Bajo las cenizas

36. Entender más allá de amar

La fecha del evento en Ideas y soluciones creativas llegó, poniendo un tanto ansiosa a Adriana. Tenía experiencia en retratar partos y también celebraciones familiares o sociales, pero nunca lo hizo en un evento empresarial, por lo que no podía evitar sentirlo como un nuevo reto que le entusiasmaba superar.

Para cumplir con el mayor de los profesionalismos, se preparó lo mejor que pudo y reservó ese día únicamente para la sesión del open house. Como ya era su costumbre, llegó faltando más de una hora para el inicio; ese tiempo le permitía conocer el sitio y familiarizarse con la iluminación de los distintos espacios. Luego de recibirla, Karen la acompañó un rato mostrándole todas las áreas de la primera planta que componían las oficinas de la empresa; no obstante, al igual que el resto de sus compañeros, la mujer estaba bastante ocupada con la organización por lo que dejó que Adriana siguiera recorriendo el lugar por sí misma.

Tal y como la primera vez que estuvo ahí, sintió esa calma que le penetraba hasta los huesos relajándole el cuerpo entero. Comenzaba a creer que Gaby tenía razón y ahí habitaba algo sobrenatural que sus sentidos no alcanzaban a percibir, pero que existía en cada rincón. Mientras a su alrededor los demás seguían con sus actividades, se permitió tomar algunas fotografías de prueba. Estar detrás de la lente le daba la sensación de que el mundo se detenía; los sonidos del ambiente se hacían lejanos y el resto que no fuera la imagen que intentaba captar se difuminaba, por lo que disfrutó bastante hacerlo en esa casona donde los vívidos colores imperaban bañados por la luz solar que entraba de lleno por el patio interior.

No supo cuánto tiempo pasó antes de caer en la cuenta de que no había visto a Daniel desde su llegada, así que fue a su oficina. Antes de entrar o siquiera atreverse a tocar la puerta, miró a través de los vidrios empotrados en esta hacia el interior. Daniel estaba ahí con uno de los brazos sobre el escritorio y el otro doblado sosteniendo levemente su cabeza, tan concentrado leyendo los documentos en el escritorio frente a él que no se percató de que ella lo observaba atentamente. Contemplándolo, recordó que nunca se permitió admirarlo de esa manera; cuando vivían juntos y lo veía trabajar su enfado ante lo que consideraba un abandono le impedía ver la forma en que él disfrutaba lo que hacía. En ese momento, la abstracción plasmada en el rostro de él y la forma en que inclinaba su cuerpo ligeramente hacia adelante, le parecieron una de sus facetas más adorables. Entusiasmada, preparó su cámara y le tomó algunas fotos; quería guardar esa imagen y disfrutarla después.

Tras ver las fotografías no pudo evitar sonreír con expresión enamorada. Casi de inmediato, la ternura que la embargó en un primer instante se convirtió en un deseo abrasador de sentir cerca la boca y cuerpo del hombre en las imágenes. Con la piel acalorada, decidió tocar en el vidrio traviesamente con sus nudillos para verlo voltear inmediatamente y dedicarle una maravillosa sonrisa.

—¿Hace mucho que llegaste? —la saludó él levantándose del sillón ejecutivo y caminando a su encuentro cuando ella ya cerraba la puerta luego de pasar.

—Algo, pero apenas ahora pude venir a saludar —confesó, ahogando las ganas de besarle la boca y conformándose con el dulce beso que él le plantó en la mejilla.  —Y me alegra haberlo hecho, porque acabo de darme cuenta de lo bien que te ves trabajando. —Le dijo ante la mirada incrédula que él le dedicó a su comentario.

—¿De verdad?

Ella asintió mirándolo intensamente.

—No miento, creo que hoy te visitaré en la noche. Es una pena que al día todavía le resten tantas horas. —Su tono seductor provocó en Daniel una estimulante descarga que le electrizó el cuerpo entero.

—¿Por qué esperar? —El cuestionamiento emitido con voz ronca la tomó por sorpresa.

—Tal vez porque estamos en tu trabajo y yo también estoy trabajando ahora.

Mientras hablaba, Adriana lo miraba fijamente y acercaba su cuerpo al suyo; provocando que las pulsaciones de ambos comenzaran a acelerarse. Un coqueteo de oficina era algo inimaginable en la vida que compartieron antes, así que ella disfrutó cada segundo pese a que no pudieran llegar más lejos. Al ver su gesto ardiente mientras se mordía el labio inferior, el mismo calor que la invadía comenzó a apoderarse de la voluntad de él.

—Eso no es un problema. Además, todavía queda tiempo antes de que lleguen los asistentes. —La afirmación de Daniel fue acompañada del movimiento con el que la tomó firmemente de la mano para a continuación, salir con ella de su oficina viendo antes alrededor y asegurarse que no hubiera nadie cerca.

El resto del equipo de trabajo se encontraba en sus oficinas y únicamente vio a Karen hablando con los trabajadores que dejaban un mobiliario. Estaba tan distraída que difícilmente notó cuando se escabulleron a través del pasillo hasta la habitación del fondo, la única cuya puerta era de firme madera que no dejaba ver adentro como en el caso de las otras.

—¿Qué haces? —cuestionó divertida Adriana una vez que él cerró la puerta con cerrojo y la puso contra la madera de esta usando su cuerpo. Él no respondió enseguida, cautivado por la imagen de su boca. A su vez, ella humedeció sus labios viéndolo fijamente.

—¿Tú que crees? —le respondió al fin con la respiración acelerada para dejar caer sus labios sobre los de ella.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.