Bajo la Sombra del Zar

Capítulo 21

Anya tomó la decisión de mudarse a Moscú, allí estaría bien, además Ruperto estaría con ella unos días. Mientras ella organizaba todo allí, su padre le había dejado todo un negocio que necesitaba atender también. Pero no solo ella se mudó a Moscú, sino que Patón la siguió hasta allá, estaba viviendo en un apartamento que tenía allí. Aquel hombre de casi cincuenta años, la quería para él fuera como fuera, así que preparo todo para ver a Anya a su mansión.

— ¡Cómo que se negó a verme! —exclamo él frente a un empleado que había contratado.

— Disculpe si en verdad, señor, pero la señora se niega a verlo.

— Maldición Anya que se cree, que hará lo que ella diga, pues no…

— Señor, me retiro, si necesita algo me dice.

— Gracias Fedoro, cuando necesite otra cosa te aviso.

El empleado se retiró del lugar y Patón se quedó solo, en ese momento llamo a un amigo de él. Así que si Anya se negaba, necesitaba hacer algo para tenerla en sus manos. Armaría un problema para que le quitaran a la pequeña y él saldría a su rescate. Así que eso es lo que tenía que hacer, que alguien secuestrara a la pequeña para el lograr estar al lado de Anya.

Mientras que Anya, en la mansión, se ponía a ordenar todo junto con Ruperto y comenzaron a hablar de Dimitri. Su pequeña Irina estaba a un lado jugando, sonreía de lo feliz que ella estaba. Anya se le queda mirando y dice.

— Pobre de mi hija, nunca sabrá quién es su padre. —dijo entristecidas.

— Nunca en estos años supiste que fue de la vida de Nikolay, el desgraciado ese que te vendió.

— No… Ruperto de él no se nada, nunca se puso en contacto conmigo, eso me extraño mucho.

— Que va a extrañarte, ese hombre te vendió, contigo, y la pequeña ojalá donde este sé pura en el infierno.

— Dejemos de hablar del pasado y hablemos que vamos a hacer ahora, que estamos aquí.

— Bueno, lo primero es buscar a Dimitri, y ver que tan cierto es lo que te dijo aquel hombre en San Petersburgo. Y luego como hacer para que estés a su lado si dijo que su mujer se murió.

— Eso luego Ruperto, primero lo primero, hay que ordenar las cosas y después veremos.

— Otra cosa me contó el ama de llaves, que un empleado de Patón pregunto por ti, que vas a hacer con ese hombre rabo verde. —Anya se echó a reír por la manera como lo decía Ruperto.

— Eso lo veremos después, con ese hombre no quiero nada ni que este a metros de mí.

— Sobre todo eso, ese hombre buscará la manera de acercarse a ti querida.

— Patri Patón se puede ir al infierno, no lo quiero a metros de mí. Además, habrá sido amigo de mi padre y con esa escusa venir a posesionarse de algo que no es de él. O sea yo… —señalo Anya con su dedo, así ella graciosa.

En ese momento Irina, con sus palabras que aún no le salían, dice.

— Mami quielo comila.

— Allí está mi bebé, así que dejemos la conversación para otra ocasión y vamos a comer.

En eso la niña se levanta del suelo, y toma la mano de Ruperto y le dice con su carita de angelito.

— Tiito Ruper valos a comerlo todo.

— Claro que si mi querida Irina, vamos a la mesa para la comida.

— Primero se tiene que lavar las manos, así que tiito Ruper te acompañara mientras yo hablo con la cocinera.

Cuando entro en la cocina, allí en la mesa estaba su nana Anya hace años que no la veía exactos lo que ella tenía. Casi dos años y medio, cuando la ve allí sentada, su corazón se puso grande de la alegría de verla allí.

— Mirath donde has estado, sabes que papá murió.

— Lo sé por eso estoy aquí, después que te corrió de la casa, yo me fui de allí y estuve trabajando aquí en Moscú.

— Mirath nunca pensé en volverte a ver, mi querida nana.

— Me enteré de que necesitas ayuda con una pequeña.

— Sí, es mi hija, se llama como mamá Irina y tiene dos años, es una niña hermosa y muy cariñosa nana te va a agradar.

— Bueno que esperamos vamos a conocerla, quiero ver a ese terroncito de amor.

— Claro Mirath, ven conmigo, esta lavaban sé las manos, es una monería cuando la veas.

Y así fue cuando Mirath observo a la pequeña, que se llenaron de lágrimas los ojos, Irina era una pequeña superhermosa. Con sus cabellos rubios y el color de sus ojos azules como el cielo. Que la nana la cargo en brazos y la beso mucho.

— Mirath te presento a Ruperto, es un buen amigo de la familia.

— Un gusto conocerlo, señor, espero que mis dos tesoros lo hayan tratado con dulzura.

— Estas dos preciosas criaturas merecen mucho y más de lo que pueda yo darles. No cree usted, señora Mirath Anya e Irina han sido lo más hermoso que me ha pasado en la vida.

Su nana pensó que eran pareja, pero Ruperto la saco de esa duda.

— Y no soy pareja de Anya, solo soy un amigo, señora. Además, tengo otras aficiones.

— Ya veo caballero, pero es un buen hombre.




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