Días después, Viktor seguía insistiendo en que Anya era su hija, y ella seguía negándolo. Pero Viktor comenzó a cambiar, quería en el fondo conocer a su nieta. Pero su orgullo no lo dejaba.
— Por Dios Viktor es tu nieta y tu hija, deberías buscarla y hacer las pases con tu hija.
— En el fondo no sé, si ella me perdone por todo el daño que le he hecho.
— Vamos Viktor Anya, sabrá cómo perdonarte.
— Como si la última vez que la vi, me dijo que no me conocía.
— Porque fuiste con tu orgullo por delante, sabrá Dios que le dirías. El consejo que te doy búscala y pide perdón. No dejes pasar la oportunidad de conocer a tu nieta y de tu hija misma.
— No he sido un buen padre, me crearon para ser fuerte, y ahora debo ser débil delante de mi propia hija, que dice no conocerme.
— Ya te dije, fuiste con tu orgullo siempre por delante, de seguro la trataste mal y ella se defendió diciéndote esas palabras, vamos Viktor deja tu orgullo atrás y ve por ella pídele perdón disfruta de tu familia nueva, siempre Dios da oportunidades de remendar tu vida.
— Trataré de hablar con ella.
— Eso me gusta.
Aquella mujer que frecuentan Viktor era una amiga de años. Y siempre me daba consejos buenos a él, aunque él no los pusiera en marcha. Pero están vez tenía razón, Cuqui tenía que hablar con su hija y pedirme perdón y disfrutar de su familia.
No quería quedarse solo en la vida. Así que se subió a su auto y fue hasta la mansión Hezt se bajó y tocó la puerta, están vez Anya fue abrió y se sorprendió al ver a su padre de nuevo allí.
— Ya me dije, señor, que no lo conozco. —cuando iba a cerrar la puerta, Viktor la sostiene.
— Espera hija, solo quiero hablar contigo, déjame decirte algunas cosas y si después no quieres hablarme lo entenderé.
Anya se quedó intrigada, sabía que su padre era un déspota, pero esa vez algo era diferente en él. Anya lo hizo pasar al estudio para hablar mejor y nadie de la servidumbre los escucharás.
— Ya estamos aquí, déjame lo que va a decir, señor.
— Solo quiero que me perdones por todo lo que he hecho contigo Anya, déjame demostrártelo.
— No entiendo nada, señor de lo que dice.
— Anya, quiero que me perdones hija, sé que no debí echarte de la casa cuando más tú necesitabas mi ayuda. Sé que fue fuerte y me arrepiento de ello, no quiero quedarme solo, y morir sin nadie a mí, lado.
— Eso lo dice en verdad, está hablando en serio. —Anya se me salieron las lágrimas.
— Si hija. —Viktor se arrodilló delante de ella, suplicándole perdón.
— Papá no haga eso, no se arrodille con sus palabras basta.
— Perdóname Anya.
Anya fue hasta él lo levantó y lo abrazo suerte. Y los dos llorando de la emoción, Viktor la abraza fuerte en su pecho, acariciando su cabello.
— Quiero ver a mi nieta, sé que le pusiste el nombre de tu madre, eso me da orgullo.
— Claro, papá, vamos.
Los dos salieron del estudio y fueron al cuarto de la pequeña, allí cuando Viktor ve a la pequeña se queda sorprendido.
— Es hermosa Anya, igual a tu madre de bella.
— Sí, por eso le puse Irina.
— Bueno, de ahora en adelante llevará mi apellido Petrova.
Anya lo pensó bien si algún día regresaba a Moscú, ya no tendría el apellido Ivanovich sino Petrova.
— Irina Petrova Ivanovich. —dijo su padre en voz alta tomando a su nieta en los brazos.
Viktor se había reconciliado con su hija, ahora estaba feliz porque no estaba, solo tenía una familia que protegería de cualquiera. Estaría más pendiente de las dos, además Anya se había ido a vivir con él a la mansión Petrova y ella le había dejado la mansión a Ruperto.
— Pero Anya mi tía Nara te dejo eso a ti.
— No importa ahora Ruperto, papá me ha pedido perdón y estoy viviendo con él, estar sola en la mansión es mucho para mí, tú la puedes utilizar, puedes hacer con ella lo que quieras, hasta tu propio.
— No lo digas, la mansión la utilizaré para esas chicas que no merecen la vida que tú misma viviste en la casa rosa.
— Viste para algo te servirá.
— Y que vas a hacer tú ahora que estás con tu padre.
— Bueno papá quiere viajar por el mundo unos cuantos días, y quiere llevarnos a Irina y a mí. Dice que quiere disfrutar con nosotras los momentos perdidos.
— Después de ese viaje que harás tú, volverás a indagar sobre tu amor.
— Lamentablemente por medio de un amigo de él me enteré de que tuvo un accidente y su esposa murió.
— Bueno, ya que no está la esposa búscalo.
— Hay un detalle Ruperto, Dimitri perdió la memoria, no recuerda nada.
— Entones puedes reconquistarlo, sin memoria no sabrá nada de ti y tal vez algún día vengan recuerdos a su memoria.