Bajo las cenizas

45. Destino compartido

(Advertencia: capítulo sensible)

Ese martes los pendientes del trabajo retuvieron a Daniel pasada su hora habitual de salida. Con Adriana había quedado de verse en la casa de ella, llevaba un par de semanas durmiendo ahí y estaban pensando seriamente en hacer la mudanza definitiva. Era tiempo de volver a vivir juntos, ya que por fin las dudas de un principio se habían disipado por completo. La emoción lo embargaba, eso era lo único que había querido desde que se volvieron a encontrar.
No obstante, el asunto con Abel y la amenaza de Federico lo tenían inquieto. Con este último no había vuelto hablar y supuso que era una clara respuesta de que no aceptaría sus condiciones. La investigación continuaba según lo planeado pues la fecha de inicio había sido establecida por el corporativo para la semana siguiente.  

Antes de retirarse, fue a buscar a Yuly y a Hugo. Desde que Roberto había instalado el software espía, ellos dos eran los encargados de recabar los datos y buscar la información pertinente según las instrucciones de Diana. Antes de entrar a donde los dos ingenieros seguían trabajando, recibió una llamada de Adriana pidiéndole que la esperara ahí, su auto estaba en mantenimiento y ella por otro lado recién salía de una sesión muy cerca, así que le era fácil pasar por él.
Tras un breve y cariñoso intercambio de palabras, Daniel finalizó la llamada y entró a otra de las oficinas saludando a sus compañeros. Yuly le había pedido que fuera a revisar algo sobre lo encontrado en la computadora de Federico. Por más improbable que les pareció al principio, tuvieron suerte y en ese momento contaban con lo necesario para demostrar que el hombre había falsificado información sobre las empresas socias y recibido grandes transferencias de estas, entre muchas otras cosas. Además, habían logrado grabar algunas de las conversaciones a través del micrófono de la computadora intervenida que Hugo revisaba minuciosamente en ese momento.    

—Pero Daniel —Yuly lo miró confundida. —¿Qué harán con toda esta información? La estamos obteniendo de manera ilegal por lo que no creo que sirva como prueba en un proceso legal.

—Tienes razón Juliana, por eso nuestro objetivo nunca fue llevarlos a juicio nosotros sino recabar evidencia suficiente para entregarla a Grupo Urriaga. Los accionistas y la mitad de la Junta directiva no dejarán pasar sus acciones y ellos tienen mayores posibilidades de iniciar una demanda en su contra que Diana y yo. Al menos contra el ingeniero Rentería.

—En realidad… —Yuly miró a Hugo indecisa entre si continuar o no.

—¿Qué sucede?

Ambos jóvenes lo miraron para volver a cruzar sus ojos antes de que Yuly prosiguiera.

—Lo que hemos encontrado hasta ahora no solo es comprometedor para Federico Rentería.

—Así es Daniel, él mismo se encargó de guardar evidencia contra Macías —finalizó Hugo.

A Daniel no le sorprendió del todo enterarse, si bien Federico era leal a Abel, no era tan ingenuo de confiar ciegamente en él. Cometía pocos descuidos y permitir la entrada de Roberto a su hogar fue uno de los que para su fortuna sirvió a sus propósitos.

—Daniel ¿No tienes miedo?  —cuestionó Hugo al verlo dubitativo y perdido en sus propios pensamientos. —Esos tipos son peligrosos, aunque sea el corporativo quien actúe directamente en su contra, igual pueden hacerte daño.

Las palabras de Hugo resonaron en la cabeza de Daniel. Sí tenía miedo, tanto que durante los últimos días le había sido imposible conciliar el sueño pese a los brazos amorosos de Adriana en los que se refugiaba.

—Sí lo tengo, pero ya empezamos. Parar ahora no hará que esto se detenga.

Hugo y Yuly le dedicaron un gesto de pena y preocupación que no le pasó desapercibido, así que se obligó a recomponerse y devolverles una tibia sonrisa que esperaba fuera reconfortante.

—Lo que me apena es haberlos involucrado, ustedes no tendrían por qué estar haciendo esto.

—No te preocupes por eso Daniel, te debo mucho y me alegra poder devolverte algo de lo que has hecho por esta empresa.
La convicción de Yuly lo tranquilizó. No era un hombre inconsciente y sabía perfectamente que, aunque Diana y él estuvieran dispuestos a asumir las consecuencias de sus decisiones, todos los demás involucrados no tenían por qué pagar junto con ellos por esa cruzada que cada vez le resultaba más agobiante.

Unos minutos después, se despidió de los dos jóvenes al leer el último mensaje de Adriana. No quería hacerla esperar así que se apresuró a recibirla en la puerta principal. Una vez que se retiró, Hugo siguió escuchando las grabaciones que habían logrado obtener de la casa de Federico, en tanto Yuly terminaba de guardar el resto de la información en un disco duro encriptado. Entonces, el joven escuchó algo que le heló las manos. Sin decirle nada a su acompañante, salió de la oficina y miró si Daniel seguía cerca. Al no verlo desde la puerta, cruzó angustiado el patio interior hasta su oficina, ahí todo estaba apagado. Detrás de él, Yuly lo seguía intrigada por su intempestivo comportamiento y pidiéndole una explicación.

—¿Qué sucede?

—¡Es Daniel, tengo que advertirle!
En sus ojos, Yuly encontró una expresión de horror que enseguida la contagió con el mismo temor y fue mientras ambos recorrían los pasillos de su hogar que los ruidos afuera de la casona les avisaron dónde se encontraba a quien buscaban. Ninguno dudó en salir corriendo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.