En la casona que era la oficina de Ideas y soluciones creativas el día laboral todavía no comenzaba ese lunes por la mañana; pero la joven pareja que habitaba la segunda planta ya estaba casi preparada para iniciarlo. Sentados uno frente al otro en la pequeña mesa para dos de su cocina, terminaban su desayuno en tanto un gato amarillo buscaba el mejor ángulo para saltar sobre el alimento que sus amos compartían tan alegremente.
—No, Señor Floyd —le ordenó el joven haciendo sonreír discretamente a su acompañante.
—Los gatos no son tan obedientes —dijo Yuly palmeando sus piernas para invitar al gato a subir a ellas; el animal obedeció y de un grácil salto estuvo en el regazo de la joven y se acomodó ahí.
—Oye amigo, ella es mi chica —advirtió Hugo al felino provocando otra sonrisa en Yuly —Por cierto, hoy empieza la comunicadora ¿cierto? ¿Qué piensas de ella? ¿Vendrá?
—Claro que sí, en eso quedamos.
—Pero después de lo del viernes….
—No hagas suposiciones de más ¿no aprendiste nada conmigo?
—Tienes razón, lo siento…—dijo él, avergonzado.
Yuly suspiró y extendió su mano para tomar la de él amorosamente y acariciarla. El primer aniversario de su mudanza a esa casa herencia de la abuela de ella estaba cerca, y esos meses junto a él habían sido de los mejores de su vida por lo que ninguna muestra de cariño sobraba entre ellos. No obstante, sus inicios como compañeros de trabajo habían sido difíciles.
Al igual que Yuly, Hugo era parte del equipo de desarrollo web y de software de la empresa y debido a la falta de disposición de la joven en un principio para aceptar compañía humana y convivir debieron superar un sinfín de dificultades antes de lograr consolidarse como pareja; ya que lo habían logrado pensaban disfrutarlo al máximo, por lo que trabajar y vivir juntos era algo que ambos agradecían.
—Ignoro cómo es que conoce a Daniel, pero parecía realmente agradecida con el trabajo así que fue fácil convencerla de que lo aceptara pese a la presencia de él —le explicó ella tiernamente.
—Entonces veremos qué pasa hoy —dijo él antes de que los interrumpiera el sonido del interfono avisando que alguien tocaba la puerta.
Hugo miró desconcertado a Yuly, era bastante temprano incluso para Karen que siempre era la primera en llegar. No obstante, la joven no pareció sorprendida.
—Iré a abrir.
Hugo se levantó y salió de la cocina no sin antes darle un beso en la frente a Yuly al pasar a su lado. Una vez que el joven abrió la puerta, Daniel y Martín, otro de los colaboradores de la empresa, ingresaron a la casona para encontrarse con él. Pese a que Daniel solía llegar antes de la hora de entrada; Hugo pensó que aquello era un exceso, lo mismo que la presencia de Martín. Con las ganas que tenía de prolongar los besos que compartió con Yuly la noche anterior hasta después del desayuno y ese par arruinaba sus planes.
Con enfado y aprovechando que Daniel había entrado a su oficina, le hizo una mueca a Martín señalando su reloj y luego otra con las palmas de sus manos hacia arriba que esperaba el joven interpretará como <<¿Qué diablos están haciendo aquí?>>. Martín lo entendió perfecto, más no tenía la respuesta; únicamente se encogió de hombros y señaló en dirección a Daniel que volvía a reunirse con ellos.
—Lo lamento Hugo, sé que es muy temprano y que esta además de un centro de trabajo es su casa. Le envié un mensaje a Juliana para avisarle, pensé que te había dicho. De todas maneras, prometo que trataré de que no vuelva a pasar —se disculpó Daniel tan amable y comprensivamente que hizo a Hugo tragar saliva por la vergüenza; no entendía en qué momento se había dado cuenta de su pequeño intercambio a señas con Martín. Este último únicamente ahogó la risa por el aprieto en que vio a su amigo.
En ese momento Yuly se les unió y Daniel les pidió a los tres acompañarlo a la sala de juntas.
—No me dijiste del mensaje de Daniel —le susurró Hugo en el oído una vez que ella estuvo a su lado.
—Perdóname, no lo creí necesario —al ver la frustración que le generó su explicación, Yuly sonrió y le estampó un beso en los labios antes de entrar a la sala de juntas detrás de sus compañeros.
Una vez que los cuatro estuvieron sentados en la larga mesa ovalada, Daniel tomó la palabra inclinándose hacia adelante y apoyando sus codos en la mesa mientras entrelazaba sus manos.
—Primero les agradezco que estén aquí tan temprano, y a ustedes en especial que nos abrieran la puerta de su casa —dijo mirando a Yuly y Hugo —Si quise verlos antes de que empiece el día es porque probablemente no tendré mucha oportunidad de hacerlo después. Como saben, hoy empieza Gaby a trabajar con nosotros así que no debe de tardar en llegar. Ella es extremadamente responsable, pero tiene varios años fuera del mercado laboral y estoy seguro de que le costará habituarse —Daniel tomó aire y se dirigió únicamente al joven sentado a su lado izquierdo — Martín, eres quien se ha encargado hasta ahora de las funciones de Social Media Management. Por eso me atrevo a pedirte como un favor que la ayudes en todo lo que puedas. Sé que el trabajo es mucho y que te será difícil mantener el ritmo. Si piensas que es demasiado dímelo y buscaré otra forma de apoyarla.