Bajo la Sombra del Zar

Capítulo 20

— Anya, hazme caso busca a Dimitri, vete a Moscú. Aquí lo que encuentras con ese hombre obsesionado de ti, vivir sobresaltada.

— No puedo creer que ese amigo de mi padre, este obsesionado conmigo, puedo ser su hija.

— Para él no, él te ve apetecible, para él eres una mujer deseable y en el fondo hará lo que sea por tenerte.

— Hay Ruperto, en mi vida han pasado muchas cosas, la verdad que te haré caso. Arreglaré las cosas de papá y me iré a la mansión de Moscú.

— Puedo acompañarte por unos días, además tomas se encargará de todo en la casa rosa. Y estaré libre por unos días.

— Está bien Ruperto, vamos a Moscú.

Aquella decisión de Anya, cambiaría la vida de ella y su hija. Y en especial la de Patón, que estaba obsesionado con ella.

— Anya Petrova se va a vivir a Moscú.

— Sí, señor, está organizado todo para irse pronto.

— Entonces la mocosa esa no quiere casarse conmigo.

— La verdad que no, señor, ella decidió irse a vivir a Moscú.

— Entonces nos vamos también, prepara todo que salimos hoy mismo.

— Si señor.

Después que salió la persona de su presencia, Patón comienza a dar vueltas como un león enjaulado y comienza hablar solo.

— Anya, Anya, te dije que te casarás conmigo, ahora te vas a Moscú, fíjate que no te voy a dejar tranquila hasta que estés a mi lado.

Aquellas palabras estaban llena de rabia, como también de obsesión y anhelos de tenerla a su lado.

Mientras en Moscú, Dimitri seguía con su vida, con sus dolores de cabeza a veces y el recuerdo del llanto de una bebé. En ese momento llegó su hermana, ya que su madre no podía viajar en ese momento, el médico le había hablado que Dimitri estaba un poco delicado. Debido a los dolores de cabeza y los desmayos que a veces eso le provocaba.

— Hola. —dijo su hermana sorprendiendo a Dimitri.

— Qué haces aquí, no quiero que nadie me esté cuidado, no eres mi niñera.

— Pero qué humor cargas Dimitri, mamá, te manda saludos que no pudo venir porque está un poco engripada.

— Vaya mamá enferma, me imagino él poco de médicos a su alrededor.

— Ya Dimitri, y bueno, soportarás por el tiempo que esté aquí, así que me voy a subir mi equipaje a la habitación, luego hablamos.

Dimitri estaba lleno de rabia, su hermana en su casa y ahora que más haría ella. Traería de seguro al médico a su casa. Así que se fue a encerrar en el estudio. Y llamo a su amigo el médico de cabecera.

— Te dije que no quería cuidados de nadie.

— Óyeme bien, Dimitri estás en una etapa muy delicada, tienes muchos dolores de cabeza y te desmayas a veces y es mejor que tu familia lo supiera.

— Pero dejar que mi hermana viniera a cuidarme es...

— Ya Dimitri necesitas ayuda de alguien quien mejor que tu familia, y ahora te dejo, estoy ocupado.

Dimitri se quedó mirando el teléfono, luego lo puso donde mismo se sentó en el sillón de su escritorio. Y se puso las dos manos en la cabeza pesando porque no recordaba. Y porque el llanto sé un bebé en su mente. Allí se quedó toda la tarde, hasta que fueron a tocar.

— Dimitri, estás bien hermano.

— Déjame en paz Sabrina, déjame tranquilo.

— Ábreme o le digo a Georgeo que la abra, y eso no vas a querer.

— Maldición Sabrina.

Y él fue abrir la puerta, y allí frente de él estaba su hermana con preocupación.

— Vamos, Sabrina no me voy a morir todavía.

— Lo sé, pero me preocupas, así que vamos a cenar. Ya todo estará listo, solo esperan por ti.

— Está bien, te haré caso, mejor no discutir contigo.

— Cuando esté totalmente bien me voy y te dejaré en paz, pero si no aquí estaré hermanito.

Dimitri salió del estudio enojado, su vida era ahora una laguna sin recuerdos. Y con su hermana de enfermera y niñera, era el colmo de los males para él.

En la mesa del comedor, se sentaron los dos. Dimitri disgustaba su comida y Sabrina igual, y en ese momento llegó una empleada y dijo.

— Disculpe que lo interrumpa, señorita, la busca un caballero.

— Cierto se me olvidó, Dimitri es John, mi amigo de la infancia me dije que estaría aquí.

— Ya comenzamos Sabrina, a invitar a todo el mundo a mi casa.

— Deje la amargura Dimitri, tienes que salir de tu confort, deberías de salir, además es bueno para ti.

— Ya Sabrina, mejor hágalo paras Berta.

— Está bien, señor. —la mujer salió a buscar al caballero.

— En serio quiere que cene con nosotros Dimitri.

— Que más voy a hacer Sabrina, nuevas preguntas o consultas algo conmigo cuando estás en mi casa.

— Como me gustaría que... —en ese momento la interrumpió John.




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