupación y algo inevitable.

— Acabo de ver Anya, Viktor. Tu hija está aquí en San Petersburgo.

— Contigo son dos personas que la vieron, pero como si ella estaba en Moscú.

— Lo único que sé, es por qué la vi montarse en un carro de lujo.

— Un carro de lujo, no comprendo nada... mi hija aquí...

— Bueno, creo que no es un doble, Anya está aquí, pero no sé donde se queda.

— Voy a averiguar eso y ya...

Pues Viktor su padre era una persona que no se quedaba tranquila hasta averiguar verdades. Y cuando supo que si hija en verdad estaba allí, quiso buscarla. Así que salió de su casa en busca de ella, le pregunto a todos en la estación del tren para saber dónde se habla dirigido.

— Como estás señor Viktor.

— Me han dicho que mi hija llegó esta mañana, quiero saber si es cierto.

— Por supuesto, señor Viktor, voy a buscar las notas de esta mañana. De los pasajeros que desembarcaron el tren.

— Gracias...

Al rato salió de nuevo la chica y me dice.

— Si esta mañana llego una mujer con una pequeña. La señora se llama Anya Ivanovich e Irina Ivanovich. Nada que ver con Anya Petrova.

— Maldita sea es el apellido de mi esposa, y esa pequeña lleva el nombre de mi esposa Irina.

— Bueno entonces son las personas que usted busca.

— Gracias y otra cosa, no sabe a dónde se dirigían. A donde iban.

— Sí, la persona que los esperaba era el chófer Rodolfo es...

— Ya no me diga más, sé a donde fueron. A la mansión Hertz, allí es donde vivía Nara Hertz.

— Si señor allí es donde se dirigía la señora.

— Vaya, ahora es una señora de clase, tengo que verla.

Y así mismo fue Viktor se encontró con su hija Anya, su única heredera, ahora era la dueña de una mansión y rica. Eso sí, no lo creía su padre. Cuando llego a la mansión, fue a tocar la entrada y en ese momento, una mujer vestida de negro lo atendió.

— Buenas tardes, señor, desea algo.

— Sí, quiero ver a la dueña de la casa y eso significa ahora mismo.

— Entiendo, señor, espere un momento y lo anunció.

Al ratico salió Anya a la sala donde esperaba su padre, al verlo ella se hace la que no lo conoce.

— Buenas tardes, señor, necesita que lo ayude en algo.

— Es que acaso te olvidaste a de mi Anya.

— Disculpe, señor, pero me está confundiendo, hay muchas Anya en el país, y la verdad no tengo tiempo para perderlo con usted.

— Donde conseguiste dinero con quien te has vendido.

— Mire, señor, no lo conozco, y si se va a poner así es mejor que se vaya o si no lo echaré con mis hombres de seguridad.

— Eres una... —Anya antes que dijera algo lo callo

— No voy a permitir que un señor mayor venga a mi casa a faltante los respecto. Carla llama a los de seguridad y que acompañen a este señor a la salida.

— Entendido, señora, ya voy por ellos.

— Eres Anya mi hija, y debes respecto a tu padre.

— Por Dios señor, ya basta.

Y en ese momento llegaron los hombres de seguridad, tomando a Viktor por los brazos y sacándolo de la presencia de Anya y de aquel lugar. Anya tragaba salina gruesa de solo recordar todo lo que su padre le había hecho. Y por todo lo que tuvo que pasar, ella y su hija, Nikolay, la había vendido, eso era lo peor. Y ahora su padre frente a ella, y fue a buscar a su hija Irina, que estaba en la habitación de ella.

— Mi amor estoy aquí, siempre voy a protegerte de todos quienes quieran hacerte sufrir.

Así que todo quedó allí, Anya salía con la bebé y la confundían con ella misma, aunque siempre negaba ser Anya Petrova y no Anya Ivanovich. Y todo el tiempo, paseaba con su hija, Viktor a veces la encontraba en el parque o en algún restaurante.

Comiendo en una cafetería se la esquina. Un día, mientras ella caminaba con el cochecito de su hija, alguien tropezó con ella. El hombre al verla dice sorprendido.

— Anya eres tú. —ella lo miró y se acordó de él.




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